El Obispo de San Sebastián (España), Mons. José
Ignacio Munilla, denunció que el aborto y los ataques a quien piensa distinto
son dos de las cuatro contradicciones de la sociedad moderna, pues ocurren a
pesar de que se habla del derecho a la vida y se predica la tolerancia.
“Es evidente que en nuestra cultura comprobamos la
existencia de multiplicidad de deseos, en forma de grandes contradicciones; de
valores y de antivalores; de progresos y de retrocesos; de evoluciones y de
involuciones”, señaló durante la Misa por la
Solemnidad de la Asunción de María.
Una de las contradicciones, indicó, es que mientras “la solidaridad con los desheredados de la sociedad y del
planeta” es un “valor en alza”, esta
sensibilidad social con frecuencia se circunscribe a “determinados
focos de atención mediática, ignorando otros dramas humanos que son ocultados;
acaso por no ser considerados políticamente correctos”, como es el caso
del “descarte” de los “no nacidos” a través del aborto.
Asimismo, señaló, “el diálogo y la
tolerancia son valorados como puntales básicos de la convivencia. Nadie puede
considerarse en posesión absoluta de la verdad; y en teoría, nuestra cultura ha
entendido que es necesaria la apertura al que piensa diferente, como fórmula de
crecimiento”.
“Pero la práctica nos demuestra que la realidad
está lejos de este ideal teórico”, advirtió
el Prelado, pues “lo cierto es que estamos siendo
testigos de una creciente agresividad hacia el que piensa distinto; bien sea a
través de las redes sociales, bien sea en la convivencia diaria, bien sea en el
contexto de un ambiente social impositivo, en el que es perseguido quien se
atreve a pensar de forma matizada”.
Mons. Munilla dijo que otra contradicción es que en la teoría “hemos crecido en la conciencia del mundo como una aldea
global, como una gran familia, en la que compartimos un destino común. La
concepción individualista de la existencia se revela como anticuada y
superada”.
“Sin embargo, la realidad está muy alejada de este
valor teóricamente en alza. Lo cierto es que nuestra cultura nos ha aislado:
nuestras familias son frágiles y se desintegran con facilidad, la tecnología
nos lleva a vivir aislados en una burbuja, y las amistades fuertes parecen más
el recuerdo de un pasado que una realidad del presente. En definitiva, aunque
el sentido comunitario de la existencia triunfa en la teoría, la vida real
camina en sentido contrario, hacia la soledad”.
Asimismo, añadió, “en la teoría, hemos
crecido en la conciencia del valor de la libertad, como expresión de la
dignidad humana. La democracia se presenta como la forma de configuración
irrenunciable de una sociedad fundada en la libertad humana”.
“Sin embargo, constatamos las graves consecuencias
de una comprensión reduccionista del concepto de libertad, que olvida que la
dimensión antropológica precede a la política. En efecto, nuestra cultura
ensalza la libertad, como concepto político; mientras que genera ‘esclavos’ de
forma verdaderamente preocupante. El crecimiento de multitud de adicciones en
nuestra sociedad es la punta del iceberg, que deja patente la fragilidad y la
inconsistencia del valor de la libertad entre nosotros”, indicó.
Ante ello, Mons. Munilla dijo que la frase del Papa Francisco en su
encíclica Lumen Fidei: “Perdida la orientación
fundamental que da unidad a su existencia, el hombre se disgrega en la
multiplicidad de sus deseos”, permite “que
podamos y debamos dirigir nuestra atención hacia una propuesta de esperanza. La
sociedad no está condenada necesariamente a esa disgregación en una multiplicidad
de deseos contradictorios. La coherencia es posible, en la medida en que existe
una cosmovisión que conjuga los valores; y sin que estos se disuelvan en otros
antivalores”.
“Antes que una ética, el ser humano requiere una
clave de comprensión del sentido último de la vida, sin la cual nuestra
existencia es inconsistente y huérfana… Por ello, no podemos sino concluir
recordando el papel de María como estela luminosa del sentido de la existencia,
ya que: El que olvida el punto de partida, no encuentra fácilmente la meta. Si
el destino es confuso, el camino es incierto. Y cuando se emprende un camino
equivocado, más y más, nos alejamos de la meta”, señaló.
HEMOS SIDO CREADOS PARA
LA GLORIA
Durante su homilía, Mons. Munilla dijo que “la
solemnidad de la Asunción de la Virgen María al Cielo, en cuerpo y alma, nos
recuerda a todos que nuestra meta es la gloria, es decir, el encuentro y la
unión con Dios en la vida eterna”. “¡Hemos sido creados para la gloria!”,
afirmó.
El Obispo de San Sebastián dijo a los fieles que la Virgen “nos ayuda a descubrir nuestro punto de partida, el de
llegada, así como el camino, que como peregrinos, estamos llamados a recorrer”.
“María es peregrina de la fe y portadora de la antorcha en la que brilla la luz
de su Hijo, convirtiéndose así en estela para todos nosotros”, afirmó.
“¡Que María, la Madre Asunta al Cielo, nos ayude a
descubrir el punto ‘de partida’, el ‘de llegada’, así como el ‘camino’ que
hemos de recorrer en nuestra peregrinación!”, finalizó.
Redacción ACI
Prensa
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