domingo, 19 de agosto de 2018

LE HALLARON UN CÁNCER ESTANDO EMBARAZADA Y OPTÓ POR NO TRATARLO: «CREO EN LA VIDA, CREO EN EL AMOR»

Ana Beatriz, brasileña, se negó a abortar.

Ana Beatriz lo tuvo claro desde el principio: «Nunca mataré a mi hija para salvarme»

¿Qué debe hacer una madre embarazada cuya enfermedad requiere un tratamiento potencialmente peligroso para la vida de su hijo en camino?

Es una cuestión perfectamente clara para el magisterio de la Iglesia, que ha tenido una concreción muy reciente (2009) por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, recogiendo la afirmación de Pío XII en 1951: "Si la salvación de la vida de la futura madre, independientemente de su estado de embarazo, requiriera urgentemente una intervención quirúrgica, u otro tratamiento terapéutico, que tendría como consecuencia accesoria, de ningún modo querida ni pretendida, pero inevitable, la muerte del feto, un acto así ya no podría considerarse un atentado directo contra la vida inocente. En estas condiciones, la operación podría ser considerada lícita, al igual que otras intervenciones médicas similares, siempre que se trate de un bien de elevado valor —como es la vida— y que no sea posible postergarla tras el nacimiento del niño, ni recurrir a otro remedio eficaz".

Que no es lo mismo, por supuesto, como afirma el mismo documento, que "una intervención que directamente provoca la muerte del feto, llamada en ocasiones de manera inapropiada aborto 'terapéutico', que nunca puede ser lícito, pues constituye el asesinato directo de un ser humano inocente".

A la joven brasileña Ana Beatriz Frecceiro Schmidt le propusieron esto último y se negó, pero también se negó a lo primero, anteponiendo a su curación que el embarazo llegara a su término y su hija viviese. 

RENUNCIA AL ABORTO Y SE SALVA A SÍ MISMA Y A SU HIJA

Desde Brasil llega una historia que recuerda, a grandes rasgos, la de Chiara Corbella, la joven romana que renunció a que se tratara el tumor que tenía en la lengua para proteger al hijo que llevaba en su seno de los efectos de la radioterapia y quimioterapia. También Ana Beatriz Frecceiro Schmidt, empleada de banco de 32 años, ha elegido la vida a pesar de los consejos de los médicos, que la animaban a abortar. El 19 de junio de 2017, la joven, mientras amamantaba a su hijo, de 9 meses, se dio cuenta de que tenía un bulto en el pecho. Las pruebas médicas confirmaron lo peor: era cáncer. Un descubrimiento que resultó aún más amargo por el hecho que Ana Beatriz acababa de saber que estaba embarazada de su tercer hijo.

LA VIDA ANTES QUE NADA

Tras el diagnóstico, los médicos le aconsejaron interrumpir el embarazo, pero Ana Beatriz fue inamovible: "He decidido seguir adelante con el embarazo, porque soy contraria al aborto, creo en la vida, en el amor". La fuerza de ánimo que la distingue y la esperanza que encontró en la fe llevaron a la joven a tranquilizar a todos, a ella misma, a sus familiares y amigos, afirmando que era la mejor decisión. La joven madre explicó así su decisión: "Nunca sacrificaría la vida de mi hija para salvar la mía. Pienso que todas las vidas tienen el mismo valor y no mataría a mi hija para salvarme. No podría vivir con ello". 

LA LUCHA CONTRA EL CÁNCER

Hace exactamente un año, Ana Beatriz sufrió una mastectomia total del pecho izquierdo. La intervención hizo posible también la extirpación del tumor. "He matado a lo que había intentado matarme", dijo, recordando en su perfil de las redes sociales ese día. Un día de fiesta, vivido con una sonrisa al despertarse de la anestesia y preocupándose primero de todo por la salud de la hija que llevaba en su vientre. Ana Beatriz optó por el tratamiento más arriesgado, pero al final lo consiguió. Su valentía ha prevalecido sobre el cáncer. "Les he dicho a todos -cuenta-, o viviremos juntas o moriremos juntas, pero que nunca me separaría de ella, sacrificándola, matándola para salvarme. Así, he combatido por las dos y ambas hemos sobrevivido".

EL DON DEL EMBARAZO

La operación fue especialmente dura para el físico de Ana Beatriz, que no pudo tomar analgésicos ni antiinflamatorios para no comprometer la vida de la pequeña que llevaba en su vientre. Ana Beatriz ha contado cómo, en esos momentos difíciles, consideraba su embarazo un don de Dios. De hecho, al tratarse de un tumor de tipo hormonal, el embarazo hizo que se desarrollara más rápidamente, permitiendo así identificarlo antes. "Si no hubiera estado embarazada -cuenta la joven brasileña-, lo habría descubierto cuando ya hubiera metástasis". 

EL PAPEL DE LA FE

En la decisión de Ana Beatriz ha influido claramente y con mucha fuerza su fe: "Soy cristiana -ha confesado-, y estoy segura que ha sido mi fe en Dios lo que me ha mantenido de pie. Nunca he perdido la fe, nunca me he desesperado y nunca he pensado que mi hija o yo podríamos morir". Encomendarse plenamente al Señor y poner la vida antes de cualquier otra cosa: de este modo, esta mujer de 32 años ha conseguido no perder nunca la esperanza durante la difícil experiencia que ha tenido que afrontar: "Tengo una fe fuerte en Dios y en la vida. Sé que Dios tiene un fin para mi vida y la de mi hija, sé que ha sido un don de Dios para mí. Durante todo este tiempo, este periodo difícil que he vivido, sabía que Dios estaba conmigo, sosteniéndome, sosteniéndonos".

LA PRIMERA NIÑA 

Los esfuerzos de Ana Beatriz fueron premiados y a las 3.40 del 24 de enero nació Louise, la primera niña después de dos varones. La pequeña, 3.790 gramos de amor, ha sido acogida con gran alegría por una madre ejemplar que quiso dar inmediatamente gracias al Señor por las gracias recibidas. "Dios es verdaderamente perfecto y maravilloso", escribió en Facebook después del parto, publicando la primera foto sosteniendo en brazos a la que ha definido como "su pequeña guerrera", y junto a su marido Jonathan.

Hoy Louise tiene casi 7 meses y goza de óptima salud, juega feliz con sus hermanos, su padre y con esa madre que la ha deseado tanto y que ha luchado duramente para que naciera. Hoy, Ana Beatriz publica fotos en las redes sociales yendo al peluquero y prometiendo que será la última vez que se corta el pelo, esperando poder lucir pronto su rubia melena, desaparecida hace un año. "He tenido cáncer -ha sentenciado esta madre brasileña en una entrevista a Aci Digital-, pero él no me ha tenido". Ella ahora tiene a Louise y una familia feliz.

Traducción de Elena Faccia Serrano.

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