En el viaje
exploratorio que hicimos hace unos días no sólo nos encontramos con el convento
eco-modernista del que hablamos en la crónica anterior, sino que también fuimos
edificados por varios sacerdotes y religiosas que tienen grande celo misional.
Uno de ellos es un sacerdote religioso que tiene unos setenta años. Es el Padre Norberto. Él hace 30 años ansía
misionar en un área donde aún no hay ningún católico, una zona
himaláyica de mucho frío y gran afluencia de escaladores. Es la zona de
L.-Wang. Ansía ir allá pero aún no fue nunca ya que lo destinaron como auxiliar
de una parroquia lejana.
En medio de nuestro largo periplo, pasamos por su parroquia, y él junto con sus cohermanos nos recibió con grande algarabía. Le dijimos que nos interesaba ir a misionar a la zona de unas comunidades tibetanas que están en el borde del Tíbet, pero nos trató de convencer para que vayamos a L.-Wang, esto es, a donde hace 30 años, él quiere ir.
Le dijimos que nos gustaría ir y nos despedimos. A los cinco días lo volvimos a ver pues nos tuvimos que hospedar en su parroquia ya que se nos había hecho muy tarde antes de cruzar la frontera. Ni bien nos vio, una vez más nos pidió por favor que vayamos a predicar la Fe a L.-Wang. Nos solicitó que vayamos lo antes posible. Nos dijo que la vida es corta. Celebramos la Misa encomendando la Misión a Dios y la Virgen, armamos en el acto un equipo misionero de siete apóstoles, le dijimos que sí y arreglamos todo para partir el 1/5 a L.-Wang. El Padre Norberto nos dijo que iba a hablar con el obispo.
Luego me dijo que no hacía falta llamarlo pero le dije que era necesario hacerlo. Lo llamó hoy y hoy el obispo nos prohibió acompañar al padre Norberto. En L.-Wang no hay ningún católico, pero hay quizás medio millón de almas, casi todas yaciendo en las tinieblas del paganismo y la idolatría y algunas recientemente protestantizadas.
¿Y por qué no nos deja ir? El obispo argumentó razones canónicas, pero el Padre Norberto no sabe mucho de derecho canónico y no entendió la explicación episcopal. Me dijo triste: “el obispo se me puso a hablar de cosas legales, pero yo no sé nada de eso".
La diócesis es enorme y casi no tiene católicos. Los protestantes avanzan sin parar.
Nos morimos de ganas de ir a L.-Wang, pero el jerarca eclesiástico nos prohíbe entrar.
Esto pasa en muchos lugares del mundo pagano: se pone un jerarca eclesiástico para una jurisdicción enorme que incluye áreas amplísimas sin ningún católico. Ningún católico va a misionar a esos lugares. A ningún católico local parece interesarle la salvación eterna de las almas de esas zonas. Y los protestantes entran a esos lugares y obtienen abundantes conversiones.
Pensamos que si la Iglesia quiere avanzar en las tierras paganas, hace
falta que la Santa Sede sea muy generosa para dar permiso a todo aquel católico
(sacerdote, religioso o laico) que quiera anunciar a Jesucristo donde la
Iglesia aún no existe. De lo contrario, unos pocos jerarcas eclesiásticos apoltronados en sus
cómodos sillones palaciegos -ubicados a veinte o diez días de viaje de ciertas
aldeas de su jurisdicción-, seguirán impidiendo que Cristo sea anunciado a los
gentiles.
Por algo, Dios le dio a San
Francisco Xavier la “papeleta” de nuncio
apostólico.
¡Que Dios ponga a toda la Iglesia en clave misionera!
¡Que Dios ponga a toda la Iglesia en clave misionera!
Padre Federico,
S.E.
Misionero en el
Himalaya
No hay comentarios:
Publicar un comentario