En medio de las noticias sobre el fallido atentado
que habría sufrido el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, el famoso
teólogo español José Antonio Fortea se pronunció sobre si es moralmente lícito
un magnicidio para poner fin a una dictadura.
De acuerdo a las autoridades venezolanas, la tarde del 4 de agosto de
este año, dos drones cargados de
explosivos detonaron mientras Maduro dirigía un mensaje por el 81
aniversario de la fundación de la Guardia Nacional Bolivariana en Caracas.
Para el Gobierno venezolano se trató de “terrorismo
y magnicidio en grado de frustración”, y las autoridades aseguraron que
han identificado a “los explosivistas”, supuestamente
vinculados con la “ultraderecha” venezolana
y colombiana.
Ante el aparente intento de acabar con la vida de Maduro, que sucedió en
el poder a Hugo Chávez en 2013, el P. Fortea señaló que “algunos, de un modo teórico, se han preguntado si no es lícito el
magnicidio”.
En declaraciones a ACI Prensa, el sacerdote señaló que “después de años de darle vueltas a este asunto, voy a
dar mi opinión personal. No quiero presentar estas líneas como la doctrina de
la Iglesia, sino como una opinión; fundada y muy reflexionada, pero opinión”.
Para el P. Fortea “no es lícito el
magnicidio. Nunca es lícito el
magnicidio. La primera razón es la más débil, aunque es la que se suele
dar en más ocasiones: matar a Hitler, tal vez solo hubiera supuesto que otro
fanático llegara al poder”.
“Dígase lo mismo, respecto al asesinato de Stalin o
Mao. Después de derramar esa sangre, ¿se tiene la seguridad de que eso va a
servir para algo o para nada?”.
“La segunda razón me parece más poderosa: la sacralidad de la vida humana. ¿Es
lícito bombardear Hiroshima para acabar antes con una guerra? ¿Es lícito matar
a unos 100.000 civiles (las bajas de Hiroshima) para ahorrar más bajas? ¿Es
lícito asesinar al inocente para lograr un bien muy grande? La respuesta es no”, aseguró.
El sacerdote señaló que “los paganos que
vean todo bajo el prisma del pragmatismo responderán sin dudar que sí. Pero los
seguidores de un Ser Infinito que consideran que cada ser humano es un hijo de
Dios responderemos que no”.
El famoso teólogo español recordó que “los
moralistas en el pasado han basculado entre dos posiciones: la davidita y la
jezabelita. La primera expresa la relación entre David y el rey Saúl. La
segunda expresa la relación entre el profeta Eliseo y la reina Jezabel, a la
que el profeta ordena sacarla del trono por la fuerza”.
Para los “daviditas”, quienes “condenaban el magnicidio como un gravísimo pecado por
considerarlo una de las mayores violaciones del orden”, un gobernante “debía ser removido de un modo ordenado y de acuerdo a
los requisitos de la ley escrita o no. Y más todavía si el gobernante estaba
ungido por un ritual de coronación”.
Por su parte, los “jezabelitas” valoraban
“fríamente los pros y los contras, y extraían una
conclusión pragmática, pero justa según ellos”.
“El orden social, al fin y al cabo, era un medio
para lograr un fin: el bien de la comunidad humana. Si ese medio se subvertía
hasta convertirse en fuente de desorden gravísimo, era lícito remover la fuente
del gravísimo desorden”, explicó.
Mientras que “en el orden medieval la
posición prevalente era la davidita”, dijo, recordó que “a partir del desarrollo renacentista del Derecho, se va
abriendo paso, entre los moralistas, la posibilidad de considerar la licitud de
la posición jezabelita”.
“Hoy día se plantea esta cuestión con tanta crudeza
como en siglos pasados. ¿Sería lícito el asesinato de Kim Jong-un, de Nicolás
Maduro, de determinados dictadores africanos? ¿Sería lícito eliminar a una
persona para liberar a un pueblo?”.
El P. Fortea indicó que “desde el prisma pagano y pragmático es lícita
una guerra preventiva, también la tortura. Todo se convierte en un
pesaje de pros y contras. Si la CIA estuviera en manos de este tipo de sujetos
(gracias a Dios no lo está), podría dedicarse a asesinar a todos los jefes de
estado tiránicos que supusiesen un grave problema para la seguridad de Estados
Unidos”.
“Por más que los amantes de la conspiración crean
que la CIA hace esas cosas, no lo hace”, señaló.
“¿Y el caso del barco de esclavos en el que los
prisioneros se rebelan? Es lícita la rebelión, aunque sea con la muerte del
capitán y sus secuaces, porque ese barco no es un orden social lícito, es un
mero secuestro. El secuestrado puede lícitamente matar a su secuestrador si es
el medio razonable para recobrar la libertad”, explicó.
El sacerdote español subrayó que “por más
que hablemos de un modo poético de gobernantes que han secuestrado a la propia
sociedad que gobiernan, lo cierto es que el orden social tiránico no es
idéntico a un secuestro”.
“No era lícito asesinar a Leonidas Breznev (primer
ministro comunista) ni al general Pinochet (responsable de infinidad de
torturas y de una terrible represión). Tampoco era lícito asesinar a Napoleón
para evitar la Campaña de Rusia”.
El P. Fortea destacó que “en casos excepcionales en que la opresión es
terrible, es lícito derrocar al tirano que ha sobrepasado ciertos
límites. Es decir, resulta lícito el golpe de Estado contra el opresor cuyos
actos son aberrantes”.
“Pero una cosa es el levantamiento (aunque sea
armado) frente a un Hitler, y otra cosa es asesinarle a él solo. No es lo mismo
una guerra justa entre un ejército y otro ejército, que realizar actos
terroristas”.
“La guerra defensiva contra una nación que nos
ataque sí que es lícita. Porque es una defensa del don divino que es la
libertad. Que un francotirador dispare a un secuestrador que puede matar a su
víctima es algo completamente lícito. Nuestro respeto por la vida nos lleva a
luchar contra aquellos que quieren acabar con el don sagrado de la vida. En ese
caso, disparar sobre ese sujeto armado no solo no es ni siquiera pecado venial,
sino que se trata de un acto virtuoso”, aseguró.
“Volviendo a la actualidad, ¿es lícito para un
católico el magnicidio de Maduro, de Ortega o de otros jefes de Estado? La
respuesta categórica es no”.
El P. Fortea precisó que “si un país nos
ataca con un ejército, podemos defendernos con otro ejército. Un católico puede ser soldado, pero no un
asesino”.
POR DAVID RAMOS
| ACI Prensa
No hay comentarios:
Publicar un comentario