Un detalle poco conocido de la Basílica de
Guadalupe es el atentado con una bomba que sufrió la imagen de la Virgen en los
primeros años del siglo XX, y cómo un crucifijo la protegió y recibió el
impacto de la explosión.
Se le conoce como el “Santo Cristo del
Atentado”, y producto de la explosión el crucifijo quedó retorcido.
La imagen se conserva hoy en la parte posterior de la Basílica de
Guadalupe, junto a la historia y la foto que se tomó tras el atentado.
De acuerdo al relato, el 14 de noviembre de 1921 “un hombre desconocido, con el pretexto de depositar él mismo un ramo
de flores se acercó al altar y colocó su ofrenda ante la Imagen venerada de
Nuestra Señora”.
“Alrededor de las 10:30 de la mañana, estalló una bomba de dinamita que se hallaba
oculta entre las flores. Los desperfectos fueron en las gradas del
altar, que son de mármol, en los candeleros de latón y en esta Sagrada Imagen
de Ntro. Señor Crucificado, que retorcida cayó al suelo”.
En esos años la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, que apareció
milagrosamente en la tilma del indio San Juan Diego en 1531, era venerada en la
Antigua Basílica de Guadalupe. La construcción del nuevo templo concluyó en
1976.
El atentado era el preludio de lo que años después sería la persecución
religiosa en México. Poco tiempo antes, en 1917, se promulgó la nueva
Constitución que desconocía diversos derechos de la Iglesia y ponía
restricciones fuertes al culto público.
Luego en 1926 se promulgó la “Ley Calles”, que
prohibía las congregaciones religiosas y hasta que los sacerdotes usaran
sotana. Este fue el detonante de la Guerra Cristera o Cristiada.
El relato recuerda que el cristal del cuadro que protegía la imagen de
la Virgen de Guadalupe “ni siquiera se estrelló” tras
la explosión.
La indignación del pueblo mexicano por el atentado fue grande, y el 17
de noviembre “el comercio de nuestra capital cerró durante 5 horas como protesta
por este incalificable atentado”.
“Desde entonces, el pueblo fiel de México venera de
un modo especial esta Imagen de Ntro. Sr. Jesucristo, que protegió a su Santa Madre de tan perverso
atentado”, asegura el relato.
POR DAVID RAMOS
| ACI Prensa
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