martes, 7 de agosto de 2018

6 HISTORIAS DEL EXORCISTA AL QUE NUNCA SE LE RESISTIERON LOS DEMONIOS [SANTO DOMINGO]


En la historia de Santo Domingo hay algo distintivo. Nunca hallamos un caso en el que se le permitiera a satanás el menor poder de vejar o hacerle problemas de consideración. Nunca le hizo daño corporal o le asaltó con tentaciones graves, como sucedió a muchos otros santos.

El maligno se mostraba – ante su presencia – siempre desconcertado y despreciable, como en poder total de aquel que es su amo.
Sin embargo, aun haciendo el ridículo, no cesó en sus esfuerzos para frustrarlo y perturbarlo, principalmente dirigiendo su malicia contra los frailes y las hermanas de San Sixto.
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Así los probó con distracción perpetua, como si esperara que con ello que al menos disminuyera algo del fervor de sus devociones.

SU MADRE SOÑÓ A DOMINGO COMO UN PERRO CON UNA ANTORCHA
El primer hecho de la vida de Domingo es fantástico: su madre tuvo un sueño de dar a luz a un perro con una antorcha que puso al mundo en llamas.
En Calaruega, España, 1170, en realidad dio a luz a Domingo de Guzmán. Después de una carrera brillante estudiando en la Universidad de Palencia, Domingo fue ordenado sacerdote y nombrado canónigo por el obispo de Osma, para ayudar en la reforma del capítulo de la catedral. La piedad de Domingo y devoción a la Regla de San Benito lo elevaron rápidamente a superior del capítulo. Y al final fue llamado a salir de la soledad de su sala capitular para unirse al obispo en hablar en contra de la herejía albigense y la reforma de la Orden Cisterciense. Tras el asesinato del legado papal por los albigenses en 1208, Inocencio III lanzó una cruzada contra los herejes. Domingo siguió la estela de las fuerzas del Papa, predicando y enseñando con todo su corazón. En 1215, él estableció una orden dedicada a la conversión de los albigenses y difundir la luz del Evangelio hasta los confines de la tierra bajo la regla de la oración y la penitencia. Nació la Orden de Predicadores, la Orden Dominicana. Tal era la fe de Santo Domingo, que le llevó a ser un humilde ayudante para los necesitados y un terror para los que le querían aterrorizar su vocación a la alabanza, para bendecir y predicar.
Domingo tenía el extraño poder de ordenar a las legiones del infierno.
Ahora veamos 6 historias que muestran el extraordinario poder de San Domingo con el diablo.
1 – SANTO DOMINGO ATERRORIZA A UN SIMIO DEMONÍACO
Una noche, Santo Domingo se sentó a escribir en lo profundo en el priorato de San Sixto. Era una noche fétida, con extrañas nubes y creciente sombras, pero aun así, Santo Domingo se sentó a escribir. Una sola vela temblorosa alumbraba su página y su sobria vigilia. Ninguna premonición helaba los huesos de Santo Domingo, pero aun así una figura salió trotando hacia la luz de la vela.
Santo Domingo levantó los ojos para ver como un bulto peludo empujaba el globo brillante de la vela.
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Una gran forma se alzaba, cubierta de pelo grueso, con dientes temibles y feroces ojos brillantes, mientras las extremidades desgarbadas colgaban debajo de una espalda encorvada.
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Era el diablo en forma de un mono.
Santo Domingo vio a este rival, tomó su pluma, y se sentó a escribir. El mono desató un grito salvaje y golpeó las patas sobre las losas, batiendo su pecho, sacudiendo la celda con su rugido, mientras que una horrible canción salía de su boca terrible: ¿Estás tú aquí escribiendo cuando todos duermen?, le dijo el mono. O vanidad de vanidad, Para conducir a los hombres a la locura, con enseñanzas idiotas.
¡Mucho mejor sería dormir!
Santo Domingo no levantó la cabeza y le pidió al diablo-simio, “Estad quieto”.
El mono rugía alrededor de la mesa, gruñendo y arañando, golpeando en la piedra, y pronunció otro verso vil: ¿Eres tú aquí una musa cuando todos duermen? Oh, tú, de pocas luces Domingo, Tú haces abandono de los pobres y de los enfermos, porque es tu propio gusto. ¡Mucho mejor sería dormir!
La meditación de Santo Domingo se mantuvo intacta.
Levantó una mano y, regañando, dijo: “Estad quieto”.
El mono se quedó boquiabierto y golpeó las paredes y el suelo, rompiendo el silencio con su parloteo y su rima repugnante: ¿Estás tú aquí rezando cuando todos duermen? O escribiendo garabatos fariseos, ¿Son tus oraciones de tal calidad que merecen la inmortalidad? ¡Mucho mejor sería dormir!
Santo Domingo no tenía miedo.
En su lugar, puso su dedo en los labios y habló, “Estad quieto”.
El mono entonces llenó esa celda monacal con gritos que hacían estremecer cada piedra. Arriba y abajo de la habitación hacía rechinar los dientes de oreja a oreja.
Y lamentándose en voz alta Santo Domingo dijo: “Basta”.
El mono se congeló en su frenesí cuando Domingo lo mandó a tomar la vela en su mano.
“Tu nombre”, el prior pronunció con severidad, “era Lucifer antes de tu caída, y tú ahora darás luz y al menos serás de alguna utilidad”. El Simio tembló bajo esta frase, y tomó la vela en sus garras, se puso de pie y se inclinó, como embrujado, dando luz sobre la obra de Santo Domingo, que escribió a gusto.
El diablo estaba consternado; hora tras hora pasó sosteniendo en alto la luz mientras el santo escribía.
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Pero a medida que avanzaba la noche, el mono observaba la llama de la mecha y la masa fundida avanzando por  de cera.
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Maldijo su suerte y deseó que el fuego quemara todo.
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Pero no hizo sonido, no se atrevió a desafiar la palabra de Domingo.
Entonces el calor comenzó a picar sus dedos. La llama estaba lamiendo su mano. Un aullido de dolor salió del mono con un grito de odio cuando el fuego corría por su brazo peludo. Se retorció y dio vuelta sus ojos para atrás, consumiéndose con el fuego del infierno, de la cabeza a los pies. Pero una vez más el mono demostró su ira.
El santo respondió entonces: “¡Vete!”.
Santo Domingo tomó un palo y golpeó al mono en su espalda.
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Con golpes que resonaban como sobre una vejiga hinchada, Santo Domingo reprendió al mono, y con cada palabra, el fuego y el humo se encendieron más.
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Y cayeron sobre el mono reduciéndolo a nada más que un montón de cenizas malolientes.
Una campana saludó al sol, y el padre lo bendijo, cerró su libro y fue para la capilla en seguida. Pero a medida que iba, su mente se volvió hacia una verdad maravillosa: el demonio caído siempre debe servir a los siervos del Señor Dios de las Alturas.
2 – LE SACA AL DEMONIO UNA MUJER Y SE CONVIERTE EN MONJA
En el segundo domingo de Cuaresma, Domingo predicaba en la iglesia las monjas de San Sixto de pie “en la reja”. De manera que su discurso fuera escuchado tanto por ellas y por la congregación reunida en las partes públicas de la iglesia. Mientras lo hacía, una mujer poseída que estaba en el medio de la multitud interrumpió el sermón: “¡Ah, bandido!” – gritó el demonio, hablando a través de su voz -, “estas monjas fueron una vez mías y me las has robado a todas ellas. Esta alma, al menos, es mía, y tú no la llevaras de mí, porque somos siete que la tenemos a nuestro cuidado“.
Entonces Domingo le ordenó que le abrazara en señal de paz, e hiciera la señal de la cruz, y eso la liberó de sus verdugos, en presencia de todos los espectadores.
Pocos días después de esto, ella fue a él, y arrojándose a sus pies le imploró que se le permitiera llevar a su hábito.
Él accedió a su petición, y la colocó en el convento de San Sixto, donde se le dio el nombre de Amata, o, como solían llamarla, Amy; para significar el amor de Dios que se muestra en su relación. Ella después retiró a Bolonia, donde murió en olor de santidad, y está enterrada en la misma tumba con otras dos hijas sagradas Dominicas, Cecilia y Diana, la última de las cuales fue fundadora del convento de mujeres en ese lugar.

3 – EL DEMONIO LO ATACA CON UNA PIEDRA Y NI SE INMUTA
Una vez hizo un intento grave contra la vida de Domingo. Una noche, mientras oraba en la iglesia de Santa Sabina, una enorme piedra le fue arrojada por una mano invisible de la parte superior del techo. Le rozó la cabeza, e incluso arrancó la capucha, pero cayó sin más lesiones al santo, y quedó enterrada profundamente en el suelo junto a él. El ruido fue tan fuerte que despertó a varios de los frailes, que llegaron a toda prisa al lugar para investigar la causa. Y encontraron fragmentos del pavimento roto, y la piedra partida donde cayó.
Pero Domingo estaba arrodillado en silencio en oración, y parecía como inconsciente de lo que había sucedido.
4 – EL DEMONIO LE TIENDE UNA TRAMPA Y LE SALE MAL
En una historia de un carácter similar, se dice que el siervo de Dios, que no tenía ni cama ni celda de su propiedad, había ordenado públicamente a sus hijos en el capítulo, que, a fin de que pudieran despertar a la mayor prontitud, y subir a maitines, debían retirarse a la cama a una hora determinada, estrictamente obedecida.
Ahora, cuando él mismo estaba ante el Señor en la iglesia, el diablo se le apareció en forma de uno de los hermanos.
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Pero ya había comenzado el tiempo prohibido, y no podía permanecer en la iglesia a pesar de su aire de especial devoción y modestia.
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Entonces el santo, a juzgar que era uno de los frailes, que andaba humillado ante él, le pidió que fuera a su celda y durmiera con los demás.
El pretendido fraile inclinó la cabeza, en señal de obediencia humilde, e hizo lo que le ordenaban. Pero en cada una de las dos noches siguientes, regresó a la misma hora y en la misma forma. La segunda vez el hombre de Dios se dirigió a él con mucho cuidado, aunque, de hecho, tenía motivos para estar un poco enojado, porque en la mesa durante el día había recordado a todos la observancia de lo que había sido ordenado; y de nuevo le pidió desaparecer. Él se fue, pero como ya hemos dicho, volvió por tercera vez. Entonces, le pareció al santo que la desobediencia y la pertinacia de su hermano era demasiado grande, y le reprendió con cierta severidad. Entonces el diablo (que deseaba nada más perturbar su oración, revolverle la ira, y moverle a romper el silencio) dio una carcajada, y, saltando en el aire, dijo: Por lo menos te hice romper el silencio, y darte ira’.
Pero él respondió con calma:
‘No es así, porque yo tengo el poder para dispensar, y tampoco soy culpable de ira cuando pronuncio reproches a los malhechores’.
Y el demonio, viendo esta contestación, se vio obligado a salir volando.
5 – SANTO DOMINGO LIBERA A UN GLOTÓN POSEÍDO POR EL DIABLO
Uno de los hermanos en Bolonia, que tenía a su cuidado los enfermos, a veces, sin permiso, comía algunos de los alimentos que se dejaban para ellos. Mientras se ocupaba una noche de eso, el diablo entró en él, y él comenzó a bramar horriblemente. El santo padre llegó al lugar con el resto de los hermanos que se apresuraron a la ayuda, y tomando la palabra mandó al diablo hablar y decir por qué había entrado en él.
Entonces el demonio le respondió:
“Yo sostengo la posesión de él porque se lo merece, por ser contrario a la letra de sus constituciones, él ha estado con el hábito de comer la carne dada a los enfermos”.
Al oír esto el padre respondió:
“Y yo, por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, le eximo de su pecado, y mando en el nombre del mismo Jesús, que salgas de él y ya no lo vejes más”.
Y en mismo momento el hermano fue liberado de su torturador.

6 – UN POSEÍDO ES LIBERADO EN LA TUMBA DE SANTO DOMINGO
El Hermano Chabert de Saboya, una locuaz y agraciado predicador, y famoso por muchos milagros después de su muerte, era un estudiante en Bolonia en ese momento y cuenta esta historia. En el día después del entierro de Santo Domingo, estuvo presente con muchos más espectadores, cuando un hombre que estaba siendo poseído era llevado a la tumba del santo.
No bien entró en la iglesia el diablo comenzó a gritar: “¿Qué es lo que quieres de mí, Domingo?”
Y repetidamente aulló el nombre de Domingo.
Los presentes llevaron al hombre a la tumba y el demonio salió de él.

Fuentes:

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