Juventud: Te la comes o te come.
Por: Martín Michel Rojas Rojas | Fuente: Catholic.net
Por: Martín Michel Rojas Rojas | Fuente: Catholic.net
Una de las características de los jóvenes en
plena era posmoderna, es la de creerse
superhombres que todo lo pueden y todo lo merecen, gran parte cierta y
gran parte falsa, ya que al comerse el mundo a pasos agigantados en el “poder”, no logran divisar la línea muy delgada
entre comérselo y ser devorados por él, ante la fantasía de merecerlo.
Todo
lo creen poder cuando se involucran en innumerables actividades, y el pecado no
es el estar activos, sino más bien en la pregunta ¿en
qué se activan?, respuesta que radica en la superficialidad y
el narcisismo.
Hoy en día podemos ver a jóvenes de preparatoria
y universidad haciendo dietas rigurosamente estrictas (basadas en atún y arroz)
para mantener indicaciones de sus instructores del “Gym”, “Crossfit” o en algún otro entrenamiento
de alto rendimiento de moda, solo para cumplir estereotipos de belleza
comercial y poder lucir cuerpos fornidos y lujuriosos en instagram.
Pero tu me refutarás, eso no es cierto, habemos quienes nos activamos en causas
sociales y diversos voluntariados, y en verdad que estos no dejan de ser
positivos, nuevamente el origen que impulsa a realizarlos es justamente el
problema, ya que en diversas ocasiones se convierten en un check-list
personal de “cosas buenas que tengo que hacer”,
y así demostrar a mi círculo más cercano “lo bueno
que soy”, lo cual se llega a traducir en mi foto en facebook para obtener
los likes que más se puedan, llenando el ego de la persona y su disfrazada
responsabilidad social.
El
egocentrismo impera bajo la simulación del “buenismo”,
una vil mentira, “voy al gym por
salud” o “voy a ayudar porque se necesita”, al
final lamentablemente la causa primera no siempre es la que todos quisiéramos.
Y es que en un mundo que se mueve en el carrusel
de lo más rápido y fácil como la fórmula de “la
vanguardia” y “lo mejor”, en ningún
momento tenemos tiempo de poder reflexionar y darnos cuenta de en que punto nos
encontramos, en donde controlamos conscientemente nuestras acciones, o en donde son acciones inertes al dejar
que el mundo nos controle al habernos comido, al final la pregunta es ¿Quién controla a quién?
Si creías que la bandera de la libertad en la
juventud era la etiqueta principal de nuestros tiempos, actualmente es todo lo
contrario, esta generación es esclava de diversos vicios que la sociedad en
complicidad ha aceptado ignorar y dejar “que fluya”, “yolo,
somos chavos”; esclavos del marketing, esclavos de la tecnología,
esclavos de la apariencia, esclavos del “éxito”.
Jóvenes
que así como devoran con fortaleza, también resultan ser frágiles ante los
verdaderos problemas que padece el mundo cuando llegan a salir de la burbuja de
la apariencia. Una caja de cristal parece ser su coraza,
exigen merecerlo todo pero en ocasiones ni consigo mismos pueden al rendirse
fácil y rápido, como el mundo les ha enseñado.
Sin embargo, existe también la gran ventaja de esta generación, ser un superhombre
claro que tiene sus ventajas, así como el joven tiende a caer, también aprende
a levantarse rápido; y que mejor que errar en esta etapa y poder
corregir el camino a tiempo, que lamentar el mañana, pues en ellos se
configurará el futuro no tan lejano que nos espera, un mundo que nos pertenezca
o al que le pertenezcamos, un mundo al que sepamos responder o un mundo que nos
deje mudos al no saber qué hacer.
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