Lo que sucede en
Venezuela me hace preguntarme por qué el Mal puede ser tan resistente, tan
exitoso, tan duradero. ¿Por qué Stalin murió sin demasiados dolores ya anciano?
¿Por qué Mao Tse Tung murió de parecida manera?
La respuesta la encontramos en la
Biblia. Sinceramente, está allí. A veces, los hombres encuentran justicia (para
bien o para mal) en su camino sobre la tierra. En otras ocasiones, la
retribución es ultraterrena. Es tan sencillo como eso.
No me causa ninguna alegría que
espere un castigo eterno a los que no están inscritos en el Libro de la Vida.
Pero, ciertamente, Dios nos habla de ese tremendo abismo de dolor que es la
Gehenna del fuego inextinguible.
Maduro, Evo, Correa, Ortega,
Castro, los que fueron dictadores de Argentina y Chile, todos, de derechas y de
izquierdas, tendrán su juicio. Un juicio sin fiscales ni abogados. Dios ya lo
sabe todo. Nadie hay más bueno que Dios. No sé qué sentencia recibirán. Pero
cada uno de ellos tendrá su sentencia.
Pero debe ser tremendo mirar el
Libro de la Vida, volverlo a mirar, y darse cuenta de que el nombre de uno no
está inscrito allí.
A los que ahora sufren les parece
que el castigo de Dios es pequeño. Pero a los réprobos les parecerá increíble
que, en tan pocos años, ellos pudieran caer en la condenación eterna. Y los que
se salven comprobarán el peso, dureza y acritud de sus pecados. Nuestro Maestro
nos enseñó una parábola en la que se dice: Pero Abraham le contestó: “Hijo, acuérdate que en vida tú
recibiste tu parte de bienes, y Lázaro su parte de males. Ahora él recibe
consuelo aquí, y tú sufres".
P. FORTEA
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