miércoles, 4 de julio de 2018

LAS MANIFESTACIONES DUALISTAS Y EL SER HUMANO


El ser humano es una realidad compleja, que se manifiesta en diversas dualidades como son el cuerpo y el alma, la voluntad y la inteligencia, la interioridad y la exterioridad, el sujeto y el objeto, el individuo y la sociedad. Sin embargo, la vida del hombre es una tarea personal a realizar, que tiene su origen tanto en la generación de los padres, tanto en la acción creadora de su alma individual por parte de Dios, convirtiéndose en co-causas de un único principio de la persona.

Las diversas ciencias al tratar sobre los seres humanos solo abarcan un aspecto de su compleja realidad que le rebasa, cada una es verdadera, pero insuficiente para explicar lo que es la persona humana a la que no se le puede reducir solo a alguno de esos aspectos, ya sea físico, emocional o espiritual.

Un ejemplo de una visión dualista del hombre es el maniqueísmo. Surgido en Oriente fuera del ámbito bíblico y originado por el dualismo mazdeísta, individuaba la fuente del mal en la materia, en el cuerpo, y proclamaba la condena de todo lo que en el hombre la corporeidad se manifiesta sobre todo a través del sexo, y extendía la condena al matrimonio y a la convivencia conyugal, además, de las esferas del ser y del actuar en las que se expresa la corporeidad.

Actualmente se tiende a tener visiones reduccionistas de la persona humana. Hay quien realza su naturaleza corporal, relegando sus facultades superiores (Inteligencia y Voluntad) a segundo término. Se da una mentalidad materialista o conductista según la cual todos los estados humanos pueden ser provocados, controlados o corregidos a través de intervenciones corporales. Como consecuencia vivimos una cultura donde se busca la comodidad, el sentimentalismo, la espontaneidad, y se evita el malestar, el compromiso, el dolor, etc. Y se da un culto al cuerpo.

Otros opinan que nos reducimos a un determinismo genético. Es cierto que la genética determina una serie de predisposiciones o factores innatos, pero no por eso estamos determinados por la genética, ya que la personalidad es producto de lo dado, de lo aprendido, de lo ganado, de lo vivido. Es decir, somos producto de una vida biográfica que posee una intimidad diferente a la de todos los demás, aunque compartamos una vida biológica semejante.
Así tenemos los que quieren reducir los estados mentales a procesos fisiológicos, aunque están íntimamente relacionados y se afectan mutuamente, el ser humano es más que químicos, también tiene problemas emocionales, que se sitúan por encima de lo puramente fisiológico.

También se da el opuesto donde se considera al cuerpo malo y algo que hay que soportar y se da primacía a lo espiritual, independiente del cuerpo, que es algo añadido. Deja la afectividad como pasión irracional, y las relaciones y experiencias personales como subjetivas y emotivas. Su consecuencia es una primacía de los sentimientos donde el amor verdadero y la entrega generosa son subjetivos. Se afirma que hay que tener la voluntad espiritual para dominar y aplastar las fuerzas inferiores de la sensibilidad, dejando al hombre sin sentimientos; que son un gran bien para la persona humana.

Sin embargo, para los cristianos, el ser humano se distingue del resto de los seres de la creación por ser un ser personal encarnado, que posee una dignidad particular por ser el único amado por Dios por sí mismo y por estar destinado a la apertura a un diálogo con su Creador y con sus iguales, a través de un don de sí. Esto es que independientemente de la naturaleza heredada por nuestros padres (cuerpo), también gozamos de un ser espiritual que Dios nos comparte voluntariamente para que seamos el cúlmen de la creación e imagen suya (alma). Estas dos realidades constituyen una unidad indivisible, donde la espiritualidad da al cuerpo su dignidad, sentido y unidad.

La doctrina cristiana es la única que explica al ser humano como una unidad funcional de cuerpo y alma. Donde el cuerpo se adecua a la condición de persona humana a través de la evolución, y que llegado el momento Dios crea a la pareja primigenia Adán y Eva, como personas humanas, desde su concepción. Creados con una conciencia e intimidad propias, que les permite distinguirse de los demás seres, auto poseerse y tener la posibilidad libre de auto donarse por amor. En la naturaleza (genética) Dios ha inscrito su voluntad sobre lo que ha de ser el hombre.

Blanca Mijares

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