“El pueblo de
Siroki-Brijeg en Herzegovina tiene una maravillosa distinción: ¡¡¡¡Nadie
recuerda que haya existido un solo divorcio entre sus 13,000 habitantes!!!! ¡Tampoco se recuerda un solo caso de familia rota!
Los
habitantes croatas han mantenido su fe Católica, soportando persecución a causa
de ella por siglos, primero a manos de los turcos y después de los comunistas.
Su fe está fuertemente arraigada en el conocimiento del poder salvador de la
cruz de Jesucristo.
En
Herzegovina la Cruz representa el amor más grande y el crucifijo es el tesoro
de la casa.
Según
la tradición croata, cuando una pareja se prepara para casarse no les dicen que
han encontrado a la persona perfecta.
¡No!
El sacerdote les dice: "HAS ENCONTRADO TU
CRUZ". Es una cruz PARA AMARLA, PARA
LLEVARLA CONTIGO, UNA CRUZ QUE NO SE TIRA SINO QUE SE ATESORA. Cuando
los novios entran a la iglesia el día de su boda, llevan el crucifijo con
ellos. El sacerdote bendice el crucifijo.
Cuando
llega el momento de intercambiar sus votos, la novia pone su mano derecha sobre
el crucifijo y el novio pone su mano sobre la de ella, de manera que las dos
manos están unidas a la cruz.
El
sacerdote cubre las manos de ellos con su estola mientras proclaman sus
promesas, según el rito de la Iglesia, de ser fieles el uno al otro, en las
alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, hasta la muerte.
Acto
seguido los novios no se besan sino que ambos besan la cruz. Los que contemplan
el rito pueden comprender que si uno de los dos abandona al otro, abandona a
Cristo en la Cruz.
Después
de la ceremonia, los recién casados llevan el crucifijo a su hogar y lo ponen
en un lugar de honor. Será para siempre el punto de referencia y el lugar de
oración familiar. En tiempo de dificultad no van al abogado ni al psiquiatra,
sino que van juntos ante la cruz, en busca de la ayuda de Jesús. Se arrodillan
y abren sus corazones pidiendo perdón al Señor, tal vez lloran.
Enseñan a sus hijos a besar la cruz cada
día, y de no irse a dormir como los paganos sin dar gracias primero a Jesús.
Saben que Jesús los sostiene en sus brazos y no hay nada que temer.
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