Mes del Sagrado
Corazón. Una oportunidad.
La devoción al Sagrado Corazón de
Jesús siempre existió entre los cristianos, pero fue santa Margarita de
Alacoque la que recibió el encargo de recordarnos su importancia. Santa
Margarita vivió en Francia entre 1647 y 1690. Tuvo la gracia de recibir una
revelación personal muy especial, ya que a través de esta revelación hemos
recordado la importancia de tener a Cristo como centro de nuestra fe. Las
revelaciones se produjeron entre los años 1673-1675, en un lugar muy especial,
llamado Paray-le-Monial. En torno a las revelaciones crecieron muchas
iniciativas santas que tristemente hemos olvidado. Como en toda revelación, fue
muy difícil que se creyera a Santa Margarita, pero la Gracia de Dios sabe
trabajar la voluntad de quienes debían dar el visto bueno. Como mensaje
central, podemos centrarnos en lo que Jesús le indicó para presentarse en forma
de Corazón ardiente "Mira este corazón mío,
que a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los
cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio, indiferencia e ingratitud, aún
en el mismo Sacramento de mi amor. Pero lo que traspasa mi Corazón más
desgarradamente es que estos insultos los recibo de personas consagradas
especialmente a mi servicio”.
Hablar del Corazón de Jesús es hablar del ser de
Nuestro Señor.
Actualmente es muy frecuente
asimilar el corazón a la dimensión emotiva del ser humano, pero el corazón
siempre ha tenido un sentido mucho más profundo. El corazón de algo nos indica
su ser, su totalidad. En este caso al hablar del Corazón de Jesús hablamos del
Misterio Cristiano. Entramos en terreno sagrado, ya que estamos acercándonos al
Misterio de la encarnación del Hijo de Dios. Es mucho más de lo que simboliza
un corazón meramente humano, puesto que se trata del corazón del Dios hecho
hombre. El Corazón de Cristo, por lo tanto, encierra una doble simbología,
humana y divina. El Sagrado Corazón, es símbolo verdadero de la Eucaristía,
puesto que en este sacramento Cristo se ofrece simultáneamente de forma divina
y humana.
En la actualidad
todo lo que les he comentado es prácticamente desconocido. Pocos
hablamos de ello y cuando lo hacemos, parece que nos molesta entender.
Entendemos la Eucaristía como un
acto socio-cultural que tiene el objeto principal de afirmar la comunidad
cristiana que se reúne para celebrar su fe. Esta concepción de la Eucaristía y
de los Sacramentos en general, hace muy complicado adentrarse en el Misterio
que acontece delante de nosotros. Un Misterio que va mucho más allá de una
ceremonia que nos permite vernos y afirmarnos socialmente. Igual que Moisés
cayó a tierra cuando se vio ante la Zarza Ardiente, nosotros deberíamos
entender que también estamos frente a Cristo que se comunica a nosotros.
También es interesante ser consciente que la Eucaristía va más allá de la
adoración a la Sagrada Forma, ya que a veces se nos olvida que los Sacramentos
sólo tienen sentido pleno cuando se reciben y dejamos que germinen
interiormente. Esa vivencia interior del sacramento es algo que no llegamos a
percibir en la inmensa mayoría de las misas.
Pienso en lo complicado que es hacer cola para comulgar con un zumbido desafinado de un coro de personas que cantan sin especial cuidado. Además, se suelen cantar canciones que no predisponen a tomar conciencia de lo que acontece. Pienso en lo complicado que es detenerse y vivenciar el momento de recibir la Sagrada Forma, ya que hay una cola detrás que empuja para llegar lo antes posible y al no arrodillarnos, todo se convierte en un acto semi-automático. Pienso en lo infrecuente que es tener unos minutos de interioridad después de llegar a la carrera a nuestro lugar. Normalmente no existe silencio para centrarse, además de las frecuentes prisas del sacerdote por cerrar la ceremonia y comunicar los avisos para la asamblea. Deberíamos de reflexionar seriamente sobre nuestra fe y la práctica religiosa que hemos ido creando en torno a esta fe. Dejemos las quejas, que no parece que sean escuchadas por mucho que se reiteran en todos los ámbitos eclesiales.
Santa María de Alacoque nos ha dejado bastante escritos con frases muy interesantes para meditar. Hace años tuve la suerte de encontrar un librito con una frase de Santa Margarita para cada día del año. Les dejo una poquitas para que las lean y mediten profundamente en lo que nos dice:
Pienso en lo complicado que es hacer cola para comulgar con un zumbido desafinado de un coro de personas que cantan sin especial cuidado. Además, se suelen cantar canciones que no predisponen a tomar conciencia de lo que acontece. Pienso en lo complicado que es detenerse y vivenciar el momento de recibir la Sagrada Forma, ya que hay una cola detrás que empuja para llegar lo antes posible y al no arrodillarnos, todo se convierte en un acto semi-automático. Pienso en lo infrecuente que es tener unos minutos de interioridad después de llegar a la carrera a nuestro lugar. Normalmente no existe silencio para centrarse, además de las frecuentes prisas del sacerdote por cerrar la ceremonia y comunicar los avisos para la asamblea. Deberíamos de reflexionar seriamente sobre nuestra fe y la práctica religiosa que hemos ido creando en torno a esta fe. Dejemos las quejas, que no parece que sean escuchadas por mucho que se reiteran en todos los ámbitos eclesiales.
Santa María de Alacoque nos ha dejado bastante escritos con frases muy interesantes para meditar. Hace años tuve la suerte de encontrar un librito con una frase de Santa Margarita para cada día del año. Les dejo una poquitas para que las lean y mediten profundamente en lo que nos dice:
- Entrad en el Corazón de
Jesús para encerraros en aquella prisión de amor y tener parte en las
amarguras que inundaron aquel Sacratísimo Corazón.
- El Corazón de Jesús es la
escuela en que se aprende la ciencia de los Santos, la ciencia del puro
amor, que hace olvidar todas las ciencias mundanas.
¿Queréis saber quién penetrara más adentro en la sagrada instancia del
Corazón de Jesús? El que sea más humilde y más despreciado: el que más se
despoje de todo, será el que tendrá más; el más sufrido será el más acariciado;
el más caritativo será, el más amado; el más silencioso será el más
adoctrinado; el más obediente, en fin, será el que tendrá más crédito y más
poder.
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