“Convertiste mi
lamento en danza, me quitaste la ropa de luto y me vestiste de fiesta.” Salmo (30:11) NVI
La alegría es un ingrediente esencial para darle sabor a la
vida. Al mirar nuestro entorno, vemos que poco se expresa o manifiesta la
alegría en la gente.
La gran mayoría está más propensa a exteriorizar la tristeza,
la amargura, el rencor, el descontento, generando de esta forma el mismo estado
de ánimo negativo en quienes le rodean, contagiando y formando una ola
expansiva que se extiende cada vez más.
La actitud pesimista y negativa te conduce a la depresión y
estrés, generando con el paso del tiempo desequilibrios emocionales y mentales.
En una oportunidad alguien menciono que si se pusieran una sobre otra las
pastillas antidepresivas que se comercializan y se consumen hoy en día, las
mismas llegarían a la luna.
Cuando Jesús llega a tu vida te introduce a una nueva dimensión. Tu vestido de
dolor, angustia y tristeza, es cambiado por ropa de fiesta y celebración.
En el pasaje de hoy vemos la intencionalidad de Dios. Él
quiere hijos alegres y felices. Los ha vestido para ser partícipes de una gran
celebración.
Todo fue hecho y preparado para tu gozo y bendición. Ahora
simplemente decide vivir de acuerdo a lo que Dios determino para ti.
Tal vez digas “pero es que mi
personalidad es así, melancólica y negativa”, pero querido amigo, si
estas en Cristo eres una nueva criatura, las cosas viejas pasaron y todas son
hechas nuevas, por tanto adquiere y vive tu nueva personalidad.
Muchos piensan que las personas felices son las que han
recibido y experimentado en la vida cosas buenas y maravillosas. Sin embargo
muchas de ellas han traspasado grandes dolores, tragedias y batallas fuera de
lo común. Pero en algún punto ellos decidieron ser personas felices, más allá
de sus circunstancias.
Decide cada día ser feliz, Dios te sostendrá y ayudara en los
momentos difíciles, pero nunca dejes de luchar y de manifestar felicidad. Crea
climas de expectativa y felicidad. Contagia a otros con una onda expansiva de
fe y entusiasmo, esto creara a tu alrededor una atmosfera positiva y de
productividad. Acaricia la felicidad. Cuando cambies de actitud, aquello que
parecía imposible de lograr, será realizado.
OREMOS JUNTOS ASÍ:
Querido padre celestial; Elevo mis manos a ti, y te entrego
toda amargura, resentimiento, mala actitud murmuración y queja. Pongo en el
nombre de Jesús la tristeza y depresión debajo de mis pies. Ordeno en el nombre de Jesús que todo mal espíritu que trae
pensamientos negativos y de temor, se vaya de mi vida. Alineo mis pensamientos e intenciones a la voluntad de Dios
que es agradable y perfecta para mí. Me
despojo de toda vestidura que denota en mi pobreza, dolor sufrimiento y
necesidad, y me visto con las vestiduras reales de gozo, felicidad y alegría,
que Dios ha provisto para mí. Celebro tu
victoria Jesús sobre todas mis necesidades, y declaro que en tu nombre recibo
todo esto y mucho más conforme al poder del espíritu Santo. Amen y amen.
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