domingo, 24 de junio de 2018

MARTÍNEZ CAMINO: DONDE NO ESTÁ MARÍA «CRECEN LOS ÍDOLOS»... Y ESE HUECO LO LLENAN LAS IDEOLOGÍAS


Una sustancial intervención mariológica de Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid, acompañó la entrega de los Premios Cari Filii 2018, según recoge Cari Filii News:
"Cuando falta María, el Evangelio se convierte en una ideología", afirmó monseñor Juan Antonio Martínez Camino durante la entrega de los Premios Cari Filii 2018. El acto tuvo lugar el 14 de junio en los salones de los Padres Carmelitas de la calle Ayala de Madrid, y estuvo presidido por el obispo auxiliar de Madrid, quien centró su intervención en la importancia de la devoción a la Virgen María como un elemento esencial, y no accesorio, de la fe: "Sin María, no hay Credo", sentenció.

El actó comenzó con un resumen anual de actividades por parte del presidente de la Fundación Cari Filii, Luis Cort, quien acompañó la exposición con un vídeo-resumen de algunos de los vídeos y titulares de mayor impacto publicados por Cari Filii News, e imágenes de algunos de los actos convocados a lo largo del curso, desde la conferencia de Rosa Pich-Aguilera al Rosario en Familia convocado en el Monasterio de la Encarnación de Ávila, presidido por el obispo de la diócesis, Jesús García Burillo.

Tal y como anunció Cari Filii News al día siguiente del acto, los ganadores de los Premios Cari Filii 2018 fueron: en el apartado Audiovisual, Mercedes Gil Mir (La Reina de mi hogar), quedando desierto el segundo premio; en el apartado Artículos, el primer premio fue para Ignacio Román Méndez Sanz (Nuestra Señora del Rosario, madre y camino seguro a Jesús), el segundo para Juan María Sánchez Pérez (Santidad de madera), y el tercero (otorgado por decisión del jurado en sustitución del declarado desierto) para Ivette M. Rivera (María, Reina de las familias, está siempre con nosotros). (Pincha aquí para leer los tres artículos ganadores de los premios en el apartado Artículos.) Los premios consisten en peregrinaciones para dos personas a Tierra Santa o Medjugorje.
Antes de hacerles la entrega de los correspondientes diplomas, monseñor Martínez Camino dirigió unas palabras a los asistentes para ensalzar el papel de la Virgen María como fundamento de la fe.

Comenzó recordando el célebre adagio de San Bernardo: De Maria nunquam satis [De María nunca se dice suficiente]: "Nunca diremos bastante, nunca se pensará bastante, nunca se le agradecerá bastantes, nunca se la querrá bastante".

Monseñor Martínez Camino confesó que esa expresión, aprendida desde el seminario menor y vivida en él con intensidad, le pareció años después excesiva, en un camino que también siguió, según propia declaración en el Informe sobre la fe de 1985, el entonces cardenal Joseph Ratzinger. En ambos casos, camino de ida y vuelta: "Hoy, en este confuso periodo", afirmaba el futuro Benedicto XVI, "comprendo que no se trataba de exageraciones de almas devotas, sino de una verdad más en vigor que nunca".

"SIN MARÍA NO HABRÍA CREDO"

María, "la enemiga de todas las herejías", como también se decía y corroboró el obispo auxiliar de Madrid, es "garantía de la fe católica auténtica". Para justificarlo, acudió a los documentos de la conferencia del episcopado latinoamericano en Puebla (México), en 1979. Allí se dijo, recordó Martínez Camino, que "el  hueco que queda cuando se pierde la devoción mariana lo llenan las ideologías políticas", porque "sin María, el Evangelio se desencarna, se desfigura y se transforma en una ideología y en un racionalismo espiritualista".



"La piedad mariana es mucho más que una devoción", afirmó el prelado, pues "sin María no habría Credo", ella es su "punto central". Cuando se menciona a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, se dice que fue "nacido de María Virgen": "Si quitamos ese ex Maria Virgine, que está en el credo apostólico, nos quedamos sin credo cristiano".

"Si queremos conocer a Dios y amar a Dios, no lo podemos hacer sin María", insistió monseñor Martínez Camino refiriéndose "al Dios verdadero, al Dios vivo, que es la Trinidad Santa". Dios quiso desde siempre "que su Hijo eterno fuera el hijo de una mujer. Sin esta mujer, no se entiende quién es Dios". Por eso "María es parte fundamental, no accidental, de la revelación de Dios. Para saber que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo y que el Hijo se encarna y se hace hombres, es necesaria la colaboración de una mujer... La parte de María en la Revelación es esencial, no accidental".

"Es la única criatura que en el plan del Creador estaba llamada a decirle sí a Dios, y sin ese sí de María no habría habido encarnación del Hijo eterno de Dios, quien por tanto no habría podido hablarnos en nuestro lenguaje humano. Si no es por María, Jesús no podría habernos enseñado todo esto ni ofrecido su vida en la Cruz por nosotros", añadió el obispo: "Por eso la piedad mariana no es una devoción más, va unida a la fe, y cuando falta María, el Evangelio se convierte en una ideología, se desencarna, deja de ser la carne de Cristo, el Evangelio se convierte en una idea, deja de ser una persona".

Por eso "sin María no hay evangelio: hay ideas sobre Dios, pero ideas humanas. Donde está María está el Dios vivo y verdadero, donde no está María crecen los ídolos, las ideas humanas sobre Dios, que a veces se acercan un poco a la realidad y a veces son falsas, son ídolos. María es la garantía de que tenemos a Dios con nosotros, de que Dios quiere estar con nosotros, nos ama infinitamente, tanto que se ha hecho el más pequeño en el vientre de una mujer para poder compartir nuestra vida humana hasta la muerte que merece el pecador".

De aquel fiat (aquel sí, aquel hágase) pendió la historia de la Humanidad y la historia de la salvación: "María es el origen de la teología. Su pregunta al arcángel ¿Cómo va a ser eso? es el origen de la teología", sentenció Martínez Camino.

"Si ella, por un imposible, hubiese dicho que no, ¿qué pasaría?", consideró el obispo: "Nunca podremos quererla bastante, porque sin ella, la obra de Dios no sería la obra de Dios, sino algo creado por nosotros". Por eso concluyó con una frase de San Rafael Arnáiz: "La mejor manera de empezar a amar a Dios es empezar a amar a María".

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