Es costumbre en los Monasterios, y desde hace mucho tiempo, rezar después de la hora de
Prima del día de la Santísima Trinidad la famosa y antigua oración del “Quicumque” (llamada así por la palabra latina con
que comienza), también conocido como el Símbolo
Atanasiano. Es una magnífica oración teológica y un acto de fe en el
misterio de la Santísima Trinidad y la Encarnación redentora, atribuida al gran
defensor de la fe, San Atanasio de Alejandría.
Para quienes desconocen a este magnífico apologeta y doctor de la
Iglesia, San
Atanasio fue el gran luchador de la ortodoxia en los tiempos de la herejía
arriana, que negaba tanto la divinidad como la humanidad de Jesucristo. A pesar
de su joven edad, su papel fue clave durante el Concilio de Nicea (325). La defensa de la verdadera fe le significó sufrir cinco
crueles destierros bajo distintos emperadores, no siendo sino hasta
después de su muerte cuando la fe verdadera fue asumida en el Imperio. Tocar en
la sacrosanta persona de Jesús, tal como había sido adorada por la Iglesia
desde el tiempo de los Apóstoles, era herir el alma del venerable prelado en lo
más profundo de su ser. Así, no solo tuvo que luchar contra la herejía de Arrio
sino también contra quien había sido su amigo, Apolinar de Laodicea. Como dice
de él un biógrafo, el ya “anciano obispo no podía
ver desfigurada, ni siquiera por un amigo, la santa fisonomía de su Dios” (Paul
Barbier, vida de San Atanasio).
Los invitamos entonces a unirse a la oración de los monjes mediante esta
infaltable y magnífica oración trinitaria. Y amemos la figura de estos grandes
mártires de la ortodoxia católica, que
supieron abrazar la defensa íntegra de la verdad como Nuestro Señor, a costa de
su propia vida.
SÍMBOLO ATANASIANO (VA EN FORMATO ESPAÑOL-LATÍN):
1. Todo el que
quiera salvarse, es preciso ante todo que profese la fe católica:
Quicúmque vult
salvus esse, ante ómnia opus est, ut téneat cathólicam fidem:
2. Pues quien no
la observe íntegra y sin tacha, sin duda alguna perecerá eternamente.
Quam nisi
quisque íntegram inviolatámque serváverit, absque dúbio in ætérnum períbit.
3. Y ésta es la
fe católica: que veneremos a un solo Dios en la Trinidad santísima y a la
Trinidad en la unidad.
Fides autem cathólica hæc est: ut unum Deum in Trinitáte, et Trinitátem
in unitáte venerémur.
4. Sin confundir
las personas, ni separar la sustancia.
Neque confundéntes
persónas, neque substántiam separántes.
5. Porque una es
la persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo.
Alia est enim
persóna Patris, ália Fílii, ália Spíritus Sancti.
6. Pero el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son una sola divinidad, les corresponde
igual gloria y majestad eterna.
Sed Patris, et
Fílii, et Spíritus Sancti una est divínitas, æquális glória, coætérna maiéstas.
7. Cual es el
Padre, tal es el Hijo, tal el Espíritu Santo.
Qualis Pater,
talis Fílius, talis Spíritus Sanctus.
8. Increado el
Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo.
Increátus Pater,
increátus Fílius, increátus Spíritus Sanctus.
9. Inmenso el
Padre, inmenso el Hijo, inmenso el Espíritu Santo.
Imménsus Pater,
imménsus Fílius, imménsus Spíritus Sanctus.
10. Eterno el
Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo.
Ætérnus Pater,
ætérnus Fílius, ætérnus Spíritus Sanctus.
11. Y, sin
embargo, no son tres eternos, sino un solo eterno.
Et tamen non
tres ætérni, sed unus ætérnus.
12. De la misma
manera, no tres increados, ni tres inmensos, sino un increado y un inmenso.
Sicut non tres
increáti, nec tres imménsi, sed unus increátus et unus imménsus.
13. Igualmente
omnipotente el Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente el Espíritu Santo.
Simíliter
omnípotens Pater, omnípotens Fílius, omnípotens Spíritus Sanctus.
14. Y, sin
embargo, no tres omnipotentes, sino un omnipotente.
Et tamen non
tres omnipoténtes, sed unus omnípotens.
15. Del mismo
modo, el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios.
Ita Deus Pater,
Deus Fílius, Deus Spíritus Sanctus.
16. Y, sin
embargo, no son tres Dioses, sino un solo Dios.
Et tamen non
tres Dii, sed unus est Deus.
17. Así, el
Padre es Señor, el Hijo es Señor, el Espíritu Santo es Señor.
Ita Dóminus
Pater, Dóminus Fílius, Dóminus Spíritus Sanctus.
18. Y, sin
embargo, no son tres Señores, sino un solo Señor.
Et tamen non
tres Dómini: sed unus est Dóminus.
19. Porque así
como la verdad cristiana nos obliga a creer que cada persona es Dios y Señor,
la religión católica nos prohíbe que hablemos de tres Dioses o Señores.
Quia, sicut singillátim
unamquámque persónam Deum ac Dóminum confitéri christiána veritáte
compéllimur: ita tres Deos aut Dóminos dícere cathólica religióne prohibémur.
20. El Padre no
ha sido hecho por nadie, ni creado, ni engendrado.
Pater a nullo
est factus: nec creátus, nec génitus.
21. El Hijo
procede solamente del Padre, no hecho, ni creado, sino engendrado.
Fílius a Patre
solo est: non factus, nec creátus, sed génitus.
22. El Espíritu
Santo procede del Padre y del Hijo, no hecho, ni creado, ni engendrado, sino
procedente.
Spíritus Sanctus
a Patre et Fílio: non factus, nec creátus, nec génitus, sed procédens.
23. Por tanto
hay un solo Padre, no tres Padres; un Hijo, no tres Hijos; un Espíritu Santo,
no tres Espíritus Santos.
Unus ergo Pater,
non tres Patres: unus Fílius, non tres Fílii: unus Spíritus Sanctus, non tres
Spíritus Sancti.
24. Y en esta
Trinidad nada hay anterior o posterior, nada mayor o menor: pues las tres
personas son coeternas e iguales entre sí.
Et in hac
Trinitáte nihil prius aut postérius, nihil maius aut minus: sed totæ tres
persónæ coætérnæ sibi sunt et coæquáles.
25. De tal
manera que, como ya se ha dicho antes, hemos de venerar la unidad en la
Trinidad y la Trinidad en la unidad.
Ita ut per
ómnia, sicut iam supra dictum est, et únitas in Trinitáte, et Trínitas in
unitáte veneránda sit.
26. Por tanto,
quien quiera salvarse, es necesario que crea estas cosas sobre la Trinidad.
Qui vult ergo
salvus esse, ita de Trinitáte séntiat.
27. Pero para
alcanzar la salvación eterna es preciso también creer firmemente en la
encarnación de nuestro Señor Jesucristo.
Sed necessárium est ad ætérnam salútem, ut Incarnatiónem quoque
Dómini nostri Iesu Christi fidéliter credat.
28. La fe
verdadera consiste en que creamos y confesemos que nuestro Señor Jesucristo,
Hijo de Dios, es Dios y Hombre.
Est ergo fides
recta, ut credámus et confiteámur quia Dóminus noster Iesus Christus, Dei
Fílius, Deus et homo est.
29. Es Dios,
engendrado de la misma sustancia que el Padre, antes del tiempo; y hombre,
engendrado de la sustancia de su Madre santísima en el tiempo.
Deus est ex
substántia Patris ante sǽcula génitus: et homo est ex substántia matris in
sǽculo natus.
30. Perfecto
Dios y perfecto hombre: que subsiste con alma racional y carne humana.
Perféctus Deus,
perféctus homo: ex ánima rationáli et humána carne subsístens.
31. Es igual al
Padre según la divinidad; menor que el Padre según la humanidad.
Æquális Patri
secúndum divinitátem: minor Patre secúndum humanitátem.
32. El cual,
aunque es Dios y hombre, no son dos Cristos, sino un solo Cristo.
Qui, licet Deus sit et homo, non duo tamen, sed unus est Christus.
33. Uno, no por
conversión de la divinidad en cuerpo, sino por asunción de la humanidad en
Dios.
Unus autem non conversióne divinitátis in carnem: sed assumptióne
humanitátis in Deum.
34. Uno absolutamente,
no por confusión de sustancia, sino en la unidad de la persona.
Unus omníno, non
confusióne substántiæ: sed unitáte persónæ.
35. Pues como el
alma racional y el cuerpo forman un hombre; así, Cristo es uno, siendo Dios y
hombre.
Nam sicut ánima
rationális et caro unus est homo: ita Deus et homo unus est Christus.
36. Que padeció
por nuestra salvación: descendió a los infiernos y al tercer día resucitó de
entre los muertos.
Qui passus est
pro salúte nostra: descéndit ad ínferos: tértia die resurréxit a mórtuis.
37. Subió a los
cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso: desde allí ha
de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Ascéndit ad
cælos, sedet ad déxteram Dei Patris omnipoténtis: inde ventúrus est iudicáre
vivos et mórtuos.
38. Y cuando
venga, todos los hombres resucitarán con sus cuerpos, y cada uno rendirá
cuentas de sus propios hechos.
Ad cuius
advéntum omnes hómines resúrgere habent cum corpóribus suis: et redditúri sunt
de factis própriis ratiónem.
39. Y los que
hicieron el bien gozarán de vida eterna, pero los que hicieron el mal irán al
fuego eterno.
Et qui bona
egérunt, ibunt in vitam ætérnam: qui vero mala, in ignem ætérnum.
Schola Veritatis
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