“El
diablo está derrotado”, “podríamos decir que está moribundo”, pero
todavía tiene gran poder, gran capacidad de seducción, es como un perro rabioso
encadenado que tiene la capacidad de morder en cuanto ve la ocasión. Así lo
describió el Papa Francisco, que insistió en la necesidad de no acercarse al
demonio, no dialogar con él y refugiarse en la Virgen María cuando ataca con
sus tentaciones.
En la homilía de la Misa celebrada en la Casa Santa Marta este martes 8
de mayo, el Santo Padre advirtió que “el diablo
sabe qué palabras decir” para seducir a las personas, “y a nosotros nos gustar se seducidos”.
“Él, el diablo, tiene esa capacidad, esa capacidad
de seducir”, advirtió. “Por eso es tan difícil de entender que está derrotado, porque se
presenta con gran poder, te promete muchas cosas, te da regalos, bellos, bien
envueltos. Y podemos pensar: ‘¡Oh, qué bonito!’. Pero tú no sabes qué es lo que
hay dentro. Sabe presentar sus propuestas ante nuestra vanidad, ante nuestra
curiosidad, y nosotros lo compramos todo, cedemos ante las tentaciones”.
El diablo, continuó el Pontífice, “es
peligrosísimo. Se presenta con todo su poder, y sus promesas son todas mentira,
y nosotros, como tontos, las creemos. Sabe hablar bien, es capaz de cantar para
engañar. Es un derrotado que se mueve como si fuera un vencedor. Sus luces son
deslumbrantes como fuegos artificiares, y como tales, no duran, se desvanecen.
Por el contrario, la luz del señor es suave, pero permanente”.
Francisco explicó que “debemos estar atentos
a no dialogar con el diablo como, por el contrario, hizo Eva: se creyó la gran
teóloga y cayó”. Por el contrario, Jesús en el desierto no lo hace,
responde con la Palabra de Dios. Por ello, el Papa insistió en que no se puede
dialogar con el diablo: “Con el diablo no se
dialoga, porque él nos vence, es más inteligente que nosotros”.
En cambio, el Pontífice animó a buscar refugio en la Virgen María ante
las acciones del diablo. El diablo “es un
condenado, es un derrotado, un encadenado que está a punto de morir, pero es
capaz de causar estragos. Nosotros debemos rezar, hacer penitencia, no
acercarnos, no dialogar con él”.
“Debemos ir donde la madre, como los niños. Cuando
un niño tiene miedo, va junto a la madre: ‘¡Mamá, mamá…, tengo miedo!’”. “Id
donde la Virgen, ella nos custodia. Los Padres de la Iglesia, sobre todo los
místicos rusos, dicen: en el tiempo de las turbaciones espirituales, hay que
refugiarse bajo el manto de la gran Madre de Dios. Ir donde la Medre de Dios.
Que ella nos ayude en esta lucha contra el derrotado, contra el perro
encadenado para vencerlo”, concluyó.
Redacción ACI
Prensa
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