¿Es posible
comunicarse con los muertos? A esta pregunta que se hace mucha gente ha
respondido, en el portal católico Aleteia, el experto Vicente Jara, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las
Sectas (RIES). Tal como se señala al principio de sus afirmaciones: mediums,
ouija, nigromancia… quizás no sean los espíritus los que responden.
No hay ninguna posibilidad –si
Dios no lo permite- de comunicación alguna de los vivos con los muertos. Este
tipo de prácticas son un pecado y están totalmente desaconsejadas por la
Iglesia. Las más de las veces son un fraude y un engaño por parte de los
nigromantes o mediums, pudiendo en ocasiones excepcionales y muy raras suponer
incluso el contactar con demonios. Sólo Dios es el Señor de los vivos y de los
muertos y en Él hemos de poner nuestra confianza, ruegos, deseos, necesidades,
y esperar junto a Él el reencuentro con nuestros seres queridos ya fallecidos.
1. ¿Qué es el espiritismo, o más en general, la comunicación con los muertos?
1. ¿Qué es el espiritismo, o más en general, la comunicación con los muertos?
La posibilidad de hablar con
los muertos, hoy en día se conoce comúnmente dentro de occidente, como
espiritismo, o hacer espiritismo, es decir, hablar con los espíritus, con los
espíritus de los muertos.
La nigromancia o necromancia
es una práctica adivinatoria consistente originalmente en intentar conocer el
futuro por medio de la consulta de las vísceras de los muertos. Este sentido,
si bien no se ha perdido, se fue ampliando pudiendo también significar el
invocar al espíritu del propio fallecido para conocer lo que haya de acontecer,
el futuro. Sin entrar en mayores detalles etimológicos y semánticos en las
distintas religiones y ámbitos mágicos y mánticos a lo largo de la historia,
estos aspectos nos serán suficientes para circunscribir nuestro tema.
En definitiva, se cree, como algunos piensan, que es posible hablar con
los muertos, pues si bien su cuerpo físico es descompuesto biológica y
químicamente, su espíritu o su alma inmortal, permanece con algún tipo de
contacto o posibilidad de comunicación con los vivos.
Esto se puede lograr de
diferentes formas: usando la tabla “oui-ja”,
o usando algunos objetos mágicos, o por medio de invocaciones y fórmulas
mágicas; o bien, por medio de un canal o un médium, -y así se habla de
canalización, o de mediumnidad-; o bien, se puede hacer a través de un brujo o
nigromante, que ejecuta los actos mágicos e incluso puede ser poseído por el
espíritu del muerto y dominar su aparato fonador, con su boca y sus cuerdas
vocales, hablando de esta forma a través de él; o bien, puede ocurrir que el
espíritu del muerto domine la mano del brujo o del médium nigromante, y así le
hace escribir mensajes -la llamada escritura automática-; o por otras formas
cualesquiera.
Incluso la comunicación de los
espíritus se supone que puede ser directa, en el sentido de que la iniciativa
parte de ellos sin concurso activo de los vivos, como hemos referido en los
ejemplos anteriores. Y así se dice que los espíritus se manifiestan,
apareciendo sus rostros o figuras en impresiones fotográficas; o en diversos
objetos y superficies; o incluso emiten voces y sonidos que pueden ser
recogidos en artefactos electrónicos como grabadores -las llamadas psicofonías-;
o bien, pueden emitir en una banda de frecuencia de radio pudiéndose sintonizar
sus emisiones; o bien, podrían llamar por teléfono a un vivo, etc.
Referencias:
+ Programa “Conoce las sectas” de radio María sobre el espiritismo (23-febrero-2013), Vicente Jara, O.P.
+ “El YouCat y sus contenidos sobre sectas, magia y esoterismo”, Vicente Jara, O.P.
+ Programa “Conoce las sectas” de radio María sobre el espiritismo (23-febrero-2013), Vicente Jara, O.P.
+ “El YouCat y sus contenidos sobre sectas, magia y esoterismo”, Vicente Jara, O.P.
2. ¿Por qué se desea hablar con los muertos?
Desde la antigüedad, el hecho
de hablar con los muertos, de cualquier forma y manera mágica posible, habiendo
múltiples razones para hacerlo, se puede en general encuadrar en alguno de
estos grupos, con las adecuadas variaciones y matices:
Puede ser un juego de
adolescentes, sobre todo chicos varones, que hacen este tipo de prácticas,
sobre todo de “oui-ja” o similares, como
forma de afianzarse en el grupo, como prueba de valentía, por curiosidad y
deseos de adentrase en ámbitos desconocidos y que pueden suponerles un reto
para fortalecer su posición dentro del grupo de amigos y pares. O bien, un
divertimento, un matar el rato, o por curiosidad ante el mundo de la muerte y
lo que ven en las películas o leen en ciertos libros y comics.
El segundo grupo es el más
habitual de todos, pues es la necesidad de hablar con el muerto, que suele ser
una persona cercana afectivamente, una persona querida, casi siempre un
familiar. Las razones pueden ser variadas: como saber si está bien allá donde
ha ido; o bien, por necesidad de la persona que ha quedado viva de volverle a
sentir cerca; o incluso a veces por remordimientos, para pedirle perdón ante
sucesos no perdonados durante la vida.
El tercer caso es distinto a
los dos anteriores. En este grupo están aquellos que practican este tipo de
contactos con los muertos porque desean acceder a conocimiento, conocimiento de
sucesos desconocidos, sobre el futuro, o de lo que hay más allá de esta vida.
Se trataría de adelantarse a los acontecimientos, saltándose de manera legítima
“los tiempos”, querer saber qué hay más
allá, o bien, usar de los muertos y su poder para conocer cosas ocultas, o
quizás utilizar a los propios muertos para fines, ya de protección, o casi
siempre, para fines maléficos, como causar daño a otras personas, quizás para
vengarse de alguien.
Referencias:
+ “Espiritismo”, José María Baamonde.
+ “Espiritismo”, José María Baamonde.
3. ¿Qué dice la Iglesia sobre la comunicación con los muertos?
Para conocer cuál es la
enseñanza de la Iglesia, nos vamos al Catecismo
de la Iglesia Católica en sus
números 2115, 2116 y 2117. El espiritismo atenta contra el primer mandamiento
de la Ley de Dios: El Señor es el único Dios, y a nadie más darás culto, sólo a
él adorarás, a él sólo servirás, no tendrás otros dioses más que a Él.
Entre otras cosas se
nos dice que:
“Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a otros
santos. Sin embargo, la actitud cristiana justa consiste en entregarse con
confianza en las manos de la providencia en lo que se refiere al futuro y en
abandonar toda curiosidad malsana al respecto”.
“Todas
las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios,
la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone
“desvelan” el porvenir. La consulta de horóscopos, la astrología, la
quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de
visión, el recurso a médiums encierran una voluntad de poder sobre el tiempo,
la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la
protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el
respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios”.
“Todas
las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar
potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural
sobre el prójimo -aunque sea para procurar la salud -, son gravemente contrarias
a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aun cuando van
acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención
de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible. El espiritismo implica
con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a
los fieles que se guarden de él”.
Podemos completar lo que dice
el Catecismo acudiendo a Santo Tomás de
Aquino en su Summa Theologiae,
por ser el autor más equilibrado y centrado si hablamos de temas teológicos y
si hablamos además de magia o satanismo.
Allí se nos dice que por medio
de la virtud de la religión la criatura conoce su relación y lugar frente a su
Creador y así lo honra y reverencia (S. Th., II-II, q. 81). Así, dentro de los
vicios contra esta virtud, dentro de la superstición, y en concreto, dentro del
culto a las criaturas –a las cuales no se ha de honrar de este modo-, sitúa la
adivinación por medio de los espíritus de los muertos (S. Th., II-II, q. 95).
Si el hombre precisara conocer
el futuro, Dios usaría de su señorío y se lo comunicaría, por revelación
directa, o por la Virgen María, o por los demás santos, o por los modos que Él
desee, que Dios desee. Usurpar, o mejor dicho, pretender usurpar este derecho,
es imposible para cualquiera que no sea Dios. Y el intento es ya un pecado.
Es verdad que el hombre puede
usar sus medios y capacidades naturales para, estudiando las causas naturales,
conocer lo que pueda ocurrir, los efectos, dentro del orden de la naturaleza y
de su propio ámbito. Y así, también pueden hacer los ángeles, seres más
perfectos que el hombre; de ahí que puedan conocer muchas más cosas que el
propio ser humano (S. Th., II-II, q. 172, a. 5).
Sin embargo, sólo Dios puede
conocerlo todo y disponer del futuro completamente, y de lo que en el Cielo, en
los Infiernos y en la Creación natural –es decir, en el universo donde vivimos
nosotros, ocurre (S. Th., I, q. 14, a. 13; q. 57, a. 3; q. 86, a. 4). Ello es
así porque sólo Dios es Señor y Creador, Único,
Omnipotente y Omnisciente. Además, Dios es la
Causa Eficiente de todo lo que existe, y las mantiene en su existencia de
continuo. Sólo Dios es el “Ipsum Esse
Subsistens”, el Ser-Que-Existe-y-Es-por-Sí-Mismo (S. Th., I, q. 4,
a. 2). Es por ello que sólo Dios dispone de las
cosas, y puede revelar el futuro. Nadie más.
Además Dios es Providente, es decir, ordena las cosas mismas hacia su
fin, y el fin último de las cosas es el bien divino (S. Th., I, q. 22). Así,
debemos confiar en Él y no intentar usar de espíritus de muertos para conocer
el futuro.
Finalmente, dice Santo Tomás
de Aquino, O.P. que se peca con el espiritismo de dos formas: por el pecado de
curiosidad (“curiositas”) -que es más
amplio en su sentido que lo que hoy entendemos por tal, pues Santo Tomás la
define como un desordenado y desenfrenado deseo de conocer novedades (S. Th.,
II-II, q. 167 a. 1)- en cuanto a la causa final; y por el pecado de
superstición –que es extralimitarse en la creencia, es creer más de lo que se
debe- en cuando a la causa material.
Referencias:
+ Catecismo de la Iglesia Católica, números 2115, 2116, 2117.
+ “A propósito de magia y demonología". Nota pastoral de la Conferencia Episcopal Toscana, 1994.
+ Catecismo de la Iglesia Católica, números 2115, 2116, 2117.
+ “A propósito de magia y demonología". Nota pastoral de la Conferencia Episcopal Toscana, 1994.
4. Si sólo Dios conoce el futuro, ¿qué ocurre realmente en una sesión de comunicación con los muertos?
Las más de las veces, lo que
hay es un fraude, un engaño por parte de los supuestos médiums. Si se habla de
sonidos, ruidos y fenómenos difíciles de explicar, etc., con casi total
seguridad las causas, si se investigan, serán naturales.
En algunos casos puede ocurrir
que personas con problemas psicológicos, como en algunos tipos de
esquizofrenia, éstas puedan oír voces o tener sensaciones muy reales que son
falsas, que sólo ocurren en su cabeza, que sean alucinaciones o delirios. Y en
muy raras ocasiones, como dice Santo Tomás de Aquino, puede ocurrir que sean
los demonios quienes se hacen pasar por espíritus, por medio de sugestiones y
haciendo apariciones falsas de personas fallecidas. Así, no hay que ver
demonios por todos lados, como algunos falsamente interpretan, pues el que sea
posible no significa que sea lo corriente, pues lo normal es que sea un fraude.
El documento de la Conferencia
Episcopal de la Toscana, del año 1994, llamado “Magia
y demonología”, dice que “en las sesiones
de espiritismo los participantes y el médium (forma moderna de los antiguos
nigromantes) se prodigan en la invocación de las almas de los difuntos (por
ejemplo, presuntas grabaciones de voces de ultratumba); en realidad, introducen
una forma de alienación del presente y realizan una mistificación de la fe en
el más allá, generalmente con trucos, actuando de hecho como instrumentos de
fuerzas del mal que los usan a veces para fines destructivos, orientados a
confundir al hombre y a alejarlo de Dios”.
El mismo documento alerta de
la “búsqueda de ‘hechos extraordinarios y
milagrosos’, que podemos detectar incluso en ambientes cristianos; búsqueda
que, unas veces, apela a un falso misticismo o a fenómenos de ‘revelaciones
privadas’, otras, llega incluso a dirigirse a referencias demonológicas, sin
una verificación razonable y lejos de una auténtica madurez en la fe”.
La Iglesia siempre se ha
opuesto a este tipo de prácticas; e incluso, cuando se hizo común acudir a
sesiones espiritistas se manifestó de la siguiente forma:
El Santo Oficio (4 de agosto
de 1856) dijo en referencia a experimentaciones del entonces llamado
magnetismo, mesmerismo o hipnosis, también usado para contactar con los
muertos, que era una práctica ilícita: “La
aplicación, empero, de principios y medios puramente físicos a cosas y efectos
verdaderamente sobrenaturales para explicarlos físicamente, no es sino un
engaño totalmente ilícito y herético […] Hasta tal punto ha crecido la malicia
de los hombres que, descuidando el estudio lícito de la ciencia, buscando más
bien lo curioso, con gran quebranto de las almas y daño de la misma sociedad
civil, se glorían de haber alcanzado cierto principio de vaticinar y adivinar.
De ahí que con los embustes del sonambulismo y de la que llaman clara
intuición, […] presumen pronunciar palabras sobre la religión misma, evocar las
almas de los muertos, recibir respuestas, descubrir cosas lejanas y
desconocidas, y practicar otras supersticiones por el estilo, con el fin de
conseguir ganancia ciertamente pingüe […] En todo esto, sea el que fuere el
arte o ilusión de que se valgan, como quiera que se ordenan medios físicos para
fines no naturales, hay decepción totalmente ilícita y herética, y escándalo
contra la honestidad de las costumbres”.
El Santo Oficio (24 de abril
de 1917) dijo que no era lícito “por el que
llaman médium, o sin el médium, empleando o no el hipnotismo, asistir a
cualesquiera alocuciones o manifestaciones espiritistas, siquiera a las que
presentan apariencia de honestidad o de piedad, ora interrogando a las almas o
espíritus, ora oyendo sus respuestas, ora sólo mirando, aun con protesta tácita
o expresa de no querer tener parte alguna con los espíritus malignos”.
No se ha demostrado jamás y no
hay prueba ninguna suficientemente contrastada por la que se pueda decir que se
pueda lograr contactar con los muertos y hablar con ellos acudiendo a brujos,
nigromantes, adivinos o magos de ninguna clase. No es posible. A pesar de lo
que algunos crean no hay prueba ninguna. La casi totalidad de los casos son
fraudes y engaños tal y como hemos afirmado. Así, los sacerdotes Carlos María de Heredia, S. J. y Óscar González Quevedo, S. J., o
científicos como Dmitri Mendeléyev,
Martin Gardner, así como magos
(prestidigitadores, y por lo tanto expertos en trucos y fraudes) como James Randi, entre otros, han
demostrado sobradamente el fraude de los espiritistas y sus presuntas
comunicaciones con los muertos.
Por lo tanto, tengamos fe y
confianza en Dios, en su Providencia, incluso en los momentos de oscuridad.
Porque sí podemos en cambio hablar con Dios, rezarle, y que sea Él quien ponga
nuestros deseos y peticiones, nuestras asuntos, incluso los que tengamos con
personas ya fallecidas, en sus manos, pues sólo Él, Señor de vivos y muertos,
es quien tiene este señorío. Sólo Dios.
Referencias:
+ “La fe cristiana ante el espiritismo”, Miguel Pastorino.
+ “¿Puedo asistir a un médium para poder comunicarme con mi abuelita que murió hace un año?”, Miguel Ángel Fuentes, IVE.
+ “La fe cristiana ante el espiritismo”, Miguel Pastorino.
+ “¿Puedo asistir a un médium para poder comunicarme con mi abuelita que murió hace un año?”, Miguel Ángel Fuentes, IVE.
Secretaría RIES
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