lunes, 23 de abril de 2018

«SI ME PONGO UNA CADENITA CON UNA MEDALLA BENDITA ME SALEN AMPOLLAS EN EL CUELLO»: HABLA UNA POSEÍDA



Sandra lleva cinco años siendo atendida por un exorcista.

Una mujer que lleva cinco años siendo acompañada con un exorcismo pide que la Iglesia no les abandone.

Durante estas semanas se ha hablado mucho del papel del demonio y de exorcistas debido al curso que se ha celebrado en Roma sobre exorcismos y oraciones de liberación. Muchas personas que sufren los envites de Satanás reciben la ayuda de estos sacerdotes. Es el caso de Sandra, que lleva cinco años luchando contra el diablo junto a un exorcista y que cuenta a Andrea Tornielli en Vatican Insider su testimonio:

"NO ME DEJEN SOLA EN LA LUCHA CONTRA SATANÁS"
«Estoy luchando y no sé cuándo terminará. Quiero pedirlo a gritos: ¡ayúdennos!». Sandra es una distinguida señora de 45 años, casada, con dos hijas ya grandes. Vive en una gran ciudad del norte de Italia. Desde hace 10 años, dice marcando las palabras con tranquilidad, como si no estuviera hablando de sí, le suceden fenómenos extraños. Todos los análisis clínicos que ha hecho no diagnosticaron nada y, desde hace cinco años, se somete regularmente a los exorcismos. 

Un sacerdote pronuncia sobre ella oraciones para librarla del Maligno. «Hay días que transcurren con normalidad, pero otros no tengo ni siquiera la fuerza para levantarme de la cama, víctima de agudísimos dolores de cabeza, que no pasan ni siquiera con diez pastillas de antidoloríficos. El fenómeno de acentúa durante los días de las festividades cristianas»

Todo comenzó con una especie de fastidio al entrar a la iglesia. «Me sentía inquieta, solo deseaba salir, irme. Ya no lograba acercarme a un tebernáculo». «Tuve que abandonar el trabajo y todavía recuerdo la primera vez que mis “amigos” (así los llamo) se manifestaron. Fui a ver al exorcista y me puse a reír histéricamente. Reía involuntariamente y dentro de mí lloraba, porque no lograba detener esa carcajada innatural. No recuerdo nada de lo que pasó después, se manifestaron los “amigos” con los que convivo…».

“CREEN QUE ESTÁS LOCA” 
Los que creen en Dios y en la existencia del mal personificado en Satanás escuchan con cierta inquietud estas historias. Los que no creen se las explican con posibles patologías psíquicas. Pero tanto unos como otros pueden detenerse a escuchar el grito, la petición de ayuda que surge de la historia de Sandra. «Cuando vives una experiencia como la mía, acabas aislado. Pierdes a los amigos. Ya nadie quiere acercársete. Creen que estás loca o se alejan porque tienen miedo de que se trate de una enfermedad contagiosa». Sandra sonríe con amargura.  

Y este sentimiento de abandono quema en el alma. «Mi marido sabe todo; mis hijas, no. Cuando los fenómenos se manifiestan, les digo que tengo migraña. También en los días de fiesta, es más, precisamente en ellos, debo arrastrarme a la iglesia para recibir la eucaristía, porque me hace estar mejor. Aunque cuando la recibo en el paladar me quema, como si hubiera comido algo hirviente, recién salido del horno. También tomar el agua bendita me provoca una reacción de fastidio desagradable, peor que el aceite de ricino. Y si trato de ponerme una cadenita con una medalla bendita, se me forman en el cuello ampollas, como si me hubiera puesto un collar incandescente». 

EL ORIGEN 
Hasta ahora Sandra no había contado su historia. Cediendo a la insistencia del cronista, se convenció porque espera que pueda ayudar a otras personas. «Yo todavía estoy atravesando el vado, me aferro a la cruz. Le pido a Dios que me dé la fuerza para reaccionar. Si se dan cuenta de que tienen un amigo con problemas espirituales, estén cerca de él- Es el amor lo que aleja al demonio, él no lo soporta, porque su oficio es dividir, crear odio. Quisiera que hubiera más sacerdotes exorcistas para seguirnos, escucharnos, ayudarnos». «Desgraciadamente –dice la mujer con un velo de aflicción en el rostro– las que están dispuestas a escucharnos son las sectas, que no nos quieren ayudar, sino llevarnos a sus grupos». Sandra está convencida de que el origen de su mal es algo oscuro que sucedió cuando era una recién nacida, cuando la bautizaron: «Ese mismo día, mis padrinos me consagraron a Satanás». 

El sacerdote Aldo Bonaiuto, coordinador del servicio anti-sectas de la Comunidad Juan XXIII, fundada por Oreste Bezni, y exorcista, es uno de los relatores en el curso para exorcistas que se está llevando a cabo en Roma: «Son historias que inquietan y que nos confirman lo que acaba de escribir el Papa Francisco en la exhortación “Gaudete et exsultate”: el Maligno es un ser personal que nos atormenta, no creamos que es un mito, un símbolo, una figura o una idea. Hay que escuchar historias como esta con atención y discreción, sin sensacionalismos. Se necesitan sacerdotes preparados para llevar a cabo el rito del exorcismo, tal y como lo prescribe la Iglesia». 

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