En la homilía que
pronunció el obispo de San Sebastián, D. José Ignacio Munilla Aguirre, en la Misa de la Cena del Señor del
pasado Jueves Santo (28 de marzo) que presidió en la Catedral del Buen Pastor
de la capital donostiarra, hizo una clara referencia a las espiritualidades que
centran todo en el sujeto y en su autosuperación, propias de la Nueva Era,
aunque no nombrara a este movimiento. Cosa que sí ha hecho, en la misma Semana
Santa, en su artículo publicado el Domingo de Resurrección
sobre la Nueva Era como sustentadora del relativismo religioso, y que hemos
publicado en Info-RIES.
Después de explicar el sentido
del Jueves Santo desde la institución por parte de Cristo de los sacramentos de
la eucaristía y del orden sacerdotal, el obispo dijo que también “es el día en el que el Señor nos encomienda el
mandamiento del amor al prójimo”. Para
monseñor Munilla, el gesto litúrgico del lavatorio de los pies es “un gesto de la auténtica religiosidad”. Y, refiriéndose al Papa Francisco en la homilía de su primera Misa Crismal como pontífice,
el prelado donostiarra afirmó que “la auténtica
religiosidad no se encuentra en aquellos que buscan una autoexperiencia o una
introspección”.
Porque “existe hoy en día el error de entender que la
religiosidad es una especie de ‘un curso de autoayuda’, que busca una
relajación por la relajación, o una especie de técnica de búsqueda de paz
interior. Y decía el Santo Padre: esa es una falsa religiosidad, la que busca
la autoexperiencia, el sentirse bien”.
Frente a esto, monseñor Munilla señaló que “la
religiosidad no es un producto de consumo que, bajo la excusa de que queremos
humanizarnos, en el fondo reduce la salvación eterna a un sentirse bien con
nosotros mismos, relajación, paz… en medio del estrés que vivimos. Esa es una
falsa religiosidad”. Jesús dice
que el que se busque a sí mismo se perderá, recordó el obispo. La caridad,
subrayó, “no es poner nuestra libertad al
servicio del bienestar, sino poner nuestra libertad al servicio del amor. Eso
es la caridad”.
Porque “ante Dios el hombre se olvida de sí mismo; ante la
caridad el hombre se olvida de sí mismo. El Evangelio no dice ‘conócete a ti
mismo’, relájate, siéntete bien contigo mismo… no; sino ‘mira a Dios, olvídate
de ti mismo y entrégate al prójimo’. Lo esencial del Evangelio no es la
espiritualidad de la relajación, ni siquiera la de la autosuperación. Sino que
lo esencial del Evangelio es la espiritualidad de la ofrenda de nosotros mismos
al Padre, unidos a la cruz de Cristo, en la entrega al prójimo. Esa es la
esencia del Evangelio: ofrecer nuestra vida en un sacrificio agradable al
Padre, unidos a la cruz de Cristo. ¿Y cómo? Amando al prójimo de una manera muy
concreta, muy práctica, muy cercana”.
Secretaría RIES
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