martes, 3 de abril de 2018

LAS REVELACIONES DE LA VIRGEN DE FÁTIMA A SU VIDENTE MÁS CHICA: JACINTA



El Papa Francisco canonizó a Jacinta y Francisco Marto el 13 de mayo de 2017. Por la confirmación de un segundo milagro. Ellos fueron los dos niños videntes de Fátima que murieron durante la pandemia de gripe española inmediatamente luego de las apariciones.

Ahora queda en carpeta la beatificación de Sor Lucía, que murió en el 2005.
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Fue la vidente que murió de anciana, que cargó a su espalda el peso de la promoción de estas apariciones.
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Y que siguió recibiendo mensajes celestiales que fue informando a los Papas, especialmente el referido a la Consagración de Rusia.
Jacinta y Francisco Marto habían sido beatificados por san Juan Pablo II precisamente el 13 de mayo del año 2000. Cuando Jacinta fue beatificada la presentó como una “pequeña alma víctima”. La mayoría cree que la que recibió lo mensajes pesados de María fue la vidente Lucía, que fue preservada para pasar más tiempo en la tierra para comunicar el mensaje. Y vivió en sus últimos años noventa como una monja carmelita en Coimbra, Portugal.
Pero pocos saben que Jacinta recibió individualmente visitas de María donde la consoló y le dio una serie de mensajes importantes.

LAS APARICIONES
Nuestra Señora se apareció seis veces en Fátima a partir de mayo de 1917 a octubre de 1917. Sin embargo, en la primera aparición de Nuestra Señora mencionó que ella volverá a la Cova de Iría, el lugar de la aparición, por séptima vez. En sus propias palabras, la Virgen habría dicho:
He venido aquí para pedirles que vengan aquí durante seis meses consecutivos los trece días de cada mes, a esta misma hora.
Más tarde te diré quién soy y lo que quiero. Después, voy a volver aquí una séptima vez.
Esta séptima vez es motivo de discusión entre los entendidos. Nuestra Señora de Fátima por tanto, apareció seis veces a Lucía dos Santos, y a Francisco y Jacinta Marto. Francisco y Jacinta eran hermanos; Lucía era su prima mayor.

EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS DURANTE LAS APARICIONES
Durante las apariciones los niños sufrieron la persecución de las autoridades y la incomprensión de su familia.
Las autoridades civiles detuvieron a los niños para hacer que se retracten públicamente. Que dijeran que en realidad todo fue una farsa, una ilusión óptica, y que nunca escucharon o vieron a la Virgen. Y si no se retractaran y admitían que estaban mintiendo, entonces ellos iban a hervir en un caldero de aceite caliente. Los tres niños se negaron a retractarse y estaban dispuestos a sufrir el martirio cruel. Lucía, en particular, fue más la perjudicada por la incredulidad de su madre y familiares, quienes le retiraron su tratamiento afectuoso. Sus sufrimientos eran mucho más intensos dada su tierna edad. A los hermanos Francisco y Jacinta les fue mejor dentro de su familia, porque sus padres nunca llevaron a cabo una actitud hostil hacia las apariciones. Sin embargo, no se salvaron de los chistes y bromas de los vecinos y de las risas y burlas en la calle.

LA MUERTE TEMPRANA DE LOS HERMANOS
Jacinta que murió a los 9 años, un año después de que su hermano, que tenía 10 años.
Esto les fue dicho por la Virgen previamente, que tanto Francisco como Jacinta morirían cuando eran niños. También que iban a sufrir mucho antes de su muerte.
Es así como Nuestra Señora se apareció a Jacinta y le preguntó si estaría dispuesta a sufrir un poco más de tiempo antes de morir para salvar a las almas y la niña de buen grado dijo que sí.
Jacinta murió solo lejos de casa sin sus padres presentes en un hospital de Lisboa. En el verano de 1919 Jacinta fue internada en el hospital de San Agustín de Vila Nova. El 2 de febrero de 1920 ingresó en el hospital de Doña Estefanía en Lisboa. Y el 10 de febrero le realizaron una operación en la cual le quitaron dos costillas sin anestesia. El viernes 20 de febrero de 1920 a las 10:30 de la noche y tras confesar falleció. Lo hizo asistida sólo por la enfermera. Templada y moldeada por la penitencia y el sacrificio Jacinta resultó ser precoz y profética en su visión de las cosas. Ella tuvo muchas apariciones privadas e incontables revelaciones. Tal era su iluminación sobrenatural y divina sabiduría que la Madre Godinho, la directora del orfanato de Lisboa, donde Jacinta se quedó antes de su muerte en el hospital, preguntaba con asombro y maravilla, “¿Quién te enseño todas estas cosas?”.

EL HORROR DE JACINTA POR LA PÉRDIDA DE ALMAS
La pequeña Jacinta estaba horrorizada ante la idea de que una sola alma se perdiera.
Y una vez confió a su primo: Cuando esté en el Cielo voy a amar mucho a Jesús, y también al Inmaculado Corazón de María. Voy a orar mucho por ustedes, por los pecadores, por el Santo Padre, por mis padres y mis hermanos y hermanas, y por todas las personas que me han pedido que oren por ellos.
En un mensaje a Jacinta, Nuestra Señora reveló uno de sus deseos más ardientes:
Diles a todos que Dios da las gracias a través del Inmaculado Corazón de María.
Diles que pidan gracias a ella, y que el Corazón de Jesús desea ser venerado junto con el Inmaculado Corazón de María. Pidan que aboguen por la paz del Corazón Inmaculado de María, porque el Señor ha confiado la paz del mundo a través de ella”.
La Virgen había enseñado a Jacinta y a sus compañeros la oración y jaculatoria:
Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, conduce a todas las almas al cielo, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Aunque Nuestra Señora misma sugirió que cuando rezaran el Rosario la dijeran después de cada década, los niños también la usaban como una oración independiente. Lucía recuerda que Jacinta la recitaba a menudo cuando temía por el destino eterno de los demás: Jacinta permanecía de rodillas así durante largos períodos diciendo la misma oración una y otra vez.

LOS SACRIFICIOS DE JACINTA
Después de la visión del infierno, la pequeña Jacinta decidió hacer tantos sacrificios como fuera posible con el fin de salvar a las almas pobres para que no terminaran en el infierno.
Notaba Lucía (en el libro que se llama Fátima en las propias palabras de Lucía): Jacinta tomó este asunto de hacer sacrificios por la conversión de los pecadores con tanta pasión que nunca dejó escapar una sola ocasión. Cuando llegaba la hora del almuerzo, daba su alimento a las ovejas. Cada vez que se encontraba a niños más pobres que ellos, les daba toda su comida. Cuando buscaban una merienda de bellotas, decidía comer las amargas. Desesperada por deshidratación en un día caluroso, con el sol ardiendo, en el pedregoso terreno de la ladera de una colina, Jacinta decidió no tomar agua cuando finalmente la encontró, como otro sacrificio por pobres pecadores. La sed de Jacinta para hacer sacrificios parecía insaciable, recordó Lucía.

Sufrió por la muerte de su querido hermano, que Nuestra Señora le predijo, y luego le dijo que ella también moriría y estaría lejos de Lucía y sus padres. Incluso cuando la gripe española se le desató, causando su sed y un terrible dolor de cabeza, así como confinándola en la cama, se negó a tomar bebida como otra ofrenda.

Sor Lucía cuenta que Jacinta le dijo: Nuestra Señora vino a vernos. Ella nos dijo que vendría a llevar a Francisco al Cielo muy pronto, y me preguntó si todavía quería convertir a más pecadores. He dicho que sí. Me dijo que iba a ir a un hospital donde yo sufriría mucho.
Y que debo sufrir por la conversión de los pecadores, en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María y por amor de Jesús.
Cuando su hermano se estaba muriendo, Jacinta le dijo:
Dale todo mi amor a Nuestro Señor y a Nuestra Señora, y diles que sufriré tanto como quieran, por la conversión de los pecadores y en reparación al Corazón Inmaculado de María.
Esta es una lista de los sacrificios más frecuentes de Jacinta: Ella sacrificaba su comida favorita: uvas dulces y deliciosas. Llevaba alrededor de su cintura una cuerda que le causaba incomodidad durante todo el día. Ella sacrificaba su almuerzo para darle los pobres que conocía en el borde de la carretera. En días calurosos de verano, muriendo de sed, se sacrificaba no tomando agua. Rezaba las oraciones que el ángel le enseñó postrada en el suelo. Rezaba muchos, muchos rosarios a la Virgen por la conversión de los pecadores.

MENSAJES QUE FUERON DICTADOS A JACINTA POR NUESTRA SEÑORA
Nuestra Señora tuvo apariciones privadas a la pequeña Jacinta.
La Madre María de la Purificación Godinho a quien Jacinta llamaba su madrina, recuerda que Jacinta decía cosas sorprendentes que no podían habérsele ocurrido a una niña y que la propia Jacinta decía que se las había inculcado la Virgen.

DEVOCIÓN AL SANTO PADRE
Jacinta tuvo una especial devoción por el Santo Padre. Un día estando junto al pozo de la casa Jacinta se sentó mientras Francisco y Lucía buscaban miel silvestre en los rosales Al poco tiempo los llamó diciendo ‘No habéis visto al santo padre’ ‘No’ respondieron ellos ‘No sé cómo fue.
Yo vi al Santo Padre en una casa muy grande de rodillas delante de una mesa y con las manos en la cara llorando.
Fuera de la casa había mucha gente y unos le tiraban piedras otros le insultaban y le decían muchas palabras feas. Pobrecito Santo Padre hemos de pedir mucho por él.
En otra ocasión Jacinta preguntó a Lucía: ‘Puedo decir a toda aquella gente que vi al santo padre’ A lo que su prima le contestó. ‘No, no ves que esto forma parte del secreto que pronto se descubriría por ahí’

SOBRE LO QUE HABRÍA DE VENIR
Vendrán unas modas que han de ofender mucho a Nuestro Señor. Las personas qué sirven a Dios no deben de ir con la moda. La iglesia no tiene modas. Nuestro Señor siempre es el mismo. Los pecados del mundo son muy grandes.
Los pecados que más almas llevan al infierno son los pecados de la carne.
Si los hombres supieran lo que es la eternidad harían cualquier cosa para cambiar de vida. Muchos matrimonios no son buenos y no agradan a Dios Nuestro Señor. Nuestra Señora dicho que en el mundo hay muchas guerras y discordias.
Las Guerras no son sino castigos por los pecados del mundo.
Nuestra Señora ya no puede sostener el brazo de su amado hijo sobre el mundo, es preciso hacer penitencia.
Si la gente se enmienda Nuestro Señor amparará al mundo pero si no se enmienda vendrá un castigo.

SOBRE PORTUGAL
Nuestro señor está profundamente indignado con los pecados y crímenes que se cometen en Portugal. Por lo que amenaza a nuestro país, principalmente la ciudad de Lisboa, con un terrible cataclismo de orden social.
Se ha de desencadenar según parece una guerra civil de carácter anárquico-comunista acompañada de saqueos muertes, incendios y devastaciones de todas clases.
La capital se convertirá en una verdadera imagen del infierno. Cuando la divina justicia ofendida despliegue este pavoroso castigo, todos los que puedan huyan de esta ciudad. Este castigo, ahora predicho, conviene que sea anunciado poco a poco y con la debida discreción.

SOBRE LOS SACERDOTES
¡Madrina pida mucho por los sacerdotes por los religiosos!
Los sacerdotes no deberían preocuparse más que de las cosas de la iglesia.
Los sacerdotes deben ser puros, muy puros. La desobediencia de los sacerdotes y religiosos a sus superiores y al Santo Padre ofende mucho a Nuestro Señor. Tenga mucha caridad aún con el que es malo no hablé mal de nadie y huya de quién habla mal. Tenga mucha paciencia porque la paciencia nos lleva al cielo.

CONSOLACIÓN
La virgen venía muchas veces a consolarla. Incluso le había dicho que iría a otro hospital y que después de sufrir mucho moriría sola. En el último adiós a su prima Lucía permaneció mucho tiempo abrazada llorando y le dijo: Reza mucho por mí después yo pediré mucho por ti.
No digas nunca el secreto a nadie aunque te maten.
Ama mucho a Jesús y al Inmaculado Corazón de María y haz muchos sacrificios por los pecadores.
En otra ocasión Jacinta decía a los médicos que la rodeaban:
Los médicos no tienen luz para curar a sus enfermos porque no tiene el amor de Dios.
Todo es ya inútil. Nuestra Señora ha venido a verme y me ha dicho que pronto, muy pronto vendrá por mí.

¿Y PARA CUANDO LA CANONIZACIÓN DE SOR LUCÍA?
Es una gran noticia que Francisco y Jacinta sean canonizados, pero la asignatura pendiente es también con Lucía Dos Santos, quien llevó durante décadas la carga de informar, clarificar y defender las apariciones de Fátima.
Especialmente cuando ella, en sus secretos, era portadora de malas noticias para la cúpula de la Iglesia, que ha presidido el colapso de la fe y la disciplina entre los fieles.
Quizás por esto no se habla de su canonización. Lucía defendió las apariciones de Fátima contra un revisionismo que reducía todo lo sucedido a una receta de oración personal y penitencia, sanitizando el resto del mensaje. Nuestra Señora instruyó a Lucía para aprender a leer y escribir para cumplir su misión terrenal. Ella escribió cuatro memorias y voluminosa correspondencia que hoy conserva el acontecimiento de Fátima en todos sus detalles y con todas sus implicaciones, incluyendo el conocido como Tercer Secreto de Fátima. Fue Lucia a quien Nuestra Señora en 1929, en Tuy, le dijo que había llegado el momento para la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María. Y recayó en ella hablar con los Papas de turno al respecto. Y fue Lucía por quien sabemos que la batalla final entre el Señor y el reino de satanás será sobre el Matrimonio y la Familia.

Fuentes:

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