Durante la homilía de la Misa celebrada en la Casa Santa Marta, el Papa
Francisco explicó la diferencia entre la curiosidad buena y la mala, algo que
señaló que es de gran importancia, pues “nuestra
vida está llena de curiosidad”.
El Santo Padre se apoyó en el Evangelio del día, de San Juan, en el que
Jesús dialoga con los apóstoles sobre la manifestación del Señor a sus
discípulos. Según el Pontífice, este diálogo es un “diálogo
entre la curiosidad y la certeza”.
Afirmó que la “curiosidad buena” es
como la de los niños cuando se encuentran en la “edad
del por qué”. Consiste en preguntarse el “por
qué” de las cosas buscando una explicación. Esta curiosidad buena
permite “tener más autonomía”.
Por el contrario, la “curiosidad mala” es
la de las habladurías y los “chismes”. La
mala curiosidad consiste en querer “husmear en la
vida de los demás”, indicó Francisco que también advirtió que este tipo
de curiosidad es una tentación que acompaña siempre a las personas a lo largo
de toda la vida.
Además, indicó que la curiosidad mala se hace todavía más maligna con
internet. “En el mundo virtual, como los teléfonos
y otras herramientas…, los niños van ahí y tienen curiosidad por ver y
encuentran muchas cosas malas. No hay una disciplina en esa curiosidad. Debemos
ayudar a los chicos a vivir en este mundo, para que el deseo de saber no sea
deseo de curiosidad y terminen prisioneros de esa curiosidad”.
En cambio, la curiosidad de los apóstoles en el Evangelio es una
curiosidad buena: quieren saber lo que sucederá y Jesús responde con certezas.
Les señala que “la certeza se la dará el Espíritu
Santo. No es que venga el Espíritu Santo con un paquete de certezas. En la
medida en que entremos en la vida y pidamos al Espíritu Santo y abramos el
corazón, Él nos dará la certeza para ese momento, la respuesta para ese
momento”.
“El Espíritu Santo es el compañero, acompaña la
vida del cristiano”, destacó. “Pidamos
al Señor hoy dos cosas: la primera es que nos purifique en el aceptar la
curiosidad y que sepamos discernir: esto no debo verlo, esto no debo pedirlo… Y
la segunda gracia, que abramos el corazón al Espíritu Santo porque Él es la
certeza, nos da la certeza, como compañero del camino, de las cosas que Jesús
nos ha enseñado y que nos recuerda”.
Evangelio comentado por
el Papa Francisco:
Juan 14:21-26
21 El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y
el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.»
22 Le dice Judas - no el Iscariote -: «Señor, ¿qué pasa para que te
vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?»
23 Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi
Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él.
24 El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis
no es mía, sino del Padre que me ha enviado.
25 Os he dicho estas cosas estando entre vosotros.
26 Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi
nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.
Redacción ACI
Prensa
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