Por: Silvana Ramos | Fuente: Catholic.net
Cuenta la historia que Sor Faustina Kowalska, a partir de una visión que tuvo el 13 de
Septiembre de 1935 empezó a difundir esta oración que el mismo Jesús le enseñó.
En el relato de dicha visión recogido en su diario, afirma que el mismo Jesús
le dijo:
«Cuando recen este Tercio
junto a los agonizantes, Yo me pondré entre el Padre y el alma agonizante, no
como justo Juez, sino como Salvador Misericordioso».
Con estas palabras vemos, una vez más, cómo Jesús nos sale al encuentro una y otra vez.
En su amor infinito vemos a lo largo de la historia cómo es que cumple esta
promesa de quedarse con nosotros hasta el fin.
Santa Faustina relata en su
visión:
«Yo vi un ángel, un
ejecutor de cólera de Dios (…) a punto de alcanzar la tierra (…). Comencé a
rezar intensamente a Dios por el mundo, con palabras que oía internamente. En
la medida en que rezaba así, vi que el ángel quedaba desamparado, y no podía
ejecutar el justo castigo».
Al día siguiente una voz en su interior le enseñó la oración
que te dejamos aquí:
1. CON EL ROSARIO EN LA MANO
Con un rosario común de 5 decenas en la mano,
empezamos esta coronilla haciendo la señal de la Cruz: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
Amén.
Iniciamos el rezo de la coronilla con un
Padrenuestro, un Ave María y el Credo (puedes utilizar las tres primeras
cuentas del rosario).
2. EN LA CUENTA GRANDE
En la
cuenta grande, donde usualmente rezamos el Padrenuestro, rezaremos
la siguiente oración:
«Padre Eterno, te ofrezco
el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de tu amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo,
como propiciación de nuestros pecados y de los del mundo entero».
3. EN LAS SIGUIENTES CUENTAS
En las siguientes cuentas, donde usualmente rezamos el Ave María,
diremos la siguiente oración:
«Por su dolorosa Pasión,
ten misericordia de nosotros y del mundo entero». Esto
lo repetiremos durante las 5 decenas del rosario.
4. Y PARA TERMINAR
Al
finalizar las 5 decenas del rosario, con las oraciones
mencionadas, recitaremos la siguiente
oración final:
«Santo Dios, Santo Fuerte,
Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero» (tres
veces).
Como todas las oraciones del cristiano,
terminamos con la señal de la Cruz: En el nombre del Padre del Hijo y del
Espíritu Santo, Amén
«Alienta a las personas a
decir la Coronilla que te he dado. (…)Quien
la recite recibirá gran misericordia a la hora de la muerte. Los
sacerdotes la recomendarán a los pecadores como su último refugio de salvación.
Aún si el pecador más empedernido hubiese recitado esta Coronilla al menos una
vez, recibirá la gracia de Mi infinita Misericordia. Deseo conceder gracias
inimaginables a aquellos que confían en Mi Misericordia» (Diario
de Santa Faustina).
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