Diversos medios de comunicación aseguran que un
hombre que asesinó a su esposa “confesó” su crimen a un sacerdote, quien lo
reportó a las autoridades. Esta es la verdad.
John Grazioli, de 44 años, asesinó a su esposa, Amanda, de 31, en su
casa en el condado de Erie, en Pensilvania (Estados Unidos) a inicios de marzo.
Tras abandonar el cuerpo dentro de la vivienda, se dirigió a la iglesia St.
Peter Cathedral y pidió hablar con un sacerdote.
El P. Michael Polinek, que atendió a Grazioli, dijo a Erie-Times News
que el asesino “estaba un poco perturbado y, tras
un momento, básicamente dijo: necesito decirte que asesiné a mi esposa y que me
iré a casa y me suicidaré”.
Priest turns
in man who confessed to killing his new wife. @EvaPilgrim has the story. pic.twitter.com/IfXIIqbV8P
El sacerdote precisó que no se trató de una confesión sacramental, por
lo que no estaba obligado a mantener en secreto lo que le dijo el asesino.
Un sacerdote que rompe el secreto de confesión, de acuerdo al Código de
Derecho Canónico, queda excomulgado automáticamente, pues “el sigilo sacramental es inviolable; por lo cual está
terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de
cualquier otro modo, y por ningún motivo”.
El sacerdote indicó que “después de un rato”
pudo convencer al asesino “de que por el
bien del resto de su familia y otras personas, sería una buena idea llamar a la
policía, al 911”.
La policía ya estaba siguiendo el rastro de Grazioli, luego de que el
911 recibiera una llamada, reportando que un hombre aseguraba haber asesinado a
su esposa y tener intención de suicidarse.
Durante su conversación con el asesino, y con su consentimiento, el
sacerdote mantuvo en línea al 911.
“El 911 estaba en línea todo el tiempo y él estaba
al tanto de eso, yo estaba al tanto de eso, el operador del 911 estaba al tanto
de eso”.
“Yo llamé al 911 y ellos dijeron: ‘¿tiene un
arma?’. Él dijo con su cabeza que sí. Yo dije: ‘¿Dónde está?’. Creo que él dijo
que ‘está en mi abrigo’, Dije: ‘por qué no sacamos tu abrigo’”, recordó.
El sacerdote dijo que “tomé su abrigo y lo
puse en el piso y de esa forma yo estaba entre él y el abrigo. Nunca miré en el
abrigo. Se sintió como que había algo dentro. La policía vino y lo tomó, pero
no había amenaza”.
“La policía vino e hicieron lo que necesitaban
hacer, y acabó muy pacíficamente”, aseguró.
Mike Nolan, jefe adjunto del departamento de policía de Erie, dijo a la
cadena televisiva ABC que el sacerdote católico “fue
heroico”, y destacó que “desde nuestra
perspectiva”, el P. Polinek “mantuvo su
compostura e hizo un muy buen trabajo”.
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