martes, 13 de marzo de 2018

¿SABÍAS QUE LA MUERTE Y RESURRECCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA FUE SIMILAR A LA DE JESÚS?


Hay mucha confusión entre los católicos sobre la muerte de la Santísima Virgen. Tenemos el dogma de la Asunción en cuerpo y alma, relatos místicos de su tránsito y una supuesta tumba. Y a grandes rasgos, su muerte y resurrección fue similar a de su hijo y prefiguración de la nuestra.
El papa Pío XII promulgó en 1950 el dogma de la Asunción, que en su parte esencial dice,
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“Declaramos y definimos como un dogma divinamente revelado: que la Inmaculada Madre de Dios, la siempre Virgen María, habiendo completado el curso de su vida terrenal, fue asumida en cuerpo y alma en la gloria celestial”.
Para algunos esto significa que la iglesia no toma posición sobre si la Virgen murió o no. Sin embargo este pasaje estaba referido solamente a la Asunción en cuerpo y alma, no menciona su muerte o no. Si se lee el resto de la encíclica queda claro que el Santo Padre estaba apoyando la tradición occidental, de que la Santísima Virgen murió antes de ser asunta físicamente al cielo.
ORIENTE VS OCCIDENTE
En los últimos siglos han aparecido teólogos que han favorecido la opinión de que la Santísima Virgen fue asunta al cielo, sin haber tenido previamente una separación entre su cuerpo y alma. Y lo comparan con la iglesia de oriente que parecería favorecer la opinión que murió, y lo expresa bajo el término dormición.
Sin embargo la tradición occidental ha sido más fuerte y directa que la oriental sobre que la Virgen María murió antes de ser asunta al cielo.
Porque los teólogos orientales prefieren no hablar de muerte sino que de dormición, lo cual es más ambiguo de lo que parece. La tradición occidental desde los primeros siglos es que la Santísima Virgen primero murió y luego fue asunta al cielo en cuerpo y alma. Algunos opinan que es exactamente lo mismo que están diciendo los orientales con la palabra dormición, que colapsa ambos conceptos, pero aun así quedan dudas razonables. La fiesta que celebran los orientales desde el siglo cuarto tuvo el nombre de dormición de la Santísima Theotokos. Theotokos es la palabra griega para referenciar a la Madre de Dios.
Los primeros escritos sobre la Asunción, aproximadamente en el siglo II, coinciden en que María murió, que Cristo recibió su alma en el cielo, que los apóstoles sepultaron su cuerpo en su tumba, que su cuerpo permaneció incorrupto  hasta la Asunción y que de ahí el cuerpo de María fue llevado al cielo.
En estos dos primeros siglos no existía la diferencia entre cristianos de oriente cristianos de Occidente de modo que ambos creían en la muerte de la Santísima Virgen María antes de su Asunción en cuerpo al cielo. Su situación es distinta que la de Elías que fue arrebatado por un carro de fuego y llevado al cielo cuando aún estaba vivo. Incluso la iconografía tradicional muestra al alma de María separada de su cuerpo en el lecho de muerte, lo que está hablando de su muerte.
En el icono bizantino que presentamos se ve a Cristo sosteniendo el alma diminuta de Su Madre, que está representada con un bebé envuelto en pañales blancos.
Mientras que el cuerpo de María está en el féretro y yaciendo sin vida. Y alrededor del cuerpo están los apóstoles que funcionan como testigos en la fe de este suceso. El tema de la dormición en la iglesia Oriental es más importante que en la iglesia occidental. Los ortodoxos realizan una mini cuaresma antes de la Asunción, desde principio de mes hasta el 14 de agosto con ayuno. Hay una tradición que dice que ella murió a las 3 de la tarde como Jesucristo, el 13 de agosto, y fue asunta al cielo el 15 de agosto. En Jerusalén se conmemora la muerte de María el 13 de agosto hasta el día de hoy, aunque la liturgia de su muerte comienza la noche del 12 de agosto. Y entre el 13 y el 15 de agosto hay un Triduo Mariano que venera el ciclo de muerte y resurrección de 3 días de la Santísima Virgen.
DE QUÉ MURIÓ LA VIRGEN Y CÓMO FUE SU PASAJE
Hay consenso entre los teólogos que María no murió por causa del pecado, porque ella estaba libre de pecado original, que es lo que causa la muerte.
Sino que más bien murió por su deseo de ser conformada a imagen de Cristo. No parece que muriera de enfermedad ni de vejez avanzada, ni por accidente, ni por martirio, sino por amor. San Alberto Magno dice “creemos que murió sin dolor y de amor”, lo mismo que piensan otros Santos.
Juan Pablo II aclara este punto diciendo, “Cualquiera que haya sido el hecho orgánico y biológico que, desde el punto de vista físico, le haya producido la muerte, puede decirse que el tránsito de esta vida a la otra fue para María una maduración de la gracia en la gloria, de modo que nunca mejor que en este caso la muerte puede concebirse como una `dormición’”
Y agrega en el mismo sentido el Mariólogo Garriguet, “María murió sin dolor, porque vivió sin placer; sin temor, porque vivió sin pecado; sin sentimiento, porque vivió sin apego terrenal. Su muerte fue semejante al declinar de una hermosa tarde, como un sueño dulce y apacible; era menos el fin de una vida que la aurora de una existencia mejor. Para designarla la Iglesia encontró una palabra encantadora: la llama sueño o dormición de la Virgen”.
Desde los primeros días y los evangelios apócrifos que hablan sobre la dormición o muerte de la Santísima Virgen. El más conocido es Transitus Mariae. Básicamente estos documentos hablan que el Ángel Gabriel fue a María mientras rezaba en el Santo Sepulcro y le dijo que su vida terrenal había llegado al fin. Entonces ella decidió regresar a Belén para su muerte. Los apóstoles fueron arrebatados por el Espíritu Santo y transportados a Belén para acompañar a María los días finales. En esa circunstancia en que María estaba en su lecho de muerte, rodeada por los apóstoles, se apareció Jesús y le dijo que no temiera. El rostro de María brilló con una luz muy intensa, se levantó, bendijo a los apóstoles con sus manos, y luego el Señor recibió su alma en el cielo. Los apóstoles envolvieron su cuerpo y lo llevaron a Getsemaní donde lo colocaron en una tumba nueva.
Durante 3 días salió de la tumba un santo olor a perfume y se escucharon voces de ángeles y glorificando a Dios y a Cristo,
Al tercer día cesaron estas manifestaciones y todos supieron que su inmaculado cuerpo había sido trasladado al paraíso.
LA TUMBA DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Hay una tradición que afirma de que la tumba de la Santísima Virgen está en Jerusalén, en el Valle del Cedrón, donde se edificó luego la Iglesia de La Asunción.
También hay otra tradición que supone que la Virgen María está enterrada en su casa de Éfeso, donde vivió con San Juan luego de la crucifixión de Nuestro Señor. Sin embargo ahí no existe una tumba de María identificada, pero si existe en el Valle del Cedrón la que describimos aquí. La tradición es que Nuestra Señora murió en el año 48 dC. El Cedrón comienza a formarse a unos dos km. al norte de la ciudad de Jerusalén. El Valle de Tiropeón oculto hoy por el relleno de escombros y edificaciones, venía por el oeste del templo, en dirección sur, entre el Ofel o antiguo Sión (Ciudad de David) y el Sión Cristiano. El Ben Hinom o Gehena que viene de oeste a este, se une a los anteriores formando un único Cedrón con desagüe hacia el mar Muerto. Al torrente Cedrón se llama también en la Biblia Valle de Josefat (Yahvé juzga), porque en él reunirá Dios a todas las naciones para ser juzgadas. De ahí que en sus laderas hayan surgido los cementerios judío y musulmán. El valle del Cedrón, que separa la parte vieja de Jerusalén del Monte de los Olivos, se caracteriza por su paisaje áspero y singular, al que da su típico aspecto una pedregosa y áspera colina punteada sólo por unos pocos olivos y uno que otro matojo de hierbas. El interés del valle radica en que por él pasó muchas veces Jesús, la más señalada es cuando fue del Cenáculo al Monte de los Olivos en la noche víspera de su pasión y muerte. Cruzando el torrente Cedrón, el primer monumento que vemos a la izquierda al pie del Monte de los Olivos es la Iglesia de la Asunción erigida sobre la tumba que recibió los restos mortales de la Santísima Virgen. Desde esta Tumba fue llevada al cielo, para no estar sujeta a las consecuencias del pecado, a la corrupción de la carne. Por lo tanto, María sólo probó la tumba, pero no se quedó en ella; su tumba se convirtió en el lugar santo de su Asunción gloriosa al Cielo. Su decoración actual, con lámparas de aceite parpadeantes e iconos, confiere a esta iglesia cierto aire de misterio y de antigüedad que indica que actualmente pertenece a la corriente cristiana oriental. Junto a la iglesia hay una cueva que para algunos encaja con la descripción de Getsemaní que aparece en Marcos 14:32 y en Mateo 26:36. La Asunción de María en cuerpo y alma al cielo al final de su existencia terrena, fue definida como un artículo de fe, el 1 de noviembre de 1950. La muerte y la asunción de María al cielo es descrita en los relatos apócrifos como “la transición de la Virgen” o “Dormición” de María. El autor de este trabajo une tradiciones de la iglesia primitiva desde la era apostólica. El libro contiene muchas referencias simbólicas típicas de la comunidad Judeocristiana, razón por la cual fue desechado completamente durante mucho tiempo. Pero el libro da testimonio de la veneración de este lugar desde el siglo segundo, momento en que fue transformado en santuario.
DESCRIPCIÓN DE LA IGLESIA
La primera iglesia, una capilla de campo, fue construida hacia el s. V y consagrada por el Patriarca de Jerusalén Juvenal (422-458) justo después del Concilio de Calcedonia (431). Fue entonces cuando se construyó una nueva Iglesia sobre la tumba de María, quedando visible la cripta en la cual fue venerada la Tumba de la Virgen. La iglesia superior fue completamente fue destruida antes de la llegada de los Cruzados. Cuando los Cruzados llegaron sólo encontraron una pequeña edícula sobre la Tumba. Godfrey del Caldo construyó la Abadía conocida como Santa María del Valle de Josafat, un monasterio para los Benedictinos de Cluny, a cuyo cuidado confió a la Iglesia. Los Cruzados reconstruyeron la Iglesia sobre el año 1130. Esta iglesia superior fue destruida nuevamente junto con el monasterio por Saladino en el 1187. Los Musulmanes respetaron la cripta por veneración a “la Madre Santa de profeta Jesús”, pero sin embargo usaron la albañilería de la iglesia superior para construir las paredes de Jerusalén. La ruina del monumento sagrado, no obstante, habría sido inevitable, principalmente debido a las inundaciones que continuamente lo dañaban. Los franciscanos aún no se ocupaban del cuidado de la Iglesia en la segunda mitad del decimocuarto siglo, pero a partir de ese momento se ocuparon del mantenimiento del edificio, sufragando los gastos de muchas restauraciones importantes. Los Hijos de San Francisco tuvieron la posesión exclusiva y pacífica de la tumba de la Santísima Virgen durante más de doscientos años, hasta el siglo XVII, cuando comenzaron las intrigas y la violencia para expulsar de este lugar santo a los representantes de la Iglesia católica de rito latino. Después de varias vicisitudes, la usurpación definitiva ocurrió en 1757 y desde entonces no ha vuelto a ser reparada. Los Católicos presentes, como protesta, no tienen servicios religiosos en el Santuario donde aún los musulmanes tienen un lugar especial para sus rezos. El Patriarca Latino de hecho puede celebrar oficialmente en este santuario tres veces por año, incluyendo el 15 de agosto, el banquete de la Asunción. Desde 1757 el rito griego Ortodoxo ha disfrutado de la posesión del lugar, que ellos comparten con los Armenios. Los sirios, los Coptos, y los Abisinios tienen derechos menores. Las inundaciones de 1972 hicieron posible que los arqueólogos no sólo pudieran limpiar la zona, sino también excavar la parte exterior de la cripta. Estas excavaciones fueron realizadas por Bellarmino Bagatti. A raíz de las mismas dedujo que la tradición de la tumba de María en el valle de Josafat está claramente marcada por la presencia de un cementerio durante el siglo I. Además, la tumba misma, que al principio constaba de tres cámaras, fue desenterrada con las mismas técnicas usadas en las tumbas del primer siglo, como el Santo Sepulcro y las tumbas de los Reyes. La tumba real era la cámara interior del complejo entero. Estas conclusiones arqueológicas, corroboradas según documentos literarios (el palestino, el sirio, el etíope y el griego) de los siglos II-IV junto con la devoción constante litúrgica son el testimonio de la creencia en que la tumba de María se hallaba al lado de Getsemani desde el principio de la Era Cristiana. Sobre la tumba de María encontramos la construcción austera y solemne de los Cruzados. Una escalera larga, sobre cuyos flancos la esposa de Balduino III y la madre o Boemondo III (el príncipe de Antioquía) fueron enterradas, baja hacia la tumba de María. Aquí también fue enterrada la reina Melisanda, la primera hija de Balduino II, rey de Jerusalén, que dieron en matrimonio a Folco d’Angió. Sospechado del adulterio por su marido, ella tuvo que sufrir enormemente. Tras la muerte de su marido, ella gobernó el Reino latino hasta la mayoría edad de su hijo Balduino III, en que ella se retiró a Nablus y dedicó su vida a obras de caridad.

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