Algunos años atrás, cuando John y yo estábamos de novios,
llegó el momento en que empezamos a pensar en casarnos y soñábamos en construir
una vida juntos.
Estábamos parados afuera de una joyería, observando su
vitrina y admirando los varios cortes y tamaños de los diamantes de los anillos
de compromiso antes de entrar. Yo señalé algunos que me gustaron y se
encontraban en el lado opuesto a los que John estaba apuntando.
Finalmente, John dejó de insinuarse y me preguntó
directamente. “¿Cuáles te gustan más – los
diamantes de medio quilate o los de un quilate? Yo pienso que los de un quilate
son muy grandes”
No era un buen momento para una indecisión de mi parte. “Definitivamente me gustan más los de un quilate” dije.
Cuando entramos a la tienda y después de haber preguntado el costo de los
anillos de un quilate, puedo decir que John estaba desanimado. El costo era
mucho más de lo que él había presupuestado. Me di cuenta que había dicho mucho
más de lo necesario sobre mis preferencias. En ese mismo momento, le dije que
amaría cualquier anillo que me diera y le sugerí que no viéramos más diamantes
juntos. Que realmente prefería que él me sorprendiera.
Esa noche, John tomó una decisión.
Esa noche, John tomó una decisión.
No iba a desistir de darme un anillo de diamante de un
quilate, e inmediatamente construyó un plan para alcanzar esto. Ahora, él pudo
haber tomado una alternativa más barata como una circona cúbica, que es una
piedra sintética artificial creada para reemplazar al diamante. Con el tiempo,
sin embargo, estos se muestran por lo que son.
Aunque en su superficie aparecen sin defectos, con el tiempo su falta de
autenticidad se nota. Debido a que carecen de la dureza de un diamante real, se
rayan fácilmente y su brillo desaparece. John estaba decidido. El me
conseguiría algo auténtico y genuino, sin importar el costo.
Después de meses de sacrificio guardando dinero de muchas
formas, incluyendo comer una dieta simple que consistía en su mayoría de papas,
el momento llegó. El me propuso matrimonio en mi cumpleaños — probablemente
porque no le quedaba dinero para mi regalo de cumpleaños. El estaba tan
emocionado en darme el anillo, y yo estaba totalmente ¡asombrada! Más tarde
fuimos a su apartamento, donde me enseñó la tasación del diamante. El documento
certificado especificaba los quilates del diamante, corte, color y claridad.
Era oficial. De hecho, tenía un diamante auténtico, pero el
hecho de que fuera genuino no significaba que estuviera libre de imperfecciones.
En realidad, era lo opuesto. Es extremadamente raro que un diamante genuino se
clasifique como impecable. La mayoría de diamantes tienen al menos alguna
imperfección, y estas imperfecciones realmente le dan autenticidad a la piedra.
John me mostró las imperfecciones visibles del diamante, que aparecen como
sombras de carbón cerca de la punta de la piedra.
Esto debería ser una Buena noticia para todos nosotros. Para
ser auténtico o genuino, no debemos ser perfectos! Nuestras imperfecciones
realmente nos hacen auténticos. De hecho, si nos mostramos sin imperfecciones,
entonces realmente nos estamos declarando como falsos.
Tú te puedes presentarte a otros como perfecto y proyectar
una versión editada de si mismo al mundo. Con las redes sociales al alcance de
todos, es tentador, y muchos escogen ir por esa ruta. Pero no eres sabio al
tomar ese camino.
Nadie es perfecto, excepto Dios – así que toma un gran suspiro, relájate y deja
que Él sea quien llene los vacíos de tu vida. Donde tú te sientes inadecuado,
Él es más que capaz. Cuando a ti te falta, Él es más que suficiente. Mientras
tú peleas por lograr el equilibrio, Su gracia es tan segura como la salida del
sol. Él es más que fiel para revelarse a través de tus imperfecciones, así que
no hay necesidad de esconderlas.
Él le dijo al apóstol Pablo, “Te
basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad” (2
Corintios 12:9). En ese mismo verso, Pablo sigue diciendo, “Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis
debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo”.
La fe auténtica no busca cubrir todas las imperfecciones y
debilidades. En lugar de ello, entiende que nuestras imperfecciones son los
lugares que Dios escoge para revelarse en y a través de nosotros.
Así que para de esconder al verdadero tú del mundo. Ten el
coraje de ser tú mismo. En un mundo lleno de personajes que cuidadosamente
construyen una imagen, deja caer la fachada, confiando en que tu valor real no
está en que los demás te vean perfecto, sino que vean la gracia de Dios
revelada en tus imperfecciones.
Cindy Jacobs es una
reconocida conferencista, maestra de la palabra y profeta internacional. Su
ministerio es de inspiración e impacto en muchas naciones. Traducido por avanzapormas.com Fuente original: messengerinternational.org/blog/lisa-devotional/why-flawed-is-better.
Por Cindy Jacobs
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