Jesús nos transforma
incorporándonos a Él con los sacramentos, dice el texto.
El pelagiano cree que se salva con esfuerzo y técnica y músculo, y el
gnóstico con conocimientos o sentimientos... ambos se equivocan.
La
Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida desde julio de 2017 por el
jesuita español Luis Ladaria, acaba de publicar un documento, dirigido a los obispos, sobre "la salvación cristiana",
la carta "Placuit
Deo", aprobada por el Papa Francisco el 16 de
febrero.
El texto explica cómo salva Jesús a los hombres y previene contra dos errores muy difundidos: el neopelagianismo y el neognosticismo.
El neopelagiano cree que no necesita ser salvado por Jesús, porque se salva él solo, con su esfuerzo, haciendo cosas buenas, o participando en organizaciones humanas muy eficaces. Es la herejía de una época de individualistas que se creen fuertes y buenos.
El neognóstico, por su parte, cree que no necesita ser transformado completamente por Jesús, porque le basta con saber algunas cosas intelectualmente o sentirlas emocionalmente para salvar "su alma": el neognóstico no entiende que Jesús salva no solo el alma, sino también el cuerpo, y no solo por decisiones intelectuales, sino por las relaciones completas con Dios y los demás.
QUIEN SALVA ES JESÚS, CON LOS SACRAMENTOS
El documento insiste en que quien salva es Jesús, y quien se salva lo hace uniéndose a Jesús, lo cual sucede a través de los sacramentos (palabra mencionada 8 veces en el texto).
Así, por ejemplo, explica: "Con la gracia de los siete sacramentos, los creyentes crecen y se regeneran continuamente, especialmente cuando el camino se vuelve más difícil y no faltan las caídas. Cuando, pecando, abandonan su amor a Cristo, pueden ser reintroducidos, a través del sacramento de la Penitencia".
Pero, ¿qué es "salvarse"? En lenguaje sencillo sería vivir con Dios más allá del mal y de la muerte.
SALVARNOS DEL MAL, LA ENFERMEDAD Y LA MUERTE
El ser humano se hace preguntas: "¿Quién soy yo que existo, pero no tengo en mí el principio de mi existir? [...] La lucha para conquistar el bien, se une a la lucha para defenderse del mal: de la ignorancia y el error, de la fragilidad y la debilidad, de la enfermedad y la muerte", detalla el texto.
Mediante el bautizo y los sacramentos nos unimos a Cristo, el Espíritu Santo nos diviniza y Dios nos salva
"Placuit Deo" explica que "la fe en Cristo nos enseña, rechazando cualquier pretensión de autorrealización, que solo se pueden realizar plenamente [estos deseos de escapar de la muerte, el mal, etc...] si Dios mismo lo hace posible, atrayéndonos hacia Él mismo. [...] Nada creado puede satisfacer al hombre por completo, porque Dios nos ha destinado a la comunión con Él y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Él", continúa el texto citando a San Agustín.
"Pecando, el hombre ha abandonado la fuente del amor y se ha perdido en formas espurias de amor, que lo encierran cada vez más en sí mismo. Esta separación de Dios – de Aquel que es fuente de comunión y de vida – conduce a la pérdida de la armonía entre los hombres y de los hombres con el mundo, introduciendo el dominio de la disgregación y de la muerte", continúa el texto.
RESCATARNOS DEL PECADO, UNIRNOS A DIOS
Cristo nos salva "sin nunca separar el aspecto curativo de la salvación, por el que Cristo nos rescata del pecado, del aspecto edificante, por el cual Él nos hace hijos de Dios, partícipes de su naturaleza divina", añade la Carta.
"Jesús es iluminador y revelador, redentor y liberador, el que diviniza al hombre y lo justifica", "ofrece al Padre, en el nombre de los hombres, el culto perfecto: se sacrifica, expía los pecados y permanece siempre vivo para interceder a nuestro favor", añade.
Esta es la única frase del texto que habla de "sacrificio". También la única que habla de que la salvación es "divinizar" al hombre (como explica el Catecismo en su punto 460 con citas de San Ireneo, San Atanasio y Santo Tomás).
El texto de "Placuit Deo" no usa nunca la palabra "cruz" y en cambio habla en 16 ocasiones de "relación" o "relaciones" entre Dios y los hombres o entre el hombre y su prójimo.
"Cristo es Salvador porque ha asumido nuestra humanidad integral y vivió una vida humana plena, en comunión con el Padre y con los hermanos. La salvación consiste en incorporarnos a nosotros mismos en su vida, recibiendo su Espíritu", insiste el texto.
CONQUISTAR A LA MUERTE Y TENER CUERPOS GLORIOSOS
"La salvación del hombre se realizará solamente cuando, después de haber conquistado al último enemigo, la muerte, participaremos plenamente en la gloria de Jesús resucitado, que llevará a plenitud nuestra relación con Dios, con los hermanos y con toda la creación. La salvación integral del alma y del cuerpo es el destino final al que Dios llama a todos los hombres. [...] Él transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio", finaliza el texto, citando Filipenses 3.
Luis Francisco Ladaria, el prefecto de Doctrina de la Fe, explicó durante la presentación del documento que "la salvación no puede reducirse simplemente a un mensaje, a una praxis, o a una gnosis ni siquiera a un sentimiento interior”.
Detalló además que el documento nace de la petición de diversos teólogos que querían profundizar en la Declaración Dominus Iesu del año 2000 redactada por su predecesor en el cargo, Joseph Ratzinger (luego Benedicto XVI) un texto que trataba de Jesús como única fuente de salvación.
Texto completo de "Placuit Deo" en Vatican.va en español aquí
El texto explica cómo salva Jesús a los hombres y previene contra dos errores muy difundidos: el neopelagianismo y el neognosticismo.
El neopelagiano cree que no necesita ser salvado por Jesús, porque se salva él solo, con su esfuerzo, haciendo cosas buenas, o participando en organizaciones humanas muy eficaces. Es la herejía de una época de individualistas que se creen fuertes y buenos.
El neognóstico, por su parte, cree que no necesita ser transformado completamente por Jesús, porque le basta con saber algunas cosas intelectualmente o sentirlas emocionalmente para salvar "su alma": el neognóstico no entiende que Jesús salva no solo el alma, sino también el cuerpo, y no solo por decisiones intelectuales, sino por las relaciones completas con Dios y los demás.
QUIEN SALVA ES JESÚS, CON LOS SACRAMENTOS
El documento insiste en que quien salva es Jesús, y quien se salva lo hace uniéndose a Jesús, lo cual sucede a través de los sacramentos (palabra mencionada 8 veces en el texto).
Así, por ejemplo, explica: "Con la gracia de los siete sacramentos, los creyentes crecen y se regeneran continuamente, especialmente cuando el camino se vuelve más difícil y no faltan las caídas. Cuando, pecando, abandonan su amor a Cristo, pueden ser reintroducidos, a través del sacramento de la Penitencia".
Pero, ¿qué es "salvarse"? En lenguaje sencillo sería vivir con Dios más allá del mal y de la muerte.
SALVARNOS DEL MAL, LA ENFERMEDAD Y LA MUERTE
El ser humano se hace preguntas: "¿Quién soy yo que existo, pero no tengo en mí el principio de mi existir? [...] La lucha para conquistar el bien, se une a la lucha para defenderse del mal: de la ignorancia y el error, de la fragilidad y la debilidad, de la enfermedad y la muerte", detalla el texto.
Mediante el bautizo y los sacramentos nos unimos a Cristo, el Espíritu Santo nos diviniza y Dios nos salva
"Placuit Deo" explica que "la fe en Cristo nos enseña, rechazando cualquier pretensión de autorrealización, que solo se pueden realizar plenamente [estos deseos de escapar de la muerte, el mal, etc...] si Dios mismo lo hace posible, atrayéndonos hacia Él mismo. [...] Nada creado puede satisfacer al hombre por completo, porque Dios nos ha destinado a la comunión con Él y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Él", continúa el texto citando a San Agustín.
"Pecando, el hombre ha abandonado la fuente del amor y se ha perdido en formas espurias de amor, que lo encierran cada vez más en sí mismo. Esta separación de Dios – de Aquel que es fuente de comunión y de vida – conduce a la pérdida de la armonía entre los hombres y de los hombres con el mundo, introduciendo el dominio de la disgregación y de la muerte", continúa el texto.
RESCATARNOS DEL PECADO, UNIRNOS A DIOS
Cristo nos salva "sin nunca separar el aspecto curativo de la salvación, por el que Cristo nos rescata del pecado, del aspecto edificante, por el cual Él nos hace hijos de Dios, partícipes de su naturaleza divina", añade la Carta.
"Jesús es iluminador y revelador, redentor y liberador, el que diviniza al hombre y lo justifica", "ofrece al Padre, en el nombre de los hombres, el culto perfecto: se sacrifica, expía los pecados y permanece siempre vivo para interceder a nuestro favor", añade.
Esta es la única frase del texto que habla de "sacrificio". También la única que habla de que la salvación es "divinizar" al hombre (como explica el Catecismo en su punto 460 con citas de San Ireneo, San Atanasio y Santo Tomás).
El texto de "Placuit Deo" no usa nunca la palabra "cruz" y en cambio habla en 16 ocasiones de "relación" o "relaciones" entre Dios y los hombres o entre el hombre y su prójimo.
"Cristo es Salvador porque ha asumido nuestra humanidad integral y vivió una vida humana plena, en comunión con el Padre y con los hermanos. La salvación consiste en incorporarnos a nosotros mismos en su vida, recibiendo su Espíritu", insiste el texto.
CONQUISTAR A LA MUERTE Y TENER CUERPOS GLORIOSOS
"La salvación del hombre se realizará solamente cuando, después de haber conquistado al último enemigo, la muerte, participaremos plenamente en la gloria de Jesús resucitado, que llevará a plenitud nuestra relación con Dios, con los hermanos y con toda la creación. La salvación integral del alma y del cuerpo es el destino final al que Dios llama a todos los hombres. [...] Él transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio", finaliza el texto, citando Filipenses 3.
Luis Francisco Ladaria, el prefecto de Doctrina de la Fe, explicó durante la presentación del documento que "la salvación no puede reducirse simplemente a un mensaje, a una praxis, o a una gnosis ni siquiera a un sentimiento interior”.
Detalló además que el documento nace de la petición de diversos teólogos que querían profundizar en la Declaración Dominus Iesu del año 2000 redactada por su predecesor en el cargo, Joseph Ratzinger (luego Benedicto XVI) un texto que trataba de Jesús como única fuente de salvación.
Texto completo de "Placuit Deo" en Vatican.va en español aquí
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