Señores obispos: nos
hemos sentido abandonados con esa nota. No saben el dolor y la perplejidad que
ha causado en la mitad de su rebaño. Ha sido como una apertura de hostilidades.
El 11 de mayo de 2017, los
obispos de la Conferencia Episcopal Tarraconense firmaron una nota en la que
afirmaban la realidad nacional de Cataluña y, en su consecuencia, añadían que «…creemos humildemente que conviene que sean escuchadas las
legítimas aspiraciones del pueblo catalán, para que sea estimada y valorada su
singularidad nacional». Traducido al Román paladino: consideraban
legítimo -y legitimaban- el previsto referéndum secesionista. Ese referéndum,
legitimado por nuestros obispos, se celebró el 1 de octubre y se convocó una
nueva reunión de la Tarraconense para los días 23 y 24 de dicho mes. Un
convulso mes de octubre en el que se sucedió una huelga general, el histórico
discurso del Rey, la aplicación del artículo 155 o el encarcelamiento de los
Jordis. Tras aquella reunión de los obispos se esperaba una nueva nota. Sin
embargo, hubo un mutis absoluto. Ni nota ni declaración alguna. Los prelados
catalanes habían recibido serias instrucciones de Roma: el papa Francisco
desautorizaba firmemente el proceso secesionista catalán. Incluso había
prohibido a Omella que ejerciese como mediador.
Parecía que nuestros obispos volvían a ser pastores de todo el rebaño, pero hete aquí que la semana
pasada se volvió a reunir la Tarraconense y no pudieron reprimir su
protagonismo y su afán escribiente, en forma de una nueva nota. Ahora ya no
hablan de legítimas aspiraciones, ni de la realidad nacional, sino que urgen al
diálogo y a la formación de gobierno. Evidentemente, el proces, tal
como era entendido, ha fracasado y pasarán varias generaciones hasta que se
vuelva a impulsar un referéndum unilateral. Sin embargo, los obispos recibieron muchas presiones a fin
de hablar de la cuestión de los presos. Y sucumbieron a ellas,
introduciendo en la nota este párrafo: «Queremos
mencionar una cuestión concreta que nos preocupa. En cuanto a la prisión
preventiva de algunos antiguos miembros del gobierno y de algunos dirigentes de
organizaciones sociales, sin entrar en debates jurídicos, pedimos una reflexión
serena sobre este hecho, en vistas a propiciar el clima de diálogo que tanto
necesitamos y en la que no se dejen de considerar las circunstancias personales
de los afectados»
Una reflexión serena, piden. Y
sin entrar en debates jurídicos, añaden. Con la coda de las consideradas
circunstancias personales de los afectados. ¿Pero a quién piden la reflexión serena? ¿A aquéllos que desobedecieron
las leyes, despreciaron a la oposición y desacataron a los Tribunales? ¡Quiá! A
esos jamás se les pidió reflexión alguna, ni tan siquiera en el golpe
parlamentario del 6 de septiembre, en el que se aprobó una ley de «desconexión» que abrogaba la vigencia de la
Constitución y el Estatut, contra el dictamen del Consell de Garanties
Estautaries y el informe adverso de los letrados del Parlament.
Tampoco pidieron reflexión alguna a Puigdemont y los otros cuatro ex consellers que
se constituyeron en prófugos de la Justicia, huyendo a Bruselas. Ni tan
siquiera les recordaron el elemental principio de atención a los requerimientos
judiciales, máxime cuando se ostentan altos cargos políticos. Al revés, están contemplando delante de sus
episcopales narices cómo las empresas abandonan Cataluña, los turistas dejan de
venir y se deteriora a marchas forzadas el tejido industrial y financiero.
Pero ante esa lacra tampoco instan a una reflexión serena que nos permita salir
del pozo. La reflexión episcopal solo se centra en los cuatro presos. Cuatro
presos por delitos muy graves, que serán juzgados con todas las garantías
legales de un país democrático.
Es en esa parcialidad donde destaca la deslealtad de nuestros obispos.
Deslealtad a todo el pueblo fiel que les ha sido encomendado. ¿Qué no han reflexionado
serenamente sobre el resultado de las elecciones de diciembre? ¿No han visto que la mitad de Cataluña votó
en contra de las propuestas independentistas? ¿No han observado las dos
manifestaciones multitudinariamente españolistas que hubo en Barcelona y las
banderas españolas que han aparecido por doquier? ¿O es qué creen que entre
esas filas no hay cristianos? ¡Claro que hay cristianos! Y Ciudadanos, que es
la primera fuerza política de Cataluña, cuenta entre sus votos con un nutrido
escrutinio católico. Es más, a la inmensa mayoría de católicos que votamos por
partidos no independentistas, nos parece bien que esos cuatro presos sigan en
la cárcel por los graves delitos cometidos. Y cuando sean juzgados se les
condenen a penas severas. Así de claro, señores obispos. Y tras reflexión
serena.
Cierto es que Cataluña afronta
una grave división y que los dos bloques se hallan en posiciones
irreconciliables. Pero quien propició
la división, la desobediencia a la ley, el estrangulamiento de la oposición,
cuando no la xenofobia y el supremacismo fue el bloque independentista.
Buenos propósitos son los suyos de restañar heridas, pero difícilmente las
pueden restañar cuando se alían con solo uno de esos bloques y cuando piden
reflexión y comprensión a quien cumple la ley y no llaman a la reflexión de
quien la vulnera. Ante esa toma de posición, la otra mitad de su rebaño se
siente dolida y perpleja, cuando observa que su alarma y su temor son
despreciados por nuestros Pastores, que solo parecen preocuparse de cuatro
políticos presos. Señores obispos: nos
hemos sentido abandonados con esa nota. No saben el dolor y la perplejidad que
ha causado en la mitad de su rebaño. Ha sido como una apertura de hostilidades.
Esperemos que no se repita en Cataluña el partidismo eclesial de la Iglesia
vasca. De tan funesto recuerdo. Máxime cuando tenemos el episcopado menos
nacionalista desde hace mucho tiempo. Que parece haber caído en una grosera
trampa.
Desde Germinans seremos inmisericordes ante cualquier
parcialidad episcopal en ese campo. Nacimos como oposición al nacional-progresismo eclesial, hoy ya muy
caduco y el tiempo y las circunstancias nos están convirtiendo en oposición a
la instrumentalización eclesial del independentismo. Intentaremos ser igual de
implacables.
Oriol Trillas
Publicado
originalmente en Germinans germinabit
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