"Espíritu Santo, tú eres vida, tú eres necesario para mí como el
aire que respiro. Te doy gracias por el don de la vida, porque es maravilloso
existir. Permíteme respirar contigo, Señor.
Te adoro Espíritu Santo, porque así como el aire me rodea y penetra en
mí, así también estoy rodeado por ti, me envuelves con tu presencia, lleno de
vida en plenitud y de pura alegría, me penetras con tu gracia y me transformas
con tu presencia.
¡Gloria a ti, Señor, Espíritu de vida!
Junto con el aire que sale de mis pulmones, llévate todo lo que no me
hace feliz, arroja fuera de mí toda impureza, expulsa todas mis angustias y
tristezas, todos mis rencores y malos recuerdos, todo egoísmo y mala intención.
Llévate todo Dios mío, y déjame sólo tu gracia, tu vida. Quédate tú invadiendo
todo mi ser y reinando en mí con tu gozo en medio de mis tareas.
Amén."
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