Cuántas veces he tenido que oír,
en boca de buenos católicos, que eso de consagrarse era algo pasado de moda,
algo que encajaba en la mentalidad de hace un siglo, pero que ahora había
quedado desfasado. Estamos en pleno siglo XXI, la mentalidad y las
sensibilidades son otras y ahora, consecuentemente, se llevan otras cosas, más
conectadas con la vida de cada día (¿pero qué hay con más impacto que consagrar
tu vida entera?), y por supuesto más ecuménicas, más abiertas a aquellos
hermanos con quienes compartimos la fe en Cristo.
Me venían a la cabeza estos recuerdos a propósito de una noticia con la que me topé el otro. El titular no tenía desperdicio: Mega-Iglesia Evangélica se consagra al Corazón de Jesús.
Casi no podía creerlo. Pero
resulta que es cierto.
Uno de los pastores de la New Life Church de Colorado Springs, una de esas megaiglesias evangélicas que atraen a tantísima gente, expertas en marketing y que son gestionadas como si de empresas se tratase, hizo algo con su congregación que parece increíble: consagrarse al Sagrado Corazón de Jesús.
Y no se trataba de una consagración cualquiera, ¡sino de la consagración compuesta por León XIII en 1899.
Eso sí, como estamos en una megaiglesia evangélica en vez de estampita con la oración, ésta fue proyectada en las pantallas de la iglesia mientras los asistentes la iban recitando.
Se me ocurren dos reflexiones:
1. El culto al Sagrado Corazón,
lejos de ser una reliquia del pasado, sigue hablando con fuerza al hombre
de hoy en día. También incluso a los evangélicos.
2. Las consagraciones no son algo pasado de moda,
sino que tienen un profundo significado que estos evangélicos, especializados
en atraer a mucha gente, han sabido descubrir (con mayor olfato religioso que
muchos católicos acomplejados).
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