El abuso de las
drogas es la pandemia más grave actualmente en todo el mundo.
Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org
Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org
PREGUNTA:
¿Cómo ayudar a los hijos que se drogan?
RESPUESTA:
Nadie duda que uno de los dramas contemporáneos
es el problema de la drogadicción en todos los niveles: niños, jóvenes, adultos
y ancianos.
El abuso de las drogas es la pandemia más grave
actualmente en todo el mundo. Es una de las principales causas de muchos:
-matrimonios deshechos
-fracasos en los estudios
-despidos de trabajo
-desempleo
-ruinas económicas
-delincuencia juvenil
-prostitución de niños,
adultos y jóvenes
-actos de violencia
-enfermedades mentales
-sida y otras enfermedades
-etc…
1.
EL FENÓMENO DE LA DROGADICCIÓN
Veamos algunas ideas generales.
1)
EL CONSUMIDOR DE DROGA
Entre los distintos consumidores de droga hay
que distinguir diversas clases:
-El consumidor ocasional: es
aquel que consume droga esporádica y excepcionalmente.
-El consumidor habitual: es quien
consume repetidamente, pero mantiene el suficiente control tanto de la
frecuencia cuanto de las dosis; su vida en la sociedad es prácticamente normal.
-El fármacodependiente o
tóxicodependiente: es el sujeto que ha llegado a la dependencia de
la droga; la consumición de droga se hace en él compulsiva y puede llegar en
algunos casos al síndrome de abstinencia.
-El toxicómano: es el
sujeto en quien la dependencia de la droga es tal que vive tan sólo para ella;
recurre a cualquier medio para conseguirla; desaparece para él todo otro
interés (personal, familiar, social); pierde todos los valores morales.
2)
LA DEPENDENCIA
También hay que hacer alguna distinción entre
los tipos de dependencia en que puede encontrarse un consumidor. Son
fundamentalmente dos: el acostumbramiento y la dependencia propiamente dicha.
El
acostumbramiento es el estado producido por el uso repetido
de un medicinal (u otra sustancia) y se caracteriza: por la tendencia a
perseverar en el uso de un determinado producto a causa de las sensaciones de
bienestar que provoca; por una ligera tendencia a aumentar la dosis; por cierto
grado de dependencia psíquica, pero no física; finalmente, porque los efectos
sólo son adversos para la persona que consume.
La
dependencia, en cambio, es el estado de intoxicación
periódica o crónica resultante del repetido uso de una medicina u otra
sustancia. Se caracteriza: por el deseo irresistible (compulsión) a tomar el
producto permanentemente y a conseguirlo a cualquier costo; por la tendencia a
aumentar la dosis; por la dependencia no sólo psíquica sino también física; y,
finalmente, porque los efectos son adversos tanto para la persona en cuestión
cuanto para la sociedad. Esta dependencia, a su vez, se considera sólo
psíquica: cuando la satisfacción psíquica empuja al individuo a abusar de la
sustancia que la produce; o incluso física: cuando la suspensión o limitación
del fármaco produce una serie de perturbaciones que se denomina ‘síndrome de
abstinencia’, cuando las perturbaciones llegan a calambres estomacales,
náuseas, diarrea, convulsiones e incluso estado de coma.
3)
PROBLEMAS SOCIALES QUE FAVORECEN EL CONSUMO
Nuestra sociedad contemporánea ha creado las
condiciones para que el fenómeno de la drogadicción pueda ser considerado
prácticamente una ‘cultura’ (o mejor ‘subcultura’); porque, en efecto, la drogadicción
se coloca en una línea armonizable con otras manifestaciones propias de nuestro
tiempo, como son:
-la búsqueda continua del
placer
-el hedonismo en todos sus
aspectos
-la intolerancia ante el dolor
y la frustración
-la falta de valores
-el materialismo consumista
-la inmadurez cada vez más
frecuente en adultos
-la desintegración del núcleo familiar
Este tipo de características de nuestro fin de
siglo han creado un estado de vacío, de frivolidad y de cansancio psicológico
tal que el instinto de supervivencia espiritual busca desesperadamente salidas
alternativas. Es muy significativo que la Organización Mundial para la Salud
haya indicado como razones por las que se comienza a consumir algunas drogas ‘suaves’ (como la marihuana): la curiosidad por
los efectos y sensaciones producidas por las drogas, el conseguir la
satisfacción de pertenecer a un grupo y ser aceptado por los miembros del
mismo, el manifestar independencia o también hostilidad, el tener experiencias
nuevas, agradables o peligrosas (el atractivo por las situaciones de riesgo),
el adquirir una mayor capacidad creativa, el entrar más fácilmente en estado de
sueño o éxtasis, el huir de algún problema.
4)
EFECTOS PRINCIPALES DE LAS DROGAS
Las drogas causan terribles efectos en sus
víctimas. Muchos son totalmente imprevisibles; pero entre los más comunes
podemos indicar:
a) Modificaciones en la
estructura de la personalidad: degradan la persona, se pierde la noción de los
valores morales, se pierden progresivamente los intereses culturales y profesionales,
desaparece toda capacidad para dar y recibir afecto (los demás dejan de
interesar excepto si son útiles para obtener más droga), la mentira pasa a ser
comportamiento habitual, se pierde el sentido de responsabilidad, se pierde el
sentido de la vida.
b) Modificaciones sobre el
comportamiento en la familia: los hijos se aíslan de los padres (por ejemplo,
viven encerrados en sus cuartos o se relacionan sólo con grupos cerrados de amigos),
adquieren comportamientos irritables, se da una progresiva pérdida de respeto
por los padres.
c) Alteraciones en el
ámbito escolar y laboral: pérdida del sentido del estudio y del trabajo,
disminución del rendimiento, abandono de dichas actividades.
d) Alteraciones sociales: delincuencia
y prostitución para conseguir dinero o por el ambiente en que se maneja,
conductas suicidas (se calcula que 1 de cada 25 alcohólicos intenta suicidarse
por lo menos una vez en la vida; esto es más agudo en las drogas químicas).
e) Problemas físicos:
artritis, cirrosis hepática, depresión, malnutrición, encefalopatías, herpes,
hepatitis B, sida, sífilis, tuberculosis, etc.
f) Disturbios mentales: la
drogadicción puede facilitar la aparición de disturbios mentales como:
ansiedad, cuadros psicóticos (especialmente con las drogas con efectos
alucinógenos: alucinaciones e ideas delirantes), disturbios mentales endógenos
como esquizofrenia.
2.
LOS PADRES Y LOS HIJOS DROGADICTOS[1]
Es indudable que esta amenaza pesa con angustia
sobre los corazones de muchos padres que tienen hijos ya iniciados en la droga
o bien que temen que sus hijos entren en este callejón sin salida ¿Qué pueden
hacer cuando los hijos se drogan y qué para que no se droguen quienes aún no
han incursionado en este camino? He aquí algunos consejos orientativos.
1)
CUANDO LOS PADRES DESCUBREN QUE UN HIJO SE DROGA.
A veces puede ser muy difícil para los padres
abordar el problema, ya que con frecuencia los hijos van a negar la realidad
por todos los medios. Ellos no tienen dificultad en mentir: es parte de la
mentalidad que les crea la drogadependencia. Sin embargo, cuando hay sospechas,
no puede pasar mucho tiempo sin que los padres alcancen la evidencia de que
tienen o no un hijo drogadicto. En ese momento, ¿qué hacer?
Ante todo, es muy importante que el clima familiar sea de la mayor
serenidad posible, evitando comportamientos hostiles por parte de los padres.
No conviene comenzar con recriminaciones, acusaciones, quejas y críticas. Esto
sólo suele conducir a una recíproca hostilidad por parte del hijo.
Los padres tienen que conversar seriamente con
el hijo, haciendo que éste tome confianza con los padres y no miedo. Esto no
significa que ellos deban tener una actitud tolerante en lo que a las drogas se
refiere. Por el contrario, la comprensión no tiene que ser acompañada de la
menor permisividad. Tienen que ser muy comprensivos con la persona, pero
drásticos en cuanto a la necesidad de no volver a consumir drogas.
Es de gran importancia que el hijo se aperciba de la gravedad que
su problema conlleva ya sea para él como para los demás y de las consecuencias
que pueden ir surgiendo en el futuro, en caso de no cambiar.
¿Cuál es la mejor forma de ayudarlo? Para
evitar, lo más rápido posible la larga serie de consecuencias para él, conviene
explicarle la evolución posible del proceso en el que se ha metido. Lo mejor
es que el hijo asuma que el
problema es suyo. Los padres sólo pueden facilitar los medios para
conseguir una adecuada rehabilitación, pueden ayudarlo y apoyarlo; pero sobre
todo es necesario que el mismo drogadicto tome la decisión personal de
abandonar la droga.
Tenemos que tener presente que en el drogadicto
se mezclan una sensación de impotencia y fracaso, sentimientos de culpa y de
frustración. Todas estas cosas lo llevan a pensar que el problema no tiene
remedio. Por eso son frecuentes las depresiones, acompañadas en muchos casos
con intentos de suicidio.
En estos casos, el trabajo paterno es muy
importante procurando estimularlo a la perseverancia en la lucha.
También, una de las consecuencias más comunes de
la drogadicción es la incapacidad
de apreciar la vida. La vida parece carecer de interés. Esto hace que
los drogadictos sientan un profundo vacío interior. Los padres tienen que
ayudarlo a volver a disfrutar los aspectos gratificantes de la vida. Con un
clima afectivo en la familia, y sobre todo hablando a los hijos de Dios. El
drogadicto tiene que buscar en Dios lo que él busca en las drogas. Tiene que
llenar su vacío espiritual con el amor de Dios. En este caso, la mejor ayuda
que se le puede prestar es aproximarlo a la Iglesia.
Finalmente, lo más importante es no perder la
esperanza en Dios. Cuando estamos ante problemas que parecen imposibles, hay
que decir: para Dios no hay nada imposible (Lc
1,37). El peligro más grande para los hijos es, ciertamente, la desesperación
de sus propios padres.
2)
QUÉ DEBEN HACER LOS PADRES PARA PREVENIR LA DROGADICCIÓN DE LOS HIJOS.
¿Qué hacer para que los hijos no busquen la droga?
¿Cómo se los protege?
Primero,
tenemos que recordar que la mejor protección es un buen clima familiar. Hay que
evitar algunas cosas que predisponen, directa o indirectamente, al uso de la
droga. Por ejemplo:
-la falta de dedicación del
tiempo suficiente por parte de los padres
-los malos tratos
-las separaciones y
divorcios
-el alcoholismo de los
padres
-el excesivo interés por
obtener dinero y hablar sólo o casi exclusivamente de dinero y de problemas
materiales
-especialmente la ausencia
de prácticas religiosas en la familia.
Segundo, los
padres tienen que ofrecer a los hijos ambientes en que no sea normal el consumo
de droga. Esto no siempre es fácil en algunas sociedades en que la droga corre
en la escuela, la calle, la universidad, el trabajo, etc. Pero al menos, hay
que facilitar la práctica de los deportes, el estudio, el contacto con la
naturaleza (el mar, la montaña, el campo) y especialmente la actividad
religiosa.
Tercero, es
necesario dar a los hijos el ejemplo personal de vida y educarlos en las buenas
costumbres; por ejemplo:
-en el valor del esfuerzo
personal, del respeto por sí mismo y por los demás
-en la constancia de la
voluntad
-en el sentido auténtico
del sufrimiento
-en el interés por el
trabajo y por la cultura
-en la confianza en la
Providencia divina
-en la fidelidad a los
seres queridos
-en la lealtad a las
obligaciones personales
-en el sentido de la
responsabilidad
-en los valores
espirituales
Finalmente, lo
más importante es la oración en común, es decir, en familia. La oración de la
esposa, con el esposo y con los hijos. La mejor cosa que podría hacerse es
rezar el Rosario en familia o leer el Evangelio; invocar a Dios en las comidas,
ir a Misa juntos, etc.
Lo que no pueden los hombres, lo puede Dios.
[1] Los datos los tomo de: Aquilino Poino Lorente y Javier de las Heras, Os teus filhos e as drogas,
Ed. Rei dos livros, Lisboa 1994.
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