El proselitista busca conseguir seguidores. El evangelizador quiere proclamar el señorío de Cristo.
Por: Fray Nelson Medina | Fuente: http://fraynelson.com
Hola Padre Nelson, me
parece que desempeña una importante misión en la apologética , he oído algunos
de sus talleres online y sigo su reflexión dominical. Estaba viendo la sección
de preguntas en su pagina pero no veo el boto para hacer preguntas. Me pregunta
es la siguiente. Cuál es la diferencia
entre evangelizar y hacer proselitismo pues muchas veces he escuchado que la
iglesia católica no hace proselitismo como los evangélicos, sino que ayudamos
sin que nos importe si son católicos o no, o no le decimos a la gente que se
conviertan para ayudarlos, pero al mismo tiempo es necesario evangelizar y no
olvidar predicar la verdad que predica la iglesia católica. – L.A.Z.G.
La pregunta es muy importante porque el
proselitismo ha sido motivo de serias tensiones entre distintas confesiones
cristianas. La idea central es que el
proselitista tiene como objetivo principal conseguir seguidores y para
ello utiliza medios incluso éticamente incorrectos. El evangelizador quiere proclamar el señorío de Cristo y precisamente
porque entiende que Cristo es Señor de toda nuestra existencia, sólo
utiliza como recursos aquellos que son éticamente correctos.
EL
PROSELITISTA QUIERE IMPONER; EL EVANGELIZADOR QUIERE OFRECER.
El proselitista es obsesivo con los números
porque le preocupa ante todo la cantidad; el evangelizador sabe que la cantidad es importante pero sólo por el
deseo de servir y amar a un mayor número, y por eso se concentra más en la
calidad e integridad del mensaje.
El proselitista no tiene reparo en manipular los
sentimientos o en ocultar información, si cree que eso lo permitirá que la
gente se adhiera más a su causa; el evangelizador pide honestidad y es honesto
en la presentación de los hechos, sin pretender usar emociones o medias
verdades en su tarea.
El proselitista mira casi completamente “hacia afuera” y su interés está sólo en la
eficacia de las estrategias; el verdadero evangelizador mira ante todo “hacia adentro,” en el sentido de preguntarse si
está siendo fiel al Señor.
Al proselitista le interesa mucho ser cabeza,
ser el que dirige; de hecho, a menudo quiere quedarse con los honores, los
aplausos y los beneficios también económicos; al evangelizador, en cambio, no
se le olvida ser oveja aunque lo nombren de pastor, y no se le olvida ser
discípulo aunque la gente lo tenga por maestro.
Por último, el proselitista tiene interés sólo
en “su” grupo, el cual quiere que crezca y
sea fuerte y visible; el evangelizador, por el contrario, tiene amor y deseo de
servicio hacia todos, y trata de abrir un puente hacia afuera, incluso si en este
momento no los ve en plena comunión con sus ideas, de modo que en un futuro se
pueda proclamar con mayor claridad a Jesucristo como Señor de todos.
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