El
Catecismo enseña que la Iglesia debe pasar por la Pasión como nuestro Señor lo
hizo. San Juan Pablo II, advirtió durante su visita a los Estados Unidos, en
1976: “Está en el Plan de Dios, y debe ser un juicio que la Iglesia debe
asumir y afrontar con valentía”.
Pero antes, San Pío X había observado en su encíclica E Supremi
que la victoria será siempre de Dios.
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Como sabemos el resultado, no hay razón para preocuparse cada vez que aparecen signos.
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Como sabemos el resultado, no hay razón para preocuparse cada vez que aparecen signos.
Sin embargo hoy vemos en las parroquias que tanto sacerdotes como laicos
niegan que la Iglesia vaya a pasar por esto, porque está protegida por el
Espíritu Santo, y por lo tanto nada malo puede pasarle, aunque sea
momentáneamente. ¿No nos dice Jesús esto?
“Cuando estas cosas
comiencen a suceder, levantaos y mantened la cabeza en alto, porque su
liberación está cerca” (Lucas 21:28).
Y también con gran intuición profética, San Luis María Grignon de
Monfort ha afirmado que el crescendo de la misión de María está ligado al fin
de los tiempos.
Por lo tanto
el desconcierto actual dentro de la Iglesia hay que mirarlo dentro de este
marco.
QUE
HAN DICHO LOS SANTOS
Los Santos
han dado indicaciones de estos tiempos
y de cómo reconocerlos. El padre de la Iglesia San Hipólito
explicó, claramente, que quienes están
absortos en los asuntos mundanos y la lujuria serán fácilmente engañados.
Pero muchos de los que escuchan “las Divinas
Escrituras, las tienen en su mano, y las mantienen en su mente con claridad escaparán de su engañosa impostura [la del anticristo].
Y escaparán de sus manos… Buscarán al
amigo del hombre con lágrimas y un corazón contrito; y Él los enviará… y con Su Mano Derecha…
Él salvará de las trampas a aquellos que en un modo
digno y justo le rueguen a Él”.
Sin embargo
hay un misterio adicional.
En el siglo
XIV, la mística Santa Brígida de Suecia dijo:
“Antes de que el Anticristo venga se les abrirán
las puertas de la fe a un gran número de paganos”
Del mismo
modo, en el siglo XIX, la beata Anna Maria Taigi reveló: “Naciones enteras se unirán a
la Iglesia poco antes del reinado del Anticristo. Habrá
innumerables conversiones de herejes, que volverán al seno de la
Iglesia… Rusia, Inglaterra y China entrarán a la Iglesia”.
¿CÓMO
PODRÍA SUCEDER ESTO?
El Padre y
Doctor de la Iglesia San Juan Damasceno enseñó que Enoc y Elías serán enviados y “cambiarán el
corazón de los padres hacia los hijos, es decir, convertirán la sinagoga
a nuestro Señor Jesucristo y a la predicación de los apóstoles.” Tres siglos más tarde, otra doctora, Hildegarda
de Bingen, estuvo de acuerdo. Ella explicó, que Dios va a revelar a sus dos testigos, Enoc y Elías, “las acciones y
la condición de los hombres que puedan considerar con los ojos de la
compasión. Debido a esta preparación
especial, estos dos santos son más
sabios que todos los sabios de la tierra en su conjunto. Dios les dará la tarea de oponerse al
anticristo y de traer nuevamente a aquellos que se han desviado del
camino de la salvación.
Estos dos hombres dirán a la gente: ‘Éste maldito
ha sido enviado por el demonio para llevar a los hombres por el mal camino y el
error.
Hemos sido preservados por Dios en un lugar oculto donde no
sufrimos las tristezas de los hombres, pero Dios ahora nos ha enviado a
combatir la herejía de este hijo de perdición. Entraremos en todas las ciudades y pueblos
donde el Anticristo ya haya difundido sus herejías y por el poder del
Espíritu Santo haremos milagros maravillosos, de manera que todas las naciones
se maravillarán. Así como si fuese una fiesta de bodas, los cristianos se prepararán a sufrir hasta
la muerte por el martirio, que el hijo de perdición ha preparado para ellos
en tal número, que los asesinos serán incapaces, incluso, de contar los
muertos, entonces, la sangre de estos mártires llenará los ríos…”
Lamentablemente estas enseñanzas no es políticamente mencionarlas dentro
de la Iglesia de hoy, porque ‘nada malo le puede pasar al que
está con Cristo’. Y por lo tanto Santa Hildegarda y quienes hablan de
esto no son más que ‘alborotadores que nos quieren quitar la paz’.
JESÚS NOS HABLA CALMANDO NUESTROS MIEDOS
Jesús y María son y serán nuestros pilares. En el siglo XVII, Jesús se apareció a Santa
Margarita María Alacoque como el Sagrado Corazón.
Ella dijo,
“La devoción del Sagrado
Corazón es un último esfuerzo de su Amor hacia los cristianos de estos últimos
días, ofreciéndoles un objeto y un medio calculado para persuadirlos a amarlo”.
A través de ella Jesús
nos dejó 12 promesas,
que deberíamos tomar ventaja de ellas. Y más cerca, en el siglo XX, Jesús nos
prepara aún más a través de lo que le
dijo a Santa Faustina; Él
dijo:
“Escribe: Antes de venir
como juez justo, abro, por primera vez, de par en par la puerta de Mi
misericordia” (Diario 1146).
Jesús repitió este mensaje de diferentes maneras.
Una vez dijo, “Hoy envío mi
Misericordia a la gente de todo el mundo.
No quiero castigar a la
humanidad doliente, sino deseo sanarla, abrazarla con Mi Corazón
misericordioso.
Yo uso el castigo cuando ellos mismos me obligan a hacerlo. Mi mano es reacia
a tomar la espada de la justicia. Antes del día de la justicia envío el
día de la Misericordia” (Diario 1588).
Y por otro lado sabemos por las apariciones de Nuestra Santísima Madre que está ‘deteniendo
la mano’ de la justicia, para que la gente se arrepienta.
Hay muchos mensajes al respecto.
Por ejemplo, en el siglo XX, María habló a la Venerable Sor Elena Aiello
diciendo:
“Estoy inclinada sobre el
mundo deteniendo la justicia de Dios, de lo contrario, esas cosas ya habrían
ocurrido.
Se necesita oración y
sacrificios. Los hombres deben volver a Dios y a Mi Inmaculado Corazón, mediador
para los hombres, así, al fin, la última parte del mundo, será salvada”
NUESTRA MADRE ES LA CLAVE PARA LA VICTORIA SOBRE EL
ANTICRISTO
San Juan
Pablo II escribió en Cruzando el
Umbral de la Esperanza.
“En este ámbito universal, si la victoria llega será alcanzada por María.
Cristo vencerá por medio de
ella, porque Él quiere que las victorias de la Iglesia, ahora y en el futuro,
estén vinculadas a ella”.
Y en su homilía en la fiesta de la Asunción, en 1997,
enfocándose en Apocalipsis 12, Juan Pablo II dijo otra vez: “Y en esta batalla espiritual, Su ayuda a la Iglesia es decisiva para la consecución de la
victoria final sobre el demonio” El
gran Papa de Fátima habló muchas veces sobre la importancia de Fátima y de nuestra Santísima Madre. Porque
preparándonos para los últimos tiempos, la Virgen dijo a los niños en Fátima, “Ustedes
han visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores.
Es para salvarlos que Dios
quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón.
Si hacen lo que les digo, se salvarán muchas almas y habrá paz”.
Y el más importante consejo que dio María en cada aparición
es que es ‘imprescindible’
rezar el Rosario todos los días. El gran apóstol mariano San Luis María Grignon de Montfort expresó: “el poder de María sobre todos
los espíritus demoníacos continuará brillando en los últimos tiempos. Cuando satanás esté al acecho de su talón, es decir,
de sus humildes servidores y sus pobres hijos a los que despertará para luchar
contra él. A los ojos del mundo
serán pequeños y pobres, pero ellos serán ricos en gracias divinas, que
serán abundantemente derramadas por María sobre ellos.
En unión con María, van a
aplastar la cabeza de satanás, con su talón, es decir, su humildad va a dar la
victoria a Jesucristo”
Pero antes que él, la
beata María de Agreda tuvo la revelación de que en los últimos días, “El Señor,
difundirá la fama de su madre de una manera especial, María comenzó la
salvación, y por su intercesión se completará. Antes de la
segunda venida de Cristo, María, más que nunca, debe brillar en misericordia,
poder y gracia, a fin de llevar a los incrédulos a la fe católica. El poder de María en los últimos días será
muy visible.
María va a extender el
reino de Cristo sobre los paganos y los musulmanes, y será un momento de gran
alegría cuando María sea entronizada como Maestra y Reina de los Corazones”.
Esta es sólo una de las razones por las que Grignon de
Montfort subrayó: “La
devoción a María es especialmente necesaria en los últimos tiempos”.
EL SEGUIMIENTO A MARÍA ASEGURA LA VICTORIA
De Montfort nos explica en La Verdadera
Devoción a María por qué
Dios la ha llevado a los creyentes en los últimos tiempos, incluyendo el tiempo
en que aparecerá el Anticristo. “Dios ha establecido solamente una enemistad –
que es irreconciliable – que durará, e incluso seguirá aumentando hacia
el final de los tiempos. Es la enemistad entre María, su digna Madre,
y el diablo, entre los hijos servidores de la Virgen y los seguidores de
lucifer.
De este modo el enemigo más
temible que Dios ha puesto contra el diablo es María, su Santa Madre”.
De Montfort explicó que desde el Génesis (3:16) Dios ya dio a
María que aún había de nacer, el ingenio para exponerse, y el poder para derrotar y aplastar al demonio
rebelde.
Es por eso que “Satanás le teme, no sólo más que a los
ángeles y a los hombres, sino, en cierto modo, más que a Dios mismo. Esto no quiere decir que la ira, el odio y el poder
de Dios no sean infinitamente más grandes que el de la Virgen, ya que sus
atributos son limitados. Simplemente significa que satanás, al ser tan orgulloso, sufre
infinitamente más en ser vencido y castigado por una esclava y humilde de Dios,
y a que su humildad le humilla más que el poder de Dios”.
De Montfort destaca que en todas las persecuciones presentes y futuras “la
humilde María siempre triunfará sobre satanás, el soberbio. Y tan grande será su victoria que aplastará la
cabeza, el asiento de su orgullo. Ella va a desenmascarar la astucia de su serpiente y a exponer sus maldades.
Esparcirá a los vientos sus
planes diabólicos y hasta el final del tiempo, mantendrá a sus fieles
servidores a salvo de sus crueles garras”.
Las directivas para nosotros se vuelven más y
más claras. Para
ganar la batalla debemos estar cerca de María. San Juan Pablo II mostró que tenemos que consagrarnos a María y
a su corazón inmaculado y tener devoción por ella. Acerca de devotos, de
Montfort subrayó:
“Van a ver claramente que
ella es la forma más segura, más fácil, más corta y más perfecta de acercarse a
Jesús.
Y deberán entregarse
a ella, en cuerpo y alma, sin reservas, con el fin de estar
completamente entregados a Jesús”.
TRIUNFO A LA VISTA
“Los bendecidos, ellos
serán quienes superarán al tirano”, escribió
San Hipólito sobre los últimos tiempos. “Porque
ellos serán descriptos como más
ilustres y más elevados que los primeros testigos.
Porque los primeros
testigos han vencido sólo a sus subordinados, pero éstos derrocarán al mismo
acusador, al hijo de perdición”.
San Juan Damasceno dio
un fuerte recordatorio sobre lo que hay en la Escritura acerca de la venida de
Cristo.
El Señor vendrá del cielo de la misma manera que
los apóstoles lo vieron ascender “y destruirá al hombre de pecado, al hijo de perdición, con el
espíritu de su boca. Así que nadie espere que el Señor venga de la tierra, sino del
cielo, como Él mismo nos ha asegurado”.
Hasta entonces está claro que debemos
fortalecernos volviendo al Sagrado Corazón y a nuestra Madre María para que nos
guíen y nos protejan para permanecer fieles en tiempos turbulentos.
También la teología ortodoxa, expresada por el
gran teólogo Serghiej Bulgakov, piensa la historia como una tragedia
espiritual donde se oponen dos fuerzas contrastantes: la Mujer vestida de sol y la gran prostituta de
Babilonia.
Antes de la victoria final de Cristo sobre el
anticristo, se verificará una era del triunfo del bien, caracterizada por el
triunfo de la santidad.
La presencia de María en este final escatológico es afirmada constantemente aún en la iconografía
oriental, donde la Madre de Dios es, en el último juicio, obra perfecta
del Espíritu Santo y signo de misericordia. La presencia de María es, por eso, de vital incidencia en el choque entre
el bien y el mal, choque en el cual el Espíritu, con la colaboración de
Ella y de la Iglesia, prepara la venida final de Cristo, profesada en el credo
como la conclusión divina del acontecimiento histórico de los hombres. En esta
evolución de la historia hacia su verdadero fin, María ejercita, a través de su
presencia carismática, una vital y
misteriosa influencia, convertida casi en un elemento constitutivo del porvenir
del mundo. Volviendo la mirada, entonces, sobre el futuro de la
Historia, de la Iglesia y del mundo, podemos afirmar que la presencia carismática de María no sufrirá
pausas de espera sino que se encaminará con rapidez hacia una progresiva
maduración y una siempre más vital incidencia.
El aspecto más significativo de esta presencia
carismática está representado por sus apariciones.
Con sus repetidos
llamados al Reino de Dios, a la paz, al triunfo de su Corazón Inmaculado,
María se muestra como la Mujer del Apocalipsis contra las fuerzas disgregadoras
de la sociedad y del cosmos, simbolizado en el dragón.
Como el Papa Juan
Pablo II pidió en la homilía de la Asunción a María,
“Ayúdanos a no tener miedo
de seguirlo hasta el final, incluso cuando la cruz parece insoportablemente
pesada.
Haznos comprender que este
es el único camino que lleva a las alturas de la salvación eterna”.
Y ella nos aseguró en Fátima que vendrían
tiempos difíciles, “Pero al final, mi Corazón Inmaculado triunfará”.
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