lunes, 30 de octubre de 2017

POR QUÉ EL LIDERAZGO DE MARÍA ES CENTRAL EN EL FINAL DE LOS TIEMPOS


El Catecismo enseña que la Iglesia debe pasar por la Pasión como nuestro Señor lo hizo. San Juan Pablo II, advirtió durante su visita a los Estados Unidos, en 1976: “Está en el Plan de Dios, y debe ser un juicio que la Iglesia debe asumir y afrontar con valentía”.
Pero antes, San Pío X había observado en su encíclica E Supremi que la victoria será siempre de Dios.
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Como sabemos el resultado, no hay razón para preocuparse cada vez que aparecen signos.
Sin embargo hoy vemos en las parroquias que tanto sacerdotes como laicos niegan que la Iglesia vaya a pasar por esto, porque está protegida por el Espíritu Santo, y por lo tanto nada malo puede pasarle, aunque sea momentáneamente. ¿No nos dice Jesús esto? “Cuando estas cosas comiencen a suceder, levantaos y mantened la cabeza en alto, porque su liberación está cerca” (Lucas 21:28).
Y también con gran intuición profética, San Luis María Grignon de Monfort ha afirmado que el crescendo de la misión de María está ligado al fin de los tiempos.
Por lo tanto el desconcierto actual dentro de la Iglesia hay que mirarlo dentro de este marco.
QUE HAN DICHO LOS SANTOS
Los Santos han dado indicaciones de estos tiempos y de cómo reconocerlos. El padre de la Iglesia San Hipólito explicó, claramente, que quienes están absortos en los asuntos mundanos y la lujuria serán fácilmente engañados. Pero muchos de los que escuchan “las Divinas Escrituras, las tienen en su mano, y las mantienen en su mente con claridad escaparán de su engañosa impostura [la del anticristo]. Y escaparán de sus manos… Buscarán al amigo del hombre con lágrimas y un corazón contrito; y Él los enviará… y con Su Mano Derecha…
Él salvará de las trampas a aquellos que en un modo digno y justo le rueguen a Él”.
Sin embargo hay un misterio adicional.
En el siglo XIV, la mística Santa Brígida de Suecia dijo:
“Antes de que el Anticristo venga se les abrirán las puertas de la fe a un gran número de paganos”
Del mismo modo, en el siglo XIX, la beata Anna Maria Taigi reveló: “Naciones enteras se unirán a la Iglesia poco antes del reinado del Anticristo. Habrá innumerables conversiones de herejes, que volverán al seno de la Iglesia… Rusia, Inglaterra y China entrarán a la Iglesia”.
¿CÓMO PODRÍA SUCEDER ESTO?
El Padre y Doctor de la Iglesia San Juan Damasceno enseñó que Enoc y Elías serán enviados y “cambiarán el corazón de los padres hacia los hijos, es decir, convertirán la sinagoga a nuestro Señor Jesucristo y a la predicación de los apóstoles.” Tres siglos más tarde, otra doctora, Hildegarda de Bingen, estuvo de acuerdo. Ella explicó, que Dios va a revelar a sus dos testigos, Enoc y Elías, “las acciones y la condición de los hombres que puedan considerar con los ojos de la compasión. Debido a esta preparación especial, estos dos santos son más sabios que todos los sabios de la tierra en su conjunto. Dios les dará la tarea de oponerse al anticristo y de traer nuevamente a aquellos que se han desviado del camino de la salvación.
Estos dos hombres dirán a la gente: ‘Éste maldito ha sido enviado por el demonio para llevar a los hombres por el mal camino y el error.
Hemos sido preservados por Dios en un lugar oculto donde no sufrimos las tristezas de los hombres, pero Dios ahora nos ha enviado a combatir la herejía de este hijo de perdición. Entraremos en todas las ciudades y pueblos donde el Anticristo ya haya difundido sus herejías y por el poder del Espíritu Santo haremos milagros maravillosos, de manera que todas las naciones se maravillarán. Así como si fuese una fiesta de bodas, los cristianos se prepararán a sufrir hasta la muerte por el martirio, que el hijo de perdición ha preparado para ellos en tal número, que los asesinos serán incapaces, incluso, de contar los muertos, entonces, la sangre de estos mártires llenará los ríos…”
Lamentablemente estas enseñanzas no es políticamente mencionarlas dentro de la Iglesia de hoy, porque ‘nada malo le puede pasar al que está con Cristo’. Y por lo tanto Santa Hildegarda y quienes hablan de esto no son más que ‘alborotadores que nos quieren quitar la paz’.
JESÚS NOS HABLA CALMANDO NUESTROS MIEDOS
Jesús y María son y serán nuestros pilares. En el siglo XVII, Jesús se apareció a Santa Margarita María Alacoque como el Sagrado Corazón.
Ella dijo,
“La devoción del Sagrado Corazón es un último esfuerzo de su Amor hacia los cristianos de estos últimos días, ofreciéndoles un objeto y un medio calculado para persuadirlos a amarlo”.
A través de ella Jesús nos dejó 12 promesas, que deberíamos tomar ventaja de ellas. Y más cerca, en el siglo XX, Jesús nos prepara aún más a través de lo que le dijo a Santa Faustina; Él dijo:
“Escribe: Antes de venir como juez justo, abro, por primera vez, de par en par la puerta de Mi misericordia” (Diario 1146).
Jesús repitió este mensaje de diferentes maneras.
Una vez dijo, “Hoy envío mi Misericordia a la gente de todo el mundo.
No quiero castigar a la humanidad doliente, sino deseo sanarla, abrazarla con Mi Corazón misericordioso.
Yo uso el castigo cuando ellos mismos me obligan a hacerlo. Mi mano es reacia a tomar la espada de la justicia. Antes del día de la justicia envío el día de la Misericordia” (Diario 1588).
Y por otro lado sabemos por las apariciones de Nuestra Santísima Madre que está ‘deteniendo la mano’ de la justicia, para que la gente se arrepienta.
Hay muchos mensajes al respecto.
Por ejemplo, en el siglo XX, María habló a la Venerable Sor Elena Aiello diciendo:
“Estoy inclinada sobre el mundo deteniendo la justicia de Dios, de lo contrario, esas cosas ya habrían ocurrido.
Se necesita oración y sacrificios. Los hombres deben volver a Dios y a Mi Inmaculado Corazón, mediador para los hombres, así, al fin, la última parte del mundo, será salvada”
NUESTRA MADRE ES LA CLAVE PARA LA VICTORIA SOBRE EL ANTICRISTO
San Juan Pablo II escribió en Cruzando el Umbral de la Esperanza.
“En este ámbito universal, si la victoria llega será alcanzada por María.
Cristo vencerá por medio de ella, porque Él quiere que las victorias de la Iglesia, ahora y en el futuro, estén vinculadas a ella”.
Y en su homilía en la fiesta de la Asunción, en 1997, enfocándose en Apocalipsis 12, Juan Pablo II dijo otra vez: “Y en esta batalla espiritual, Su ayuda a la Iglesia es decisiva para la consecución de la victoria final sobre el demonio” El gran Papa de Fátima habló muchas veces sobre la importancia de Fátima y de nuestra Santísima Madre. Porque preparándonos para los últimos tiempos, la Virgen dijo a los niños en Fátima, “Ustedes han visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores.
Es para salvarlos que Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón.
Si hacen lo que les digo, se salvarán muchas almas y habrá paz”.
Y el más importante consejo que dio María en cada aparición es que es ‘imprescindible’ rezar el Rosario todos los días. El gran apóstol mariano San Luis María Grignon de Montfort expresó: “el poder de María sobre todos los espíritus demoníacos continuará brillando en los últimos tiempos. Cuando satanás esté al acecho de su talón, es decir, de sus humildes servidores y sus pobres hijos a los que despertará para luchar contra él. A los ojos del mundo serán pequeños y pobres, pero ellos serán ricos en gracias divinas, que serán abundantemente derramadas por María sobre ellos.
En unión con María, van a aplastar la cabeza de satanás, con su talón, es decir, su humildad va a dar la victoria a Jesucristo”
Pero antes que él, la beata María de Agreda tuvo la revelación de que en los últimos días, “El Señor, difundirá la fama de su madre de una manera especial, María comenzó la salvación, y por su intercesión se completará. Antes de la segunda venida de Cristo, María, más que nunca, debe brillar en misericordia, poder y gracia, a fin de llevar a los incrédulos a la fe católica. El poder de María en los últimos días será muy visible.
María va a extender el reino de Cristo sobre los paganos y los musulmanes, y será un momento de gran alegría cuando María sea entronizada como Maestra y Reina de los Corazones”.
Esta es sólo una de las razones por las que Grignon de Montfort subrayó: “La devoción a María es especialmente necesaria en los últimos tiempos”.
EL SEGUIMIENTO A MARÍA ASEGURA LA VICTORIA
De Montfort nos explica en La Verdadera Devoción a María por qué Dios la ha llevado a los creyentes en los últimos tiempos, incluyendo el tiempo en que aparecerá el Anticristo. “Dios ha establecido solamente una enemistad – que es irreconciliable – que durará, e incluso seguirá aumentando hacia el final de los tiempos. Es la enemistad entre María, su digna Madre, y el diablo, entre los hijos servidores de la Virgen y los seguidores de lucifer.
De este modo el enemigo más temible que Dios ha puesto contra el diablo es María, su Santa Madre”.
De Montfort explicó que desde el Génesis (3:16) Dios ya dio a María que aún había de nacer, el ingenio para exponerse, y el poder para derrotar y aplastar al demonio rebelde.
Es por eso que “Satanás le teme, no sólo más que a los ángeles y a los hombres, sino, en cierto modo, más que a Dios mismo. Esto no quiere decir que la ira, el odio y el poder de Dios no sean infinitamente más grandes que el de la Virgen, ya que sus atributos son limitados. Simplemente significa que satanás, al ser tan orgulloso, sufre infinitamente más en ser vencido y castigado por una esclava y humilde de Dios, y a que su humildad le humilla más que el poder de Dios”.
De Montfort destaca que en todas las persecuciones presentes y futuras “la humilde María siempre triunfará sobre satanás, el soberbio. Y tan grande será su victoria que aplastará la cabeza, el asiento de su orgullo. Ella va a desenmascarar la astucia de su serpiente y a exponer sus maldades.
Esparcirá a los vientos sus planes diabólicos y hasta el final del tiempo, mantendrá a sus fieles servidores a salvo de sus crueles garras”.
Las directivas para nosotros se vuelven más y más claras. Para ganar la batalla debemos estar cerca de María. San Juan Pablo II mostró que tenemos que consagrarnos a María y a su corazón inmaculado y tener devoción por ella. Acerca de devotos, de Montfort subrayó:
“Van a ver claramente que ella es la forma más segura, más fácil, más corta y más perfecta de acercarse a Jesús.
Y deberán entregarse a ella, en cuerpo y alma, sin reservas, con el fin de estar completamente entregados a Jesús”.
TRIUNFO A LA VISTA
“Los bendecidos, ellos serán quienes superarán al tirano”, escribió San Hipólito sobre los últimos tiempos. “Porque ellos serán descriptos como más ilustres y más elevados que los primeros testigos.
Porque los primeros testigos han vencido sólo a sus subordinados, pero éstos derrocarán al mismo acusador, al hijo de perdición”.
San Juan Damasceno dio un fuerte recordatorio sobre lo que hay en la Escritura acerca de la venida de Cristo.
El Señor vendrá del cielo de la misma manera que los apóstoles lo vieron ascender “y destruirá al hombre de pecado, al hijo de perdición, con el espíritu de su boca. Así que nadie espere que el Señor venga de la tierra, sino del cielo, como Él mismo nos ha asegurado”.
Hasta entonces está claro que debemos fortalecernos volviendo al Sagrado Corazón y a nuestra Madre María para que nos guíen y nos protejan para permanecer fieles en tiempos turbulentos.
También la teología ortodoxa, expresada por el gran teólogo Serghiej Bulgakov, piensa la historia como una tragedia espiritual donde se oponen dos fuerzas contrastantes: la Mujer vestida de sol y la gran prostituta de Babilonia.
Antes de la victoria final de Cristo sobre el anticristo, se verificará una era del triunfo del bien, caracterizada por el triunfo de la santidad.
La presencia de María en este final escatológico es afirmada constantemente aún en la iconografía oriental, donde la Madre de Dios es, en el último juicio, obra perfecta del Espíritu Santo y signo de misericordia. La presencia de María es, por eso, de vital incidencia en el choque entre el bien y el mal, choque en el cual el Espíritu, con la colaboración de Ella y de la Iglesia, prepara la venida final de Cristo, profesada en el credo como la conclusión divina del acontecimiento histórico de los hombres. En esta evolución de la historia hacia su verdadero fin, María ejercita, a través de su presencia carismática, una vital y misteriosa influencia, convertida casi en un elemento constitutivo del porvenir del mundo. Volviendo la mirada, entonces, sobre el futuro de la Historia, de la Iglesia y del mundo, podemos afirmar que la presencia carismática de María no sufrirá pausas de espera sino que se encaminará con rapidez hacia una progresiva maduración y una siempre más vital incidencia.
El aspecto más significativo de esta presencia carismática está representado por sus apariciones.
Con sus repetidos llamados al Reino de Dios, a la paz, al triunfo de su Corazón Inmaculado, María se muestra como la Mujer del Apocalipsis contra las fuerzas disgregadoras de la sociedad y del cosmos, simbolizado en el dragón.
Como el Papa Juan Pablo II pidió en la homilía de la Asunción a María,
“Ayúdanos a no tener miedo de seguirlo hasta el final, incluso cuando la cruz parece insoportablemente pesada.
Haznos comprender que este es el único camino que lleva a las alturas de la salvación eterna”.
Y ella nos aseguró en Fátima que vendrían tiempos difíciles, “Pero al final, mi Corazón Inmaculado triunfará”.

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