Un mes antes, el 13 de
septiembre, en la 5ª aparición, la Virgen María les pidió a los videntes que
regresaran el 13 de octubre y les prometió que iba a hacer un milagro para que
“todos crean”. El 13 de septiembre se llegaron a reunir unas 25.000 personas.
Rezaron los pastorcitos el rosario, tras lo cual se repitió el relámpago y tras
él la aparición de la Virgen que comenzó a dialogar con Lucía: Quiero que vengáis aquí el día 13 de octubre. Y que
continuéis rezando el rosario todos los días para alcanzar el fin de la
guerra. El último día vendrá también San José con el Niño Jesús para dar
la paz al mundo. Y Nuestro Señor bendecirá al pueblo.Lucía
le transmite los pedidos de curación de algunos enfermos, que Ella recibe
satisfactoriamente.
Y prosigue la conversación:
– ¡Haga un milagro
para que toda la gente crea que Ud. se nos aparece!
– Sí, en octubre
haré un milagro para que todos crean.
Y la Virgen añadió:
– Dios está
contento con vuestros sacrificios, pero no quiere que durmáis con la cuerda;
llevadla sólo durante el día.
LA
6ª Y ÚLTIMA APARICIÓN
Durante la noche del 12 al 13 de octubre había llovido toda la noche,
empapando el suelo y a los miles de peregrinos que viajaban a Fátima de todas
partes. A pie, por carro y carrozas venían, entrando a la zona de Cova por el
camino de Fátima – Leiria, que hoy en día todavía pasa frente a la gran plaza
de la Basílica. De ahí bajaban hacia el lugar de las apariciones. Hoy en día en
el sitio está la capillita moderna de vidrio, encerrando la primera que se
construyó y la estatua de Nuestra Señora del Rosario de Fátima donde estaba el
encino. En cuanto a los niños, lograron llegar a Cova entre las adulaciones y
el escepticismo que los había perseguido desde mayo. Cuando llegaron
encontraron críticos que los cuestionaban su veracidad y la puntualidad de la
Señora, quien había prometido llegar al medio día. Ya habían pasado las doce
según la hora oficial del país. Sin embargo cuando el sol había llegado a su
apogeo la Señora se apareció como había dicho.
– ¿Qué quieres de mi?
– Quiero que se construyan una capilla
aquí en mi honor.
Quiero que continúen diciendo el
Rosario todos los días.
La guerra pronto terminará, y los
soldados regresarán a sus hogares.
– Si, Si
– ¿Me dirás tu nombre?
– Yo soy la Señora del Rosario
– Tengo muchas peticiones de muchas
personas. ¿Se las concederás?
– Algunas serán concedidas, y otras las
debo negar.
Las personas deben rehacer sus vidas y
pedir perdón por sus pecados.
¡No deben de ofender más a nuestro
Señor, ya es ofendido demasiado!
– ¿Y eso es todo lo que tienes que
pedir?
– No hay nada más
Mientras la Señora del Rosario se
eleva hacia el este ella tornó las palmas de sus manos hacia el cielo oscuro.
Aunque la lluvia había cedido, nubes oscuras continuaban oscureciendo el
sol. Pero de repente se escapa entre ellos y se ve como un suave disco de
plata. “¡Miren el sol!”, gritó uno de los tres niños. En este momento dos
distintas apariciones pudieron ser vistas, el fenómeno del sol presenciado por
los 70,000 espectadores y aquella que fue vista sólo por los niños. Lucía
describe esta aparición en su diario.
LO
QUE VIERON LOS VIDENTES
“Después que la
Virgen se desapareció en la inmensa distancia del firmamento, vimos San José y
al Niño Jesús que parecían estar bendiciendo el mundo, ya que hacían la señal
de la cruz con sus manos. Un poco después cuando esta aparición terminó vi
a Nuestro Señor y a Nuestra Señora, me parece que era lo Dolorosa. Nuestro
Señor parecía bendecir al mundo al igual que lo había hecho San José. Esta
aparición también desapareció y vi a Nuestra Señora una vez más, parecida a nuestra
Señora del Carmen”. (Sólo Lucia vio la última aparición, anticipando su
entrada al Carmelo unos años después). Estas
serían las últimas apariciones en Fátima para Jacinta y Francisco. Sin embargo
a Lucía nuestra Señora se la apareció una séptima vez en 1920, como lo había
prometido la Señora el mes de mayo. Esta vez Lucía estaba en oración en
la Cova antes de dejar Fátima para ir a un internado de niñas. La Señora vino
para alentarla a que se dedicara enteramente a Dios. Luego se le siguió apareciendo
a través de los años. Mientras los niños veían las diversas apariciones de
Jesús, María y San José, la multitud presenció un prodigio diferente, el ahora
conocido como el famoso milagro del sol. ¿Cómo se vio?
RELATO
DEl DIARIO ‘O SECULO’ DE PORTUGAL DEL DIA SIGUIENTE
(un periódico de Lisboa pro
gobierno y anticlerical)
Desde el camino, donde estaban
estacionados los vehículos donde cientos de personas se habían quedado ya que
no querían vencer el lodo, uno podía ver la gran multitud volverse hacia el sol,
que parecía sin nubes y estaba en su apogeo. Parecía una placa de pura plata y
se podía mirar fijamente sin incomodar. Pudo haber sido un eclipse que sucedía
en ese momento. Pero en ese mismo momento se produjo un gran grito, y uno podía
escuchar a los espectadores más cercanos gritar: ¡un
milagro! ¡un milagro! Ante el asombro reflejado en los ojos de los
espectadores, cuya semblanza era bíblica ya que todos tenían la cabeza
descubierta, y buscaban ansiosamente algo en el cielo. El sol temblaba, hizo
ciertos movimientos repentinos fuera de las leyes cósmicas, el sol “danzaba” de acuerdo a las expresiones típicas de
la gente. Había un viejecito parado en las escaleras de un ómnibus con su
rostro volteado hacía el sol que recitaba el credo en alta voz. Pregunté quién
era y me dijeron que era el señor Joao da Cunha Vasconcelos. Lo vi después
dirigiéndose a los que estaban a su alrededor con sus sombreros puestos y les
imploró vehementemente que se descubrieran sus cabezas ante tan extraordinario
milagro. La gente se preguntaban los unos a los otros lo que habían visto. La
gran mayoría admitió ver el sol danzando y temblando, otros afirmaban que
habían visto el rostro de la Virgen Santísima. Otros juraron que vieron el sol
girar como una rueda que se acercaba a la tierra como si fuera a quemarla con
sus rayos. Algunos dijeron haber visto cambios de colores sucesivamente.
RELATO
DE ‘O DIA’
(otro diario de Lisboa, edición
17 de octubre de 1917)
A la una en punto de la tarde, mediodía solar, la lluvia cesó, el cielo
de color gris nacarado iluminaba la vasta región árida con una extraña luz. El
sol tenía como un velo de gasa transparente que hacía fácil el mirarlo
fijamente. El tono grisáceo madre perla se tornó en una lámina de plata que se
rompió cuando las nubes se abrían. Y el sol de plata envuelto en el mismo
velo de luz gris, se vio girar y moverse en el círculo de las nubes abiertas.
De todas las bocas se escuchó un gemido y las personas cayeron de rodillas
sobre el suelo fangoso. La luz se tornó en un azul precioso, como si atravesara
el vitral de una catedral. Y esparció sus rayos sobre las personas que
estaban de rodillas con los brazos extendidos. El azul desapareció lentamente y
luego la luz pareció traspasar un cristal amarillo. La luz amarilla tiñó los pañuelos
blancos, las faldas oscuras de las mujeres. Lo mismo sucedió en los árboles,
las piedras y en la sierra. La gente lloraba y oraba con la cabeza descubierta
ante la presencia del milagro que habían esperado. Los segundos parecían como
horas, así de intensos eran.
RELATO
DE TI MARTO (PADRE DE JACINTA Y FRANCISCO)
Podíamos mirar con facilidad el
sol, que por alguna razón no nos cegaba. Parecía titilar primero en un sentido
y luego en otro. Sus rayos se esparcían en muchas direcciones y pintaban todas
las cosas en diferentes colores, los árboles, la gente el aire y la tierra.
Pero lo más extraordinario para mí era que el sol no lastimaba nuestros ojos.
Todo estaba tranquilo y en silencio y todos miraban hacia arriba. De pronto
pareció que el sol dejó de girar. Luego comenzó a moverse y a danzar en el
cielo, hasta que parecía desprenderse de su lugar y caer sobre nosotros. Fue un
momento terrible.
RELATO
DE MARÍA CAPELINHA (UNA DE LAS PRIMERAS CREYENTES)
Se transformó todo de diferentes
colores, amarillo, azul y blanco. Entonces se sacudió y tembló, parecía una
rueda de fuego que caía sobre la gente. Empezaron a gritar “¡nos va a matar a todos!”. Otros
clamaron a nuestro Señor para que los salvara, ellos recitaban el acto de
contrición. Una mujer comenzó a confesar sus pecados en voz alta, diciendo que
había hecho esto y aquello. Cuando al fin el sol dejó de saltar y de moverse
todos respiramos aliviados. Aun estábamos vivos y el milagro predicho por los
niños fue visto por todos.
RELATO
DE UN PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE COIMBRA
Relación de los hechos que
ofreció el doctor José Pröença de Almeida Garret, profesor de la Universidad de
Coimbra y testigo ocular del prodigio solar de Fátima. Estaba a un poco más de
cien metros de unos postes levantados que sostenían una cruz rústica. Veía
perfectamente, alrededor de este arco, el ancho círculo de la multitud, que con
sus paraguas abiertos parecía un vasto campo de corazas. Poco después de la una
llegaron a este lugar los niños, a quienes (según ellos aseguran) la Virgen les
indicó el lugar, el día y la hora de la aparición. Sería la una y media cuando
se levantó, en el preciso lugar que ocupaban los niños, una columna de humo
fino, tenue y azulado, que subió recto hasta unos dos metros, tal vez, por
encima de las cabezas y se desvaneció a esta altura. Este fenómeno,
perfectamente visible a simple vista, duró algunos segundos (…). El humo se
disipó bruscamente, y, al cabo de cierto tiempo, volvió a producirse por
segunda y por tercera vez…el sol había traspasado la densa capa de nubes que le
tenían oculto para brillar clara e intensamente. Me volví hacia este imán que
atraía todas las miradas y le pude ver parecido a un disco de bordes nítidos y
vivo en el centro, luminoso y brillante, pero sin que dañase a la vista (…) No
se parecía en nada a la luna en una noche transparente y clara, pues se le veía
y se le sentía como a un astro vivo. No era esférico, como la luna; tampoco
tenía su tonalidad ni sus claroscuros. Parecía un disco plano y pulimentado,
tallado en el nácar de una concha. ESTO NO ES UNA
COMPARACIÓN TRIVIAL DE POESÍA BARATA. MIS OJOS ASÍ LO VIERON. La bóveda
celeste estaba teñida de tenues cirrus, con anchos espacios azules aquí y
acullá; pero el sol se destacó muchas veces EN EL CIELO
DESPEJADO. Las nubes, que se deslizaban tranquilas de este a oeste no
amortiguaban la luz del sol (la cual no dañaba a la vista)…Es maravilloso que
durante un tan largo espacio de tiempo se haya podido contemplar aquel astro,
foco de luz y centro de calor, SIN QUE PERJUDICASE LA
VISTA Y SIN UN DESLUMBRAMIENTO QUE CEGASE LA RETINA. Este disco nacarado
tenía el vértigo del movimiento. El cual no consistía solamente en el centelleo
de un astro en plena vida, sino que giraba realmente sobre sí mismo a una
velocidad impetuosa. De nuevo se oyó un clamoreo, como un potente grito de
angustia de todo ese pueblo. Conservando la velocidad de su rotación, el sol se
desprende del firmamento y, rojo como la sangre, avanza sobre la tierra,
amenazando aplastarnos bajo el peso de su inmensa masa ígnea. Fueron unos
segundos de terrorífica impresión. Durante el fenómeno solar que acabo de
describir detalladamente, hubo en la atmósfera coloraciones impresionantes (…).
Temiendo una afección en la retina -hipótesis poco probable, pues en tal caso
no hubiera visto las cosas de color violeta-, cerré los párpados y los mantuve
tapados con mis manos para interceptar la luz. Me volví y, abriendo de nuevo
los ojos, observé que, como antes, el paisaje y la atmósfera seguían siempre
con el mismo color violeta. La impresión que se tenía no era la de un eclipse.
Yo he visto un eclipse total de sol en Viseu (…). Todas las personas parecían
estar enfermas, afectadas de ictericia. Me sonreía al verlas tan feas y con tan
mala cara. Oí que otros también se reían. Mi mano tenía el mismo color
amarillo. OBSERVÉ TODOS ESTOS FENÓMENOS QUE ACABO DE
CITAR Y DESCRIBIR TRANQUILA Y SERENAMENTE, SIN NINGUNA EMOCIÓN NI SOBRESALTO. A
otros incumbe explicarlos o interpretarlos.
OTROS
TESTIMONIOS
Yo estaba mirando hacia el lugar de las apariciones, esperando serena y
fríamente que algo sucediera. Y con una curiosidad en descenso porque
había pasado mucho tiempo sin que sucediera nada que me llamara la atención.
Entonces escuche miles de voces gritar y vi que la multitud de pronto se volteó
hacia el lado contrario, sus espaldas en contra del sitio donde yo tenía
dirigida mi atención y miré al cielo del lado opuesto. La hora legal era cerca
de las 2 de la tarde, alrededor del medio día solar. EL sol unos momentos antes
había aparecido entre unas nubes, las cuales lo ocultaban y brillaba clara e
intensamente. Yo me volví hacia el magneto que parecía atraer todas las miradas
y lo vi como un disco con un aro claramente marcado, luminoso y
resplandeciente, pero que no hacía daño a los ojos. No estoy de acuerdo con la
comparación que escuchado han hecho en Fátima y la de un pesado disco plateado.
Era un color más claro rico y resplandeciente que tenía algo del brillo de una
perla. No se parecía en nada a la luna en una noche clara porque al uno verlo y
sentirlo parecía un cuerpo vivo. No era una esfera como la luna ni tenía el
mismo color o matiz. Parecía como una rueda de cristal hecha de la madre de
todas las perlas. No se podía confundir con el sol visto a través de la neblina
(por que no había neblina en ese momento), porque no era opaco, difuso ni
cubierto con un velo. En Fátima daba luz y calor y aparentaba un claro cofre
con un arco bien difundido. La danza del sol duró unos 15 minutos.
Y mientras tanto, unos lloraban, otros gritaban de admiración o terror,
muchos se arrodillaban y pedían perdón a Dios y a la Virgen. Al finalizar el
milagro, la gente pudo comprobar que sus ropas estaban completamente secas.
Aquel día se produjeron maravillosos milagros de sanaciones y conversiones.
Publicado por Unción Católica y Profética
No hay comentarios:
Publicar un comentario