El
Evangelio es una norma de vida. Es lo que Cristo vivió. El centro de nuestra
vida es Él y debemos imitarle; ese es el mensaje. “Sean
perfectos como mi Padre es perfecto.” (San
Mateo 5, 48). Sin embargo la sociedad de estos tiempos es refractaria a los
mandatos de Jesús. Pero aún así podemos ver en cada época en que el mal parece
apoderarse, que aparecen testigos. Quienes se entregan de una manera tan
profunda, que intervienen de una manera decisiva en la historia.
¿Quiénes son los de hoy?
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¿Los cristianos del Medio Oriente y África, que están siendo masacrados distintos grupos de musulmanes por mantener la fe?
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¿Son los cristianos de occidente que arriesgan su trabajo y su libertad por defender que el verdadero matrimonio es entre un hombre y una mujer?
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¿Son los católicos que siguen yendo a misa a pesar de la incomprensión de sus allegados e incluso la apostasía de muchos pastores?
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¿Los cristianos del Medio Oriente y África, que están siendo masacrados distintos grupos de musulmanes por mantener la fe?
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¿Son los cristianos de occidente que arriesgan su trabajo y su libertad por defender que el verdadero matrimonio es entre un hombre y una mujer?
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¿Son los católicos que siguen yendo a misa a pesar de la incomprensión de sus allegados e incluso la apostasía de muchos pastores?
Sería bueno reflexionar sobre como deberíamos perseverar. En este artículo queremos
hablar de los testigos que cambiaron
una época con su irrefrenable amor por Dios.
PRIMERO
EL MÁS RECORDADO: SAN FRANCISCO DE ASÍS
En este
contexto de pecado y destrucción, de relativismo y de falta de la vivencia al
Evangelio; un joven después de
encontrarse con el Amor, lo dejo todo y le siguió. San Francisco de Asís
es un santo que viviendo en el bullicio
de la vida, de las fiestas y de tantas otras cosas poco relevantes, se
topó con Jesús. La sociedad en ese
momento era de pobres y ricos. De gente que estaba perdida. Algunos cleros se preocupaban más de las
cosas terrenales que de las celestiales.
Cuando San Francisco se enfrenta al obispo y a su padre; se despoja de
todo.
En la vocación de este santo se encuentra la pobreza, la humildad, la
sencillez y la
vivencia de lo que Jesús vivió. El
choque en que la sociedad acostumbrada a todo tipo de placeres y cosas,
contrasta con el tipo de vida elegido por este personaje. Muchos quisieron imitarle y le siguieron; y
cambió la Iglesia. Jesucristo enseño en una de las bienaventuranzas: feliz el pobre de espíritu porque de ellos es
el Reino de los Cielos.
La pobreza de espíritu significa confianza en Dios, creer en Él y vivir
el Evangelio.
Cuando San Francisco de Asís oyó la voz del Señor para reconstruir su casa, lo
hizo con obras materiales y recompuso la de San Damián. Pero no era esta, sino
la propia Iglesia. En el sueño del Papa
quienes levantaban la Iglesia era San Francisco y Santo Domingo. Los frailes penitentes o más bien
mendicantes, surgirán también otras partes, como los dominicos. El
pecado hace mucho alboroto pero donde
abundó el pecado sobreabundó la gracia. En 1208 fue cuando el
Seráfico Padre San Francisco cambió su
vida de reconstruir las iglesias por la vivencia del Evangelio. Pasamos
luego a otra temporada en que surgen santos que también revolucionaron ese
tiempo.
SON
LOS TIEMPOS DE REFORMA
Cuando se oye la palabra “reforma” se
piensa en las personas que siguieron a Martín Lutero.
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Sin embargo, esta palabra debería aplicarse a los que ya habían hecho un gran cambio.
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Por eso San Felipe Neri, Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, San Carlos de Borromeo, San Camilo de Lelis, San Ignacio de Loyola… son gente que marcó.
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Si la mayoría de los religiosos de esa época hubieran seguido a Jesús, hubieran revolucionado también a la sociedad de la época, como lo hicieron ellos.
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Sin embargo, esta palabra debería aplicarse a los que ya habían hecho un gran cambio.
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Por eso San Felipe Neri, Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, San Carlos de Borromeo, San Camilo de Lelis, San Ignacio de Loyola… son gente que marcó.
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Si la mayoría de los religiosos de esa época hubieran seguido a Jesús, hubieran revolucionado también a la sociedad de la época, como lo hicieron ellos.
En el siglo XV y XVI, la Iglesia estaba en un conflicto muy fuerte. Algunos habían abandonado a lo que realmente algún día se había
comprometido. ¿Qué ganaron todos ellos con alejarse? Nada. Pero bienaventurados son aquellos que confían en
su Señor y le siguen. Cada uno deseará ver el día en que el Todopoderoso
venga en gloria, juzgue y condene. Pero los
misericordiosos obtendrán ese día misericordia. Aquellos que vieron en los problemas y necesidades la voz de Dios, son
ellos los que marcaron la diferencia. Aquellos que reconstruyendo la casa que Jesús fundó, son los que
han optado por la radicalidad de seguirle. Aunque no todos aparecerán en el listado de los santos, pero en el
que Dios sabe sí.
Martín Lutero quiso componer la casa de Cristo haciendo otra, los que
hemos mencionados, sufrieron por reconstruir la que Dios les había dejado.
Es justo
recordar a los santos que hicieron tanto por amor, cada uno en su propio
carisma.
SAN
FELIPE NERI, EL SANTO DE LA ALEGRÍA
Nació en
1515 en Italia y murió en 1595. El Papa
Francisco recuerda a este santo de la siguiente manera: “También gracias al apostolado de san Felipe, el compromiso por la salvación de las almas
volvía a ser una prioridad en la acción de la Iglesia. Se comprendió
nuevamente que los pastores debían estar con el pueblo para guiarlo y sostener
su fe. Felipe fue guía para muchos, anunciando el Evangelio y
administrando los sacramentos. En particular, se dedicó con gran pasión al ministerio de la confesión, hasta la tarde
de su último día terreno. Su
preocupación era seguir constantemente el crecimiento espiritual de sus
discípulos, acompañándolos en las dificultades de la vida y abriéndolos
a la esperanza cristiana.
Ciertamente, su misión de «cincelador de almas» se
beneficiaba del atractivo singular de su persona.
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Que estaba caracterizada por el calor humano, la alegría, la mansedumbre y la suavidad.
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Estas peculiaridades suyas tenían su origen en su ardiente experiencia de Cristo y en la acción del Espíritu divino, que le había dilatado el corazón.”
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Que estaba caracterizada por el calor humano, la alegría, la mansedumbre y la suavidad.
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Estas peculiaridades suyas tenían su origen en su ardiente experiencia de Cristo y en la acción del Espíritu divino, que le había dilatado el corazón.”
SANTA TERESA DE JESÚS O DE ÁVILA
Nació en 1515 y murió en 1582. En un principio ha de ser una niña muy cercana a cosas de Dios,
pero conforme va creciendo cambia su perspectiva. Por razones de ella misma
entra en el Carmelo. Pero Dios le tiene preparado su propio camino, frente a un Cristo mutilado ella inicia su
propio camino de conversión. Mientras madura interiormente también
empezará a cambiar su entorno.
EN PALABRAS DEL PAPA
EMÉRITO BENEDICTO XVI:
“En 1562 funda en
Ávila, con el apoyo del obispo de la ciudad, don Álvaro de Mendoza, el
primer Carmelo reformado. Y poco después
recibe también la aprobación del superior general de la Orden, Giovanni
Battista Rossi. En los años sucesivos prosigue las fundaciones de nuevos
Carmelos, en total diecisiete. Es fundamental el encuentro con san Juan de la Cruz, con quien, en 1568, constituye
en Duruelo, cerca de Ávila, el primer convento de Carmelitas Descalzos. En
1580 obtiene de Roma la erección como provincia
autónoma para sus Carmelos reformados, punto de partida de la Orden
religiosa de los Carmelitas Descalzos. La vida terrena de Teresa termina
precisamente mientras está comprometida en la actividad de fundación. En
efecto, en 1582, después de haber constituido el Carmelo de Burgos y mientras
se encuentra camino de regreso a Ávila, muere la noche del 15 de octubre en
Alba de Tormes, repitiendo humildemente dos expresiones:
«Al final, muero como hija
de la Iglesia» y «Ya es hora, Esposo mío, de que nos veamos».
Una existencia consumida
dentro de España, pero entregada por toda la Iglesia. Beatificada en 1614
por el Papa Pablo V y canonizada por Gregorio xv en 1622, el siervo de
Dios Pablo VI la proclama «doctora de la Iglesia» en 1970”.
SAN JUAN DE LA CRUZ
Nació en 1542 y murió en 1591. Fue uno de los reformadores de la Orden del Carmelo.
“A Juan le costó
también graves sufrimientos. El episodio más traumático fue, en 1577, su secuestro y encarcelación en el convento
de los Carmelitas de la Antigua Observancia de Toledo, a causa de una
acusación injusta. El santo permaneció
encarcelado durante meses, sometido a privaciones y constricciones físicas y
morales.
Allí compuso, junto a otras
poesías, el célebre Cántico espiritual.
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Finalmente, en la noche entre el 16 y el 17 de agosto de 1578, logró escapar de modo aventurado, refugiándose en el monasterio de las Carmelitas Descalzas de la ciudad.
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Finalmente, en la noche entre el 16 y el 17 de agosto de 1578, logró escapar de modo aventurado, refugiándose en el monasterio de las Carmelitas Descalzas de la ciudad.
Santa Teresa y los
compañeros reformados celebraron con inmensa alegría su libertad y,
después de un breve tiempo de recuperación de las fuerzas, Juan fue destinado a
Andalucía, donde pasó diez años en varios conventos, especialmente en Granada. Asumió cargos cada vez más importantes en la
Orden, hasta llegar a ser vicario provincial, y completó la redacción de
sus tratados espirituales. Después regresó a su
tierra natal, como miembro del gobierno
general de la familia religiosa teresiana, que gozaba entonces de plena
autonomía jurídica. Vivió en el Carmelo
de Segovia, donde fue superior de la comunidad. En 1591 fue eximido de toda responsabilidad y
destinado a la nueva provincia religiosa de México. Mientras se
preparaba para el largo viaje con otros diez compañeros, se retiró a un convento solitario cerca de
Jaén, donde enfermó gravemente. Juan afrontó con ejemplar serenidad y paciencia
enormes sufrimientos. Murió la noche del 13 y al 14 de diciembre de
1591, mientras los hermanos rezaban el Oficio matutino. Se despidió de ellos
diciendo: «Hoy voy a cantar el Oficio
en el cielo». Sus restos mortales fueron trasladados a Segovia. Fue beatificado por Clemente X en 1675 y
canonizado por Benedicto XIII en 1726.”
SAN CARLOS DE BORROMEO
Se hizo sacerdote, pero hasta que el hermano murió se dio cuenta de lo fácil que se pierde la
vida. Lo cambió todo, se hizo pobre, y después fue nombrado arzobispo. Entre
los grandes hombres de la Iglesia que,
en los días turbulentos del siglo XVI, lucharon por llevar a cabo la verdadera
reforma que tanto necesitaba la Iglesia. Y trataron de suprimir, mediante la corrección de los abusos y malas costumbres, los pretextos que aprovechaban
en toda Europa los promotores de la falsa reforma.
Ninguno fue, ciertamente, más grande ni más santo que el cardenal Carlos Borromeo. Nació en el castillo de Arona, junto al lago Maggiore, el 2 de octubre de 1538. Desde los primeros años, dio muestras de gran seriedad y devoción. A los doce años, recibió la tonsura, y su tío, Julio Cesar Borromeo, le cedió la rica abadía benedictina de San Gracián y San Felino, en Arona, que desde tiempo atrás estaba en manos de la familia. Se dice que Carlos, aunque era tan joven, recordó a su padre que las rentas de ese beneficio pertenecían a los pobres y no podían ser aplicadas a gastos seculares, excepto lo que se emplease en educarle para llegar a ser, un día, digno ministro de la Iglesia.
Ninguno fue, ciertamente, más grande ni más santo que el cardenal Carlos Borromeo. Nació en el castillo de Arona, junto al lago Maggiore, el 2 de octubre de 1538. Desde los primeros años, dio muestras de gran seriedad y devoción. A los doce años, recibió la tonsura, y su tío, Julio Cesar Borromeo, le cedió la rica abadía benedictina de San Gracián y San Felino, en Arona, que desde tiempo atrás estaba en manos de la familia. Se dice que Carlos, aunque era tan joven, recordó a su padre que las rentas de ese beneficio pertenecían a los pobres y no podían ser aplicadas a gastos seculares, excepto lo que se emplease en educarle para llegar a ser, un día, digno ministro de la Iglesia.
Pío IV había anunciado poco después de su
elección que tenía la intención de volver a reunir el Concilio de Trento,
suspendido en 1552.
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San Carlos empleó toda su influencia y su energía para que el Pontífice llevase a cabo su proyecto, a pesar de que las circunstancias políticas y eclesiásticas eran muy adversas.
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Así pues, el éxito del Concilio de debe a San Carlos más que a cualquier otro de los personajes que participaron en la asamblea.
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San Carlos empleó toda su influencia y su energía para que el Pontífice llevase a cabo su proyecto, a pesar de que las circunstancias políticas y eclesiásticas eran muy adversas.
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Así pues, el éxito del Concilio de debe a San Carlos más que a cualquier otro de los personajes que participaron en la asamblea.
Llegó a Milán en abril de 1556 y, en
seguida empezó a trabajar enérgicamente en la reforma de su diócesis. Su primer
paso fue la organización de su propia casa. Ninguna de las leyes que dictaba no eran aplicables si él no las cumplía.
En el año de 1584, decayó más la salud del santo. Después de fundar en Milán una casa de convalecencia, San Carlos
partió en octubre, a Monte Varallo para hacer su retiro anual, acompañado por
el P. Adorno, S. J. Antes de partir,
había predicho a varias personas que le quedaba ya poco tiempo de vida. En
efecto, el 24 de octubre se sintió
enfermo y, el 29 del mismo mes, partió de regreso a Milán, a donde llegó
el día de los fieles difuntos. La
víspera había celebrado su última misa en Arona, su ciudad natal. Una
vez en el lecho, pidió los últimos
sacramentos “inmediatamente” y los recibió de manos del arcipreste de su
catedral. Al principio de la noche del 3 al 4 de noviembre, murió
apaciblemente, mientras pronunciaba las palabras “Ecce
venio”. No tenía más que
cuarenta y seis años de edad. San Carlos fue oficialmente canonizado por
Paulo V el 1ro de noviembre de 1610.
INVITADOS A SER LUZ EN LA OSCURIDAD
Hemos puesto cuatro ejemplos, hay muchos más.
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San Ignacio de Loyola, Santa Josefina Bakita, San Martín de Porres, San Juan María Vianney, San Pedro de San José… etc.
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San Ignacio de Loyola, Santa Josefina Bakita, San Martín de Porres, San Juan María Vianney, San Pedro de San José… etc.
En esta época de tinieblas y oscuridad, la luz
debe brillar y solo es posible con la vivencia del Evangelio.
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Las lámparas no son puestas estar apagadas, sino para dar luz.
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Cada uno es luz, porque ha recibido a Cristo.
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Irradiar a Cristo, es vivirlo, si los sacramentos que recibimos no los vivimos, entonces ¿Quién domina? Las tinieblas.
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Las lámparas no son puestas estar apagadas, sino para dar luz.
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Cada uno es luz, porque ha recibido a Cristo.
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Irradiar a Cristo, es vivirlo, si los sacramentos que recibimos no los vivimos, entonces ¿Quién domina? Las tinieblas.
La sociedad de hoy es oscura como en los
ejemplos que hemos puesto, pero ellos han creído y por lo tanto la han
hecho vida. Con su comportamiento de
entrega radical han cambiado la historia. Todos pueden ser luz, San Giuseppe Moscati fue un doctor;
luz en medio de tinieblas. El venerable
Ernesto Cofiño, doctor; vida en medio de muerte. Los padres de Santa Teresita, son santos y
vivieron como esposos. San Enrique y
Santa Cunengunda, esposos y ejemplo de vida. Ejemplos hay muchos no se necesita ser un místico extraordinario como San
Pío de Pietrelcina, la Madre Teresa Aycinena, la Madre Encarnación… A Cristo hay que vivirlo, hay que
darlo a conocer, hay que amarlo. El fin
del mundo vendrá, pero en el momento que venga hay que estar preparados. Ellos
han hecho una renovación, una purificación, ahora nos toca a nosotros.
Fuentes:
- https://w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/pont-messages/2015/documents/papa-francesco_20150526_messaggio-v-centenario-san-filippo-neri.html
- https://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/audiences/2011/documents/hf_ben-xvi_aud_20110202.html
- https://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/audiences/2011/documents/hf_ben-xvi_aud_20110216.html
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