En su
quinta aparición en Fátima, la Madre de Dios prometió «un
milagro para que todos crean»
El 13 de septiembre de 1917, hace
100 años, tuvo lugar la quinta y
penúltima aparición de la Virgen de Fátima en Cova de Iria. Después de lo
ocurrido en verano (en julio tuvo lugar la visión del infierno y en agosto la Virgen no pudo aparecerse en
Cova de Iria porque Lucía y los beatos Francisco y Jacinta habían sido
detenidos por las autoridades), el encuentro ocurrió sin altercados; más allá,
por supuesto, de la aparición misma.
En cierto sentido, la Virgen
parece haberlo querido utilizar para preparar la que sería la última aparición,
la de octubre. Un mes antes, prometió a los niños hacer «un milagro para que todos crean». También les anunció que «vendrá también Nuestro Señor, Nuestra Señora de los
Dolores y del Carmen, y san José con el Niño Jesús para bendecir al mundo».
La Virgen sí aprovechó la ocasión
para pedir a los pastorcitos que suavizaran
las penitencias que se imponían para lograr la salvación de los
pecadores. Una de ellas era llevar una cuerda en la cintura, tan apretada que a
veces les hacía sangrar. «Dios está contento con vuestros sacrificios –les
dijo–, pero no quiere que durmáis con la cuerda; traedla solo durante el día».
La conversación de ese día,
recogida en las memorias posteriores de sor Lucía, terminó con una anécdota
curiosa: la niña, que hablaba en nombre de los tres, le ofreció a la Madre de
Dios dos cartas y un bote con colonia que le habían dado algunos de los entre
20.000 y 30.000 fieles que se congregaban en Cova de Iria. «Eso no es conveniente para llevar al Cielo»,
contestó la Virgen.
Alfa y Omega
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