En la nueva tanda de futuros
beatos aprobada a fines de septiembre por la Congregación para la Causa de los
Santos, muy pocos notaron que se incluye uno que se distinguió en vida por ser
un activo y reconocido exorcista. Se llama Juan Manuel Martín del Campo, de
nacionalidad mexicana, que nació en Lagos de Moreno, en el Estado de Jalisco,
el mismo año de la revolución rusa, 1917. Pero la mayor parte de su vida
transcurrió en el Estado de Veracruz, durante los años de la persecución
religiosa, como seminarista, como párroco, como profesor, como confesor y
capellán y como director espiritual, en una época en que las leyes mexicanas
prohibían que la Iglesia desarrollara actividades públicas. Y nada menos que
como exorcista, “un antiguo rito de sanación del
demonio” que Martín del Campo practicó desde 1987 hasta 1995, un año
antes de su muerte en 1996 debido a un cáncer de próstata. Eran años difíciles
para la Iglesia mexicana, a la que Juan Pablo II visitó entonces en dos
oportunidades, 1979 durante la presidencia de López Portillo –cuando celebró
una misa en Veracruz a orillas del mar- y en 1992, cuando gobernaba Salinas de
Gortari.
Un biógrafo de Juan Manuel Martín
del Campo afirma que el candidato a beato, “Conocido
por su entrega y devoción al ministerio, su paciencia para confesar a los
fieles y ser un sacerdote docto y lleno de piedad, encontró especial
reconocimiento por realizar diversos exorcismos en la región, siendo uno de los
más conocidos el ya mencionado, en el Centro de Especialidades Médicas del
Estado de Veracruz (CEM)”.
El caso citado, uno de los muchos
que el sacerdote trató durante los 7 años que recibió el mandato como exorcista
del obispo de su diócesis, lo narra Rafael González Hernández, postulador de la
causa, en su libro “Yo soy el Padre Martín”, usando
como fuente principal un cuaderno de apuntes donde el sacerdote anotaba los
pedidos que recibía. El año que realizó ese exorcismo, noviembre de 1994, en el
Centro de Especialidades Médicas ocurrió algo insólito. La madre de una
enfermera que trabajaba en el hospital se acercó al sacerdote para informarle
que había una paciente originaria de una localidad llamada Papaloapam, que
presentaba “manifestaciones raras” que ni
siquiera los médicos podían resolver, y que tenían la apariencia de “manifestaciones diabólicas”. Los apuntes dicen
que algunos días después un médico del mismo centro le pidió ayuda, de lo que
se deduce que no fue inmediato y que el padre Martín del Campo se tomó tiempo
para evaluar de qué se trataba. El médico admitió delante del sacerdote, y éste
lo registra, que las terapias no hacían efecto y que la mujer, lejos de
mejorar, empeoraba cada vez más, “provocando miedo
en médicos y enfermeras”. El sacerdote decidió ir a ver. Con el permiso
de los especialistas examinó a la mujer, llegó a la conclusión de que se
trataba de un caso grave y decidió realizar un exorcismo. El libro del biógrafo
y postulador Rafael González Hernández reproduce estas palabras presumiblemente
tomadas de los apuntes del exorcista: “Me dijeron
que cuando ya iba en los pasillos del nosocomio, sin que la enferma lo supiera,
ésta empezó a decir con voz distorsionada “ya viene el Martín, ya viene el
Martín, jajajaja”, seguido por carcajadas
inconexas. Entré inmediatamente y la pude ver con detenimiento, pude ver su
rostro herido por la presencia del espíritu del mal”. El libro registra
también que: “La mujer fue liberada y algunos
miembros del personal médico se convirtieron a la fe católica, y se colocó una
cruz en la entrada del CEM”.
El vocero de la Iglesia católica de Xalapa, Juan Manuel Suazo Reyes, confirmó en una entrevista que los cinco cardenales y los ocho obispos del Consejo de Obispos y Cardenales “determinaron de manera unánime otorgarle el nombramiento de venerable, título que se sumó al de Siervo de Dios”. La causa del sacerdote exorcista fue introducida en el Vaticano el 12 de marzo de 2011 y aprobada por la Comisión de teólogos el 25 de noviembre de 2014, también por votación unánime.
El vocero de la Iglesia católica de Xalapa, Juan Manuel Suazo Reyes, confirmó en una entrevista que los cinco cardenales y los ocho obispos del Consejo de Obispos y Cardenales “determinaron de manera unánime otorgarle el nombramiento de venerable, título que se sumó al de Siervo de Dios”. La causa del sacerdote exorcista fue introducida en el Vaticano el 12 de marzo de 2011 y aprobada por la Comisión de teólogos el 25 de noviembre de 2014, también por votación unánime.
Si el camino de Juan Manuel
Martín del Campo hacia los altares prosigue, y nada hace pensar que eso no
ocurra, podría ser el primer sacerdote exorcista de América Latina en ser
beatificado.
ALVER METALLI
BUENOS AIRES
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