¿Por qué escribí
mis posts sobre Venezuela? En los periódicos, en las televisiones, en los
debates, en los editoriales de los analistas siempre se comenta ese asunto
desde una perspectiva mundana: la sociología, la economía, la política.
Todos esos enfoques son
verdaderos. El problema actual de Venezuela tiene muchas razones que hunden su
historia en el pasado. Pero detrás de esas causas, la Biblia nos enseña a ver
más allá.
Los profetas de la Biblia, san
Juan, todas las Escrituras leídas en conjunto nos dicen que detrás del ejército
de Asiría que entró en el reino de Israel había unas causas espirituales. La
Biblia nos enseña a interpretar de una manera determinada la irrupción de los
ejércitos seléucidas en la época de los Macabeos. Roma no estaba en Judea en la
época de Jesús por casualidad, como si eso fuera un hecho desconectado de la
vida espiritual que había llevado el pueblo de Israel. La Bestia de las siete
cabezas no aparecerá por razones meramente económicas o sociológicas.
En cada enfermedad personal que
padecemos, el Libro de Job, los salmos, nos piden que analicemos si eso es un
castigo justo o una prueba espiritual. Cada hecho de nuestra vida contiene una
enseñanza, tiene un sentido.
Sea que padezcamos una
bancarrota, una enfermedad o un problema espiritual, el hecho que ocurre en
este mundo debe ser interpretado de acuerdo a la Biblia. Pues las causas de ese
problema pueden ser materiales, pero sus orígenes más profundos pueden ser
espirituales.
Eso vale para una persona y para
una nación. Jesús dijo que no eran más culpables los que habían muerto aplastados
por el derrumbamiento de la Torre de Siloé. Tampoco era culpable de nada un
ciego que vieron Jesús y los Apóstoles.
Pero Jerusalén fue invadida y
destruida cuando Dios había dejado claro en las páginas de las Escrituras que
cuando quiso la salvó a la ciudad de David. A veces, la salvó, incluso, a
través de una sola persona, como en el caso de Judit.
Cuando uno cree en la Biblia, se
ve impelido a interpretar los hechos mundanos a través de la fe. Eso es lo que
he intentado hacer en mis posts. También he intentado consolar al que sufre.
Nunca he dicho que los venezolanos sean peores que los colombianos o los
peruanos. Jamás he dicho nada de eso. Pero sí que he dicho que la resolución de
este problema actual se debe hacer, ante todo, a través de una conversión a
Dios. Que en ese conflicto se deben usar las armas espirituales de la oración,
el ayuno y el sacrificio. También he dicho que Dios llega un momento en que
dice “¡basta!”.
Todas y cada una de mis líneas de
mis posts sobre Venezuela nacen de una visión de la Historia bajo una
Providencia Divina y del deseo de hacer sonreír a la víctima.
Lo que me ha dejado sorprendido, muy sorprendido (considero que es un
detalle del humor de Dios), es que el 6 de agosto escribí un post sobre
Venezuela y puse una imagen de David y Goliat. Lejos estaba de saber que unas
diez horas después iba a comenzar un alzamiento con el régimen bajo el nombre
de “Operación Goliat”. No tenía ni idea de
esa operación militar, pero no creo en las casualidades.
P. FORTEA
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