Cristo nos invita a
dar todo de nuestra parte, para no quedarnos a medias.
Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net
Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net
Medita
lo que Dios te dice en el Evangelio
Cuando Dios me llama a caminar por su sendero,
es hermoso contemplar con cuánto amor me quiere en Él. Me ha preparado una
senda para mí,, un camino rico en luchas, en esfuerzos, en temores, derrotas,
triunfos; un camino que en definitiva, no debo nunca olvidarlo, es mi
felicidad. No la meta solamente, no ciertos momentos simplemente, sino cada
paso, cada instante, hasta aquellos que se van mientras duermo.
Si Dios me mostrara, sin embargo, lo que habría
de vivir, los dolores por sufrir, las indecisiones, las incertidumbres y tantas
cosas por las cuales padecer, quizá temería andarlo y no en pocas ocasiones lo
abandonaría. Pensaría que me faltan las fuerzas, y que tal designio, tal cruz,
en realidad, no es para mí. Y no obstante Dios no se detiene en ofrecerme el
camino para amarle y para amar a los demás, a imitación de Cristo.
Tú, Señor, no te detuviste ni siquiera al
contemplar el monte en que vendrías a ser crucificado. Tu mirada no se hallaba
en la muerte, sino en la redención. Y aunque temías la tortura, los escarnios
de la gente, tu amor «encandilaba» los
dolores por los que pasarías. Si alguna vez las dudas te asechaban, te bastaba
contemplar a tus discípulos, contemplar a cada alma y mirarla con amor. Así era
tu corazón y nada lo detenía para continuar con su misión.
Señor, si yo tengo miedos, hoy quiero ponerlos
nuevamente en Ti. Quizá no desaparecerán, pero al menos están en tus manos.
Quiero acoger mi vida, mi realidad presente como una ocasión invaluable para
agradarte. Hazme entender con la fe, que incluso entre las espinas de la vida
hay frutos bellos que jamás se marchitarán. Más aún: que incluso los momentos
que serían «dignos» de olvidar, pueden
convertirse, con tu gracia, en enseñanzas y experiencias para engrandecer el
corazón y caminar hacia la eternidad. Hoy pongo en tus manos mi corazón, para
caminar mi vida como Tú.
Reflexión
Si nos pusiéramos a contar los sueños
irrealizados, los proyectos personales sin concluir, las ideas que no han
tomado forma, llenaríamos muchas cajas.
El joven que no concluye sus estudios, la chica que no se decide a formar un hogar, el empresario que no se atreve con un negocio, el profesor que no se actualiza, son ejemplos de personas que no llegan a realizarse en sus vidas.
Y tú, ¿quieres conseguir el ideal que te has propuesto en la vida? ¿estás dispuesto a pagar el impuesto que supone el sacrificio de luchar hasta lograr el objetivo?
Gracias a Dios, hay muchos hombres y mujeres que lo han conseguido antes que nosotros. Inventores como Bell, científicos como Pasteur, santos como San Javier, pagaron en su vida con el dinero justo, la moneda precisa.
Cristo nos invita a dar lo necesario de nuestra parte, para no quedarnos a medias, entre sueños e ilusiones, sino que nos ofrece el camino de su cruz, que es el sacrificio, para llevar nuestro ideal de vida hasta el fin.
El joven que no concluye sus estudios, la chica que no se decide a formar un hogar, el empresario que no se atreve con un negocio, el profesor que no se actualiza, son ejemplos de personas que no llegan a realizarse en sus vidas.
Y tú, ¿quieres conseguir el ideal que te has propuesto en la vida? ¿estás dispuesto a pagar el impuesto que supone el sacrificio de luchar hasta lograr el objetivo?
Gracias a Dios, hay muchos hombres y mujeres que lo han conseguido antes que nosotros. Inventores como Bell, científicos como Pasteur, santos como San Javier, pagaron en su vida con el dinero justo, la moneda precisa.
Cristo nos invita a dar lo necesario de nuestra parte, para no quedarnos a medias, entre sueños e ilusiones, sino que nos ofrece el camino de su cruz, que es el sacrificio, para llevar nuestro ideal de vida hasta el fin.
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