No tardó mucho
en que santa Catalina Drexel frustrara los planes del grupo violento y racista.
Santa Catalina Drexel fue
pionera en muchos aspectos. Después de ver la situación de los nativos
americanos, fundó una orden religiosa con la que esperaba poder ayudar a
aliviar el sufrimiento de las minorías pobres y vulnerables del país.
Ella encendió una llama en el
oeste, ayudando a los americanos nativos y a los afroamericanos tan severamente
tratados por gran parte de la población. Al final de su vida había establecido
100 misiones, 50 escuelas para niños afroamericanos y 12 escuelas para
americanos nativos.
Como era de esperar, su
trabajo con las minorías provocó fuertes críticas e incluso violencia.
En 1922 Ku Klux Klan comenzó a
actuar contra la Madre Catalina y su trabajo. Las hermanas recibieron una carta
que amenazaba con “alquitranar y colgar al pastor
blanco y bombardear su iglesia de Beaumont, Texas”.
Las hermanas hicieron lo que
mejor sabían: orar.
Según un relato, “días más tarde, un tornado llegó y destruyó la sede del
KKK matando a dos de sus miembros. Las hermanas nunca volvieron a ser
amenazadas”.
Mientras que el Ku Klux Klan
aprendió una lección ese día, la Madre Catalina constantemente afirmó que es el
amor y la alegría lo que atrae a la gente a la verdad y finalmente cambia sus
corazones.
Una vez dijo: “Si queremos servir a Dios y amar a nuestro prójimo bien,
debemos manifestar nuestra alegría en el servicio que le hacemos a Él ya ellos.
Abramos ampliamente nuestros corazones. Es la alegría la que nos impulsa. Ve
adelante y no temas nada”.
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