miércoles, 23 de agosto de 2017

CÓMO NACIÓ LA CRUZ DEL PECADO, HECHA CON INSTRUMENTOS QUIRÚRGICOS DE ABORTISTAS

Los instrumentos quirúrgicos que se usan para el aborto tienen una alta simbología.
Al punto que se ha creado una cruz con los instrumentos abandonados en dos clínicas abortistas.
Esto se relaciona con el caso de un médico abortista que se hizo pro vida y entregó al Papa Francisco los instrumentos con los que hacía sus abortos.
 
MARCHA POR LA VIDA EN HUNGRÍA CON LA CRUZ DE LOS PECADOS
Cientos de personas de toda Europa se reúnen en la Plaza de Capistrano y marcha por el centro de esta antigua ciudad tañendo campanas en conmemoración de los muertos por aborto.
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Mientras se detienen para mostrar imágenes de una cruz inusual hecha enteramente con instrumentos de aborto.
La Marcha por la Vida en Belgrado se celebra en julio, el día después de que el 560º aniversario del fin del cerco de Belgrado y la derrota de los invasores musulmanes turcos.
La conferencia llevada a cabo en conjunto con la marcha, se enmarca en términos marciales como “la Guerra de las Cunas” y se mantuvo en el museo militar de la ciudad.
Los manifestantes procedentes de 20 países suenan constantemente una campana a medida que avanzaban por la ciudad.
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Tomando turnos para recitar los nombres de los niños no nacidos muertos por aborto en sus lenguas nativas, de acuerdo con el organizador del evento Imre Teglasy, un húngaro profesor de idiomas y sobreviviente de aborto.
Ver en este video su historia:
Quince veces se detienen, o sea en cada una de las estaciones de la cruz que marca los acontecimientos de la pasión de Cristo.
En cada parada, dicen juntos oraciones compuestas por la Dra. Kovacs Zita, una líder pro-vida rumana.
Que están inscriptas en tablas de piedra que forman parte de una exhibición pro-vida permanente allí.
Pero en el centro de la marcha hay una cruz monstruosa, “la Cruz de los Pecados”, creada hace 7 años por un austríaco, el Dr. Josef Presslmayer.
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Totalmente construida de instrumentos de aborto abandonados por el personal de dos clínicas de aborto de ese país, que cerraron después vigilias pro-vida.
La cruz se ha mostrado en Fátima y fue utilizada en otras protestas y marchas en Austria, Hungría y también en contra de la introducción de la RU486 allí.
“La protesta fue un éxito”, dijo Teglasy, “no hay guerra química por RU486 en Hungría ahora”.
Pero la cruz es ahora considerada demasiada frágil, para viajar y permanece en la casa del Dr. Presslmayer, donde sirve como un santuario pro-vida que une el sufrimiento de Cristo con los niños por nacer.
Y agregó sobre la marcha que en realidad es el Espíritu Santo, el responsable de las
“15 estaciones que simbolizan la tortura y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, llamando la atención sobre la tortura y la muerte de nuestros hijos antes de nacer“.
Esto nos trae a la mente al fundador de la Asociación Italiana Ginecología y Obstetras Católicos (AIGOC), Antonio Oriente, que ni bien comenzó el pontificado de Francisco le entregó a éste los instrumentos con los que había realizado sus abortos.
“SANTO PADRE YA NO HAGO MÁS ABORTOS, ESTOY A FAVOR DE LA VIDA”
Antonio Oriente era un médico de condición humilde que el aborto le permitía una buena posición económica.
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Una esposa que deseaba tener hijos pero no podían.
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Y luego la culpa y “ángeles” humanos que le presentaron a Jesús en medio de su tribulación.
Y lo demás vino por añadidura.
Se convirtió, dejó de hacer abortos, fundó la Asociación Italiana de Ginecólogos y Obstetras Católicos (AIGOC). Y Dios le regaló el embarazo de su esposa y dos hijos. El doctor Antonio Oriente vivía su cotidianeidad practicando abortos rutinariamente. Pero tuvo un cambio radical que él explicó en un congreso realizado por la asociación.
“Me llamo Antonio Oriente, soy ginecólogo y, hasta hace pocos años, yo, con estas manos, mataba a los hijos de los demás”.
Silencio absoluto.
La frase pronunciada es seca, con la crudeza lógica y la simplicidad de quien ha comprendido y ya ha pagado las consecuencias.
La de quien ha tenido el tiempo de pedir perdón.
Llaman la atención dos cosas de esta frase y son dos enormes verdades: la palabra «mataba», que desvela el engaño del término interrupción voluntaria, y la palabra «hijos».
No embriones, no agrupaciones de células, sino hijos. Simplemente.
El doctor Oriente consideraba que su práctica cotidiana de abortos era una forma de asistencia a las personas que tenían un «problema».
Venían a mi estudio y me decían:
“Doctor, he tenido una aventura con una mujer, yo no quería dejar a mi familia, amo a mi esposa. Pero ahora esta mujer está embarazada, ayúdeme…”. Y yo le ayudaba. O a lo mejor llegaba una chica y decía:
 “Doctor, era la primera vez que me acostaba con alguien, no es el chico con el que me quiero casar, ha sido simplemente algo ocasional. Mi padre me matará si se entera… ¡Ayúdeme!”.  Y yo la ayudaba. No pensaba que me estaba equivocando”.
AÑOS DE CALVARIO
Pero la vida continuaba haciéndole pensar: él, como ginecólogo que era, también traía niños a la vida.
Su mujer, como pediatra, atendía a los niños de los demás.
Pero no conseguían tener hijos propios.
Una esterilidad insidiosa y sin motivo era la respuesta a su vida cotidiana.
“Mi mujer ha sido siempre una mujer de Dios.  Sólo gracias a ella y a su oración cambió algo.  Para ella no tener hijos era un sufrimiento inmenso, enorme. Todas las noches que volvía a casa la encontraba triste y deprimida. No podía más. Después de años de calvario, una noche cualquiera no tenía el valor de volver a casa. Desesperado, apoyé la cabeza en mi escritorio y comencé a llorar como un niño”.
Y precisamente allí, en ese momento, la mano de Dios se hizo presente a través de una pareja que el doctor Oriente atendía desde hacía tiempo.
Vieron la luz encendida tarde en su estudio, temieron que hubiera pasado algo y subieron.
Encontraron al doctor en este estado que él define como “de tener compasión” .
Y por primera vez, abre su corazón a dos personas que eran solamente pacientes, prácticamente desconocidos.
Le dijeron:
“Doctor, nosotros no tenemos una solución a su problema.
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Sin embargo, le podemos presentar a una persona que sí puede darle un sentido: Jesucristo”
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Y lo invitaron a un encuentro de oración que él esquivó hábilmente.
Pasó el tiempo y una noche, siempre inseguro sobre si volver a casa o no, decidió hacerlo a pie y, al pasar junto a un edificio, se sintió atraído por una música.
Entró y se encontró en una sala donde algunas personas (casualmente el grupo de oración de la pareja que lo había invitado) estaban cantando.
En un momento se encontró de rodillas llorando y recibió una revelación sobre su propia vida.
“¿Cómo puedo pedir un hijo al Señor cuando yo mismo mato a los hijos de los demás?”. 
EL «NO HACER» SE CONVIERTE EN UN PROBLEMA
Atrapado por un fervor improvisado, coge un papel y escribe su testamento espiritual:
“Nunca más muerte, hasta la muerte”.
Después llama a su “Amigo” y se lo entrega, advirtiéndole para que vigile sobre su constancia y su fe.
Pasan las semanas y el doctor Oriente comienza a vivir de otra manera.
Comienza también a coleccionar problemas, sobre todo entre los colegas en su ambiente de trabajo.
En ciertos casos el “no hacer” se convierte también en un problema: profesional, económico, de imagen.
Una noche vuelve a casa y se encuentra a su mujer vomitando.
Piensa en alguna indigestión, pero continúa vomitando en los días siguientes.
Entonces, propone a su mujer hacer un test de embarazo, pero ella se niega vehementemente.
Eran demasiados los meses en los que ella, silenciosamente, los hacía, y recibía una puñalada al ver que siempre eran negativos…
Pero después de un mes con este malestar, él le obliga a hacer un examen de sangre que muestra presencia del BetaHCG: ¡Estaban esperando un hijo!
Han pasado los años. Los dos hijos que la familia Oriente ha recibido como un don son hoy adolescentes.
La vida de este médico ha cambiado totalmente.
Es menos rica, menos famosa, una “mosca” en un ambiente donde el aborto se considera aún como una “forma de ayuda” a quien, debido a una vida poco ordenada o de un engaño, lo solicita.
Pero él se considera rico, profundamente rico.
De alegría familiar, de sus valores, del amor de Dios, de esa mano que le acaricia cada día haciéndole sentir digno de ser un “Hijo suyo”.
SU ENCUENTRO CON EL PAPA FRANCISCO
El 20 de septiembre de 2013 pudo estar cerca del Papa Francisco en la audiencia privada que el Papa concedió a los participantes de la Conferencia Internacional Mater Care que se celebró en Roma.
Oriente no formaba parte de la delegación de ginecólogos que saludaría al Santo Padre.
Sin audiencia reservada ni pase alguno, Oriente decidió viajar a Roma para unirse al Mater Care.
Horas antes de tomar su vuelo pasó por su consultorio y “como un robot”, según explica, se dirigió a la silla de los pacientes para mirar en su base.
Encontró ahí una estampa del año 1999 de la Virgen de Luján, la patrona de Argentina, país natal del Papa Francisco.
En ese instante, Oriente comprendió que debía tomar la imagen consigo y volar con más decisión que nunca hasta Roma.
“Al llegar a la Sede de Pedro me encontré con un Obispo, le dije que recorrí 800 kilómetros hasta llegar hasta allí y que traía conmigo las herramientas del aborto para deponerlas ante el Papa.
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La Virgen estuvo conmigo”.
El médico atribuye la imagen de la Virgen de Luján a una paciente argentina que hace muchos años debió dejarla allí.
La mujer pedía un aborto, pero él la disuadió y hoy día “es profundamente feliz junto a su hijo”.
SANTO PADRE, YO YA NO HAGO MÁS ABORTOS
En su encuentro fugaz con el Papa le dijo:
“Santo Padre yo ya no hago más abortos, estoy a favor de la vida, quisiera una bendición para los médicos que quieren formar un equipo sanitario a favor de la vida”.
El ginecólogo le entregó en ese instante una bolsa con el material quirúrgico.
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A lo que el Papa le respondió, según relata Oriente:
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“Esta noche haré una oración. Esto lo tengo que llevar conmigo a mi habitación a Santa Marta”
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Luego le impuso sus manos y le dijo:
“Usted está bendecido y luche por la vida”.


Oriente explica que con este gesto, los instrumentos de la muerte fueron abandonados a los pies del sucesor de Pedro en la Tierra, tal y como la muerte se pone a los pies de Jesús a favor de la vida.

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