Este célebre exorcista
comenzó a practicarlos oficialmente en 1986. Dice que el mayor triunfo del
diablo es “hacer creer a la gente que no existe”.
Gabriele Amorth nació en mayo de 1925
en Roma. Fue ordenado sacerdote católico en 1954 y se convirtió en exorcista
oficial en junio de 1986, bajo la dirección del padre Candido Amantini, otro
sacerdote especializado en expulsar demonios. Próximo a cumplir 91 años,
Amorth, además de fundar la Asociación Internacional de Exorcistas en 1990, de
la que es presidente honorario y que fue reconocida por la Iglesia Católica
sólo en el nuevo milenio, ha practicado a lo largo de su prolongada carrera
miles de exorcismos, desde algunos que duraban “pocos minutos hasta otros que
se prolongaron por meses o incluso años enteros”.
El padre Gabriele Amorth explica que «a los que vienen a verme les aconsejo que primero vayan
al médico o al psicólogo. En la mayoría de los casos hay una base física o
psicológica para explicar sus sufrimientos. Los psiquiatras me envían los casos
incurables. No hay rivalidad. El psiquiatra establece si es una enfermedad; el
exorcista, si hay una maldición. La causa más frecuente de las posesiones son
los maleficios, los cuales originarían cerca del 90 por ciento de los casos. El
maleficio es un mal causado a una persona recurriendo al diablo. Se puede hacer
de varias formas, como hechizos, maldiciones, mal de ojo, vudú, macumba. El
Ritual romano antiguo explicaba cómo había que afrontar esto».
El padre Gabriele Amorth, quien es autor de varios
libros sobre exorcismo (como “Narraciones de un
exorcista”, “Más fuertes que el mal: El demonio, reconocerlo, vencerlo,
evitarlo” y “El último exorcista: mi batalla
contra satanás”), ya se dedicaba a luchar contra el mal antes de hacerse
exorcista. A los 18 años se unió a los partisanos y combatió a los alemanes
durante la Segunda Guerra Mundial. Después de la caída del régimen fascista de
Mussolini, el famoso político italiano Giulio Andreotti intentó llevarlo a la
política, pero al final decidió hacerse sacerdote. Actualmente vive en una
pequeña y austera habitación ubicada en un rincón del sur de Roma, sólo
decoradas con imágenes de Jesús, la Virgen María y el padre Candido Amantini
(su mentor), en el tercer piso de una casa para sacerdotes ancianos. “Soy el único exorcista que trabaja siete días a la
semana, desde la mañana hasta la tarde, incluidas Nochebuena y Semana Santa”,
afirma el padre Amorth, quien añade que ha llevado a cabo miles de limpiezas
espirituales y que en no pocas ocasiones ha visto a las víctimas escupir
extrañas cosas de la boca como clavos y cadenas, además de levitar en el aire.
“Tratamos de mantener a la persona en
el sillón, pero a menudo los demonios hacen levitar a los poseídos sólo para
mostrar su presunto poder. En uno de mis casos más recientes me tocó atender a
una madre de familia de Napolés llamada Antonella que estuvo poseída por cinco
demonios durante más de 17 años. Ella comenzó a sufrir de ataques violentos
después que recibía la Eucaristía en la Misa y entraba en trances en los que
hablaba arameo y alemán, idiomas que, por cierto, desconocía por completo. En
sus ataques hacía gala de tanta fuerza física que se necesitaban tres hombres
adultos para contenerla. Después de cuatro años de ser sometida a exorcismos,
sus ataques se fueron volviendo menos violentos hasta desaparecer del todo.
También recuerdo a un campesino analfabeto que, durante el exorcismo, me
hablaba sólo en inglés, por lo que yo necesitaba un intérprete. Hay quienes
demuestran una fuerza sobrehumana, y otros que se elevan, totalmente, del
suelo, siendo imposible, aún para varias personas, mantenerlos sentado en la
silla. Pero hablamos de presencia demoníaca, sólo por el contexto en que se
desarrollan estos fenómenos. Muchos me preguntan si alguna vez he resultado
herido por el diablo en algún exorcismo, pero cuando el Cardenal Poletti me
pidió que me dedicara al exorcismo, me encomendé a la Virgen con la siguiente oración:
“Envuélveme en Tu Manto, y yo estaré seguro”. El demonio me ha amenazado muchas
veces, pero gracias a Dios nunca me ha podido hacer daño”. El padre Amorth explica que los exorcismos, por lo general, comienzan
con una ronda de oración, ayudado por algunos asistentes, para lanzar
posteriormente su “ataque espiritual”, rezando
y cantando en latín y mandando a los presuntos demonios a que digan su nombre y
se revelen.
“Uno
puede ser objeto de los ataques del demonio en cuatro casos. Bien porque esto
es una bendición para la persona (como en el caso de muchos santos), bien por
la persistencia irreversible, en el pecado, bien por una maldición que alguien
hace invocando el nombre del demonio, o bien, cuando uno se dedica a practicar
el ocultismo. Las personas que ejercen el “carisma del exorcismo”, en tanto,
deben cumplir con varios requisitos. Debe estar muy bien considerada por su
vida de oración, fe, actos de caridad y juicio. Además, debe basarse y confiar
únicamente en la Palabra de Dios y la oración tradicional, estar completamente
desprendido de las preocupaciones monetarias, ser profundamente humilde y no
atesorar oscuridad. Hay que recordar que el mismo Jesucristo en los evangelios,
en Mateo 10,8, recomendó a sus discípulos lo siguiente: Curen a los enfermos,
resuciten a los muertos, purifiquen leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes
han recibido gratuitamente, den también gratuitamente”. “Todo el mundo es vulnerable a la acción del diablo” El padre Gabriele Amorth asegura que una cosa que ha aprendido con
el paso del tiempo es que todo el mundo es vulnerable a la acción del diablo,
incluido él mismo. “No, por supuesto que yo no
estoy a salvo del diablo. Todo el mundo es vulnerable. Incluso la Madre Teresa
fue exorcizada en sus últimos años. Y otros santos también. El diablo es muy
inteligente. Ha conservado la inteligencia del ángel que fue. Puede ser, por
ejemplo, que alguien de su trabajo sienta envidia de usted y le lance una
maldición. Y usted enfermará porque el origen del 90 por ciento de los casos
que trato es, precisamente, por una maldición. El resto se debe a la
pertenencia a sectas satánicas, a haber tomado parte en sesiones de espiritismo
o practicar la magia. Pero si usted vive en consonancia con Dios, al diablo le
resultará mucho más difícil llevar a cabo la posesión”. El padre
Amorth, quien se ufana de haber tenido buenas relaciones con los Papas Juan
Pablo II, Benedicto XVI y Francisco I, explica que «el
Papa apoya a los exorcistas, sin embargo, las sectas satánicas proliferan. El
diablo trabaja en todas partes. Está en Fátima, en Lourdes. Y con toda
seguridad también actúa en el Vaticano, en el centro mismo del cristianismo,
porque el humo de Satanás ha entrado a todas partes. Una vez yo y otros
exorcistas de los cinco continentes fuimos excluidos injustamente de una
audiencia con el Papa, porque algunos religiosos tenían miedo de que tantos exorcistas
consiguieran expulsar a las legiones de demonios que se han instalado en el
Vaticano. Pues no tengo ninguna duda de que el demonio tienta, sobre todo, a
las autoridades de la Iglesia, así como a cualquier otra autoridad, en la
política y la industria. Es una estrategia victoriosa. Siempre se intenta
ponerla en práctica. Sobre todo cuando las defensas del adversario son débiles.
Satanás también lo intenta. Pero, gracias al Cielo, es el Espíritu Santo quien
dirige a la Iglesia: “Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”,
dijo Jesús. A pesar de las defecciones, y a pesar de las traiciones, que no
deben causar asombro. Recordemos que el primer traidor fue uno de los apóstoles
más cercanos a Jesús: Judas Iscariote. Pero, a pesar de esto, la Iglesia sigue
su camino. El Espíritu Santo la mantiene, y por lo tanto, los ataques de
Satanás sólo pueden ser parcialmente exitosos. Naturalmente, el demonio puede
ganar batallas, incluso batallas importantes. Pero nunca ganará la
guerra». Hitler y Stalin en
connivencia con el diablo El padre Gabriele Amorth asegura que la
noción del diablo no es ninguna metáfora, sino que una entidad totalmente real
que ejerce su malévola influencia en campos como la alta política.
«Por supuesto que existe el mal
en la política, incluso es frecuente. Al diablo le
gusta adueñarse de aquellos que ocupan cargos de responsabilidad, empresarios,
políticos. Hitler y Stalin estuvieron poseídos. ¿Por qué lo sé? Porque mataron
a millones de personas. El Evangelio dice: Por los frutos los conoceréis.
Desgraciadamente, un exorcismo no habría bastado con ellos, pues estaban
convencidos de lo que hacían. No se puede decir que fuera una posesión en el
sentido estricto de la palabra, más bien se trataba de una aceptación total y
voluntaria de las sugerencias del diablo”. Parte del clero no cree en el diablo El
padre Amorth, consultado cómo son visto los exorcistas dentro de la Iglesia
Católica, afirma que “somos muy mal tratados.
Nuestros hermanos sacerdotes, a cargo de esta delicadísima tarea, son vistos
como locos, como fanáticos. Por lo general, ni siquiera son tolerados por los
mismos obispos que los nombraron. El gran problema es que el mayor éxito de
Satanás hoy es que consigue hacer creer que no existe. Y casi lo ha conseguido.
Incluso dentro de la Iglesia. Tenemos un clero y un episcopado que han dejado
de creer en el demonio, en los exorcismos, en los males extraordinarios que
puede causar el diablo, y ni siquiera en el poder, que nos ha dado Jesús, de
expulsar a los demonios. Desde hace tres siglos, la Iglesia Latina -al
contrario de la Ortodoxa y de varias denominaciones Protestantes- ha abandonado
casi, completamente, el ministerio del exorcismo. Al no practicar los
exorcismos, al no estudiarlos y no haberlos visto nunca, el clero ya no cree en
ellos. Y, algunas veces, ni siquiera cree en el diablo. Tenemos episcopados
enteros que se muestran hostiles a los exorcismos. Hay países en los que no
existe ni siquiera un solo exorcista, como Alemania, Suiza, España y Portugal.
Una carencia aterradora. Cuando un sacerdote es nombrado obispo, se encuentra
con un artículo del Código de Derecho Canónico, que le autoriza, completamente,
a nombrar exorcistas. Lo mínimo que se le puede pedir a un obispo es que haya
asistido, por lo menos, a un exorcismo, dado que debe tomar una decisión tan
importante. Por desgracia, esto no ocurre casi nunca. Pero si a un obispo
recibe una petición seria de exorcismo -es decir, no hecha por alguien
enajenado- y no actúa en consecuencia, comete pecado mortal. Será responsable
de todos los terribles sufrimientos de esa persona, que a veces duran años o
toda una vida, cuando podría haberlos evitado”. El padre Amorth agrega
que “cuando conocí al Padre Pellegrino Ernetti, un
célebre exorcista, que ejerció durante cuarenta años en Venecia, le dije: “Si
pudiera hablar con el Papa, le diría que encuentro demasiados obispos que no
creen en el demonio”. La tarde siguiente, el Padre Ernetti vino a
decirme que aquella mañana le había recibido Juan Pablo II. “Su Santidad”, le
había dicho, “hay, aquí en Roma, un exorcista, el
Padre Amorth, que si pudiera hablar con usted le diría que encuentra demasiados
obispos que no creen en el demonio”. El Papa le respondió brevemente: “Aquel que no cree en el demonio, no cree en el
Evangelio”. Esta es la respuesta que dio él y que yo repito a
menudo”. La receta del maligno para seducir al
ser humano El exorcista Gabriele Amorth confidencia que en estos
tiempos se siente bastante preocupado por la disminución de la fe y el aumento
de la superstición. “En el lenguaje bíblico, se
puede decir que la gente está abandonando a Dios, y entregándose al ocultismo.
La terrible desaparición de la fe en toda la Europa Católica, hace que la gente
se ponga en manos de hechiceros y adivinos, y así, las sectas satánicas
prosperan. Las sesiones de espiritismo, en las que se evocan a los muertos para
conseguir respuestas, también están muy difundidas. Ahora se enseña a efectuar
sesiones de espiritismo a través de computadoras, teléfonos, televisores, y
video grabadoras, pero sobre todo, con la escritura automática. Ya ni siquiera
se necesita un médium: es un espiritismo que cada quien puede hacer por sí
mismo. En una escuela a la que me invitaron a hablar, los chicos me dijeron que
jugaban a llamar a los espíritus de los muertos durante la clase de religión,
ante los ojos complacidos del maestro. Mucha gente desconoce que no existe
diferencia entre magia blanca y magia negra. Cuando la magia funciona, siempre
es obra del demonio. Todas las formas de ocultismo, como esta huida hacia las
religiones de Oriente, con sus sugestiones esotéricas, son puertas abiertas
para el demonio”.
El padre Amorth confidenció también que su película favorita es… “El exorcista”, la exitosa cinta de 1973 del
director William Friedkin, que se basó en un caso real ocurrido en St. Louis en
los años 50’. “Siempre digo que la gente debería
verla, para que miren lo que nosotros hacemos. Por supuesto algunos efectos son
exagerados, pero es un buen filme, y exacto substancialmente, basado en una
notable novela que refleja una historia verdadera.” El padre Amorth
concluye que la receta del diablo para seducir al hombre es “la misma de siempre”. “Su estrategia es siempre la
misma. Hace creer que el infierno no existe, que el pecado no existe, y que él
es solamente una experiencia más que hay que vivir. Concupiscencia, éxito y
poder, son las tres grandes pasiones en las que Satanás se fía”.
Finalmente, consultado si después de hacer practicado tantos exorcismos en más
de 30 años de “carrera”, todavía siente
miedo del diablo, el padre Gabriele Amorth espetó la siguiente y desafiante
frase: “¿Yo miedo de ese animal? Es él quien tiene
que tener miedo de mí: yo actúo en nombre del Señor del mundo, mientras que él
es sólo el simio de Dios”.
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