Hoy en día los
sentimientos de temor o impotencia contra los oscuros riesgos y amenazas de la
vida son más grandes que nunca y nos acompañan a cada paso.
Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer
Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer
Mateo 10, 26-33
«No les tengáis miedo. Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse. Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde los terrados. «Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos. «Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos.
REFLEXIÓN
«No les tengáis miedo. Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse. Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde los terrados. «Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos. «Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos.
REFLEXIÓN
Tres veces Jesús exhorta, en este Evangelio, a sus discípulos: “no temáis”. Y no queda duda, de que dirige esta exhortación hoy también a todos nosotros: “no temáis”.
El Señor lo sabe y nosotros lo experimentamos
siempre de nuevo que el temor es un sentimiento primario del hombre. A la
existencia humana están apegados el desamparo y la inseguridad y, por
consiguiente, la angustia y el miedo, ya sea escondido o manifiesto, ya sea
consciente o no.
LAS ANGUSTIAS DEL MUNDO DE HOY.
Y hoy en día los sentimientos de temor o impotencia contra los oscuros riesgos y amenazas de la vida son más grandes que nunca y nos acompañan a cada paso. Nos angustiamos por la situación económica social de nuestra patria. Por el futuro político de nuestro pueblo. Los padres se inquietan por el porvenir de sus hijos y de su familia. Los ancianos y jubilados se preocupan de su pan de cada día. Muchos tienen miedo de los demás, no sólo de asaltantes y malhechores, sino también de vecinos o parientes, e incluso tienen miedo de Dios. Y, por último, todos tenemos temor a la muerte.
LAS ANGUSTIAS DEL MUNDO DE HOY.
Y hoy en día los sentimientos de temor o impotencia contra los oscuros riesgos y amenazas de la vida son más grandes que nunca y nos acompañan a cada paso. Nos angustiamos por la situación económica social de nuestra patria. Por el futuro político de nuestro pueblo. Los padres se inquietan por el porvenir de sus hijos y de su familia. Los ancianos y jubilados se preocupan de su pan de cada día. Muchos tienen miedo de los demás, no sólo de asaltantes y malhechores, sino también de vecinos o parientes, e incluso tienen miedo de Dios. Y, por último, todos tenemos temor a la muerte.
¿Por qué tanta desconfianza y miedo? ¿Cuál es el
sentido de la inseguridad y de la angustia que sufrimos en el mundo actual?
Una verdad conocida, que olvidamos en el trajín
de nuestra vida, nos revela que la seguridad y el cobijamiento no podemos
encontrarlos en este mundo, debemos buscarlos en el otro mundo, debemos
buscarlos en Dios. El temor extraordinario de hoy – en su valor positivo – nos
lleva a buscar la ayuda de Dios. Esto es lo que el Padre del cielo quiere
decirnos por medio de nuestra situación difícil: Buscad tranquilidad, amparo y cobijamiento en
mí, en mis manos bondadosas, en mi corazón paternal.
Porque Dios no se preocupa solamente del mundo
en general, ni de un pueblo determinado, sino que también – impulsado por una
profunda paternidad – vela por cada individuo. Frecuentemente recalca Jesús que
el Padre se preocupa de cada uno personalmente, incluso hasta de sus pequeñeces
más insignificantes.
“¿Acaso no se vende un par
de gorriones por unas monedas? Y sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que
lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis
contados. Por eso, no tengáis miedo, no hay comparación entre vosotros y los
gorriones”.
Aquel que cuida de las aves del cielo, cuánto
más se preocupará por cada ser humano, cuánto más amará, con su cariño
paternal, a todos sus hijos.
Por eso, si Dios está conmigo, no puedo tener
miedo. Al contrario, mi preocupación más grande debería ser: estar
despreocupado en cada momento, no por negligencia, sino porque confío en Dios.
Es más fuerte siempre aquel que tiene a Dios por aliado.
TODOS DEBEMOS LLEGAR A SER HÉROES DE LA CONFIANZA.
TODOS DEBEMOS LLEGAR A SER HÉROES DE LA CONFIANZA.
Sin esa confianza filial, hoy es imposible permanecer firme y victorioso en medio de las tormentas de este mundo. No se puede dominar la vida actual, ninguno de nosotros podrá hacerlo, si Dios no está a nuestro lado.
Pensemos en la tormenta sobre el lago. Es algo
extraño: los apóstoles en la barca son maestros en el dominio del mar. Además,
Jesús está con ellos. Y si embargo se angustian y se desesperan y tienen que
despertar al Señor, para que los salve.
Entonces, si tenemos esa confianza profunda en
Dios, venceremos el temor y la inseguridad de este mundo. Si aceptamos
filialmente la voluntad del Padre, en horas agradables y en horas difíciles,
dando así testimonio valiente de Cristo, entonces Él nos recibirá un día en la
casa del Padre.
“Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo
también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante
los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo”.
¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Padre Nicolás Schwizer
Instituto de los Padres de Schoenstatt
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Padre Nicolás Schwizer
Instituto de los Padres de Schoenstatt
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