Fundador. Año 1975.
San
Josemaría Escrivá es uno de los más populares fundadores y apóstoles del siglo
XX. Nació en Barbastro Aragón, España, de un hogar sumamente creyente y
ejemplar y fundó en 1928 una de las asociaciones apostólicas más fuertes del
mundo, el Opus Dei.
Desde muy
pequeño tuvo una gran cualidad: su espíritu de servicio a los demás. Parecía
que su oficio más agradable era poder ser útil a los demás en todo lo que le
fuera posible ayudarles. La frase de Jesús que más le impresionaba era esta: "El hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino
a servir, y a dar la vida en redención de muchos" (Mt. 20, 28). Y
le impresionaba el meditar que Jesús desde su nacimiento en el pesebre hasta su
muerte en la cruz, no tuvo otro fin que el de dar gloria al Padre Dios y hacer
el mayor bien a las criaturas humanas. Y él se propuso emplear también todas
sus cualidades al servicio de Dios y de las personas humanas.
José
María se propuso pues imitar el espíritu de servicio de Jesús, y dedicar su
vida entera a lograr hacer el mayor bien posible a toda clase de gentes.
Después
de obtener su doctorado en la universidad, fue ordenado de sacerdote en 1925 y
se dedicó al apostolado con todas las fuerzas de su alma, tendiendo como lema
aquella frase de la S. Biblia: "El sacerdote
está constituido a favor de los hombres" (Hebr. 5, 1).
Su madre,
Doña Dolores, le había enseñado una frase que ella repitió muchas veces y que a
él le fue muy útil en el apostolado: "Para lo
único que hay que tener vergüenza es para pecar". Así que al joven
sacerdote no le dio jamás vergüenza hablar de Cristo y de su mensaje en todas
partes y ante toda clase de personas. Y esto mismo enseñó con la palabra y el
ejemplo a sus millares de discípulos de todo el mundo.
Cuando
Dios encamina a una persona hacia una gran obra le concede todas las cualidades
necesarias para desempeñar bien el oficio que le ha encomendado. Al Padre
Escrivá le concedió un espíritu sumamente alegre y jovial que le ganaba la
simpatía a todos los ambientes. Una alegría que se contagiaba a los que lo
escuchaban. Lo dotó también la Divina Providencia de un corazón sumamente
generoso para amar a todos. Uno de sus socios, que lo acompañó por muchos años,
declaró: "Me consta que jamás Monseñor Escrivá
se sintió enemigo de nadie". Quiso bien a todos y los seguía
queriendo aún después de que lo trataran mal. Su única moneda de cambio con
quienes se dedicaban a atacarlo, era rezar por ellos.
José
María fue un instrumento en las manos de Dios, por medio del cual la Iglesia
Católica logró conseguir líderes apostólicos en todos los continentes y empezó
nuevas obras de apostolado en muchas naciones. Pero él siempre se consideraba
un simple instrumento en manos de Dios. Ninguno de sus triunfos apostólicos lo
atribuía a sus cualidades o a sus esfuerzos personales, sino todo solamente a
la bendición de Dios. Recordaba la famosa frase del libro de los proverbios: "Lo que nos produce éxitos es la bendición de Dios.
Nuestros afanes no le añaden nada". Sabía que cuanto mejor
preparado está el instrumento (por ejemplo el pincel, con el cual le agradaba
mucho compararse) mejor saldrá la obra del artista. Por eso trataba de
prepararse lo mejor posible siempre, pero también estaba convencido de que sin
la acción del artista, (que siempre en el apostolado es Dios) el instrumento
nada logra conseguir por sí mismo.
Pero la
humildad de Escrivá no era un apocamiento, un creerse sin valor o un inútil y
sin cualidades (porque eso sería mentira. Y la humildad es la verdad). Su
humildad no era un no atreverse a proponer nuevas iniciativas o dejar de exigir
derechos que son deberes. Era un estar convencido de que se es incapaz de
realizar nada valioso sin la bendición de Dios, pero a la vez una convicción de
que entre más preparado y calificado esté el apóstol, mayores éxitos podrá
obtener si confía plenamente en la ayuda divina.
Siendo
muy joven en Logroño en pleno y terrible invierno vio sobre la nieve las
huellas de unos pies de un religioso capuchino, que por amor de Dios y por
salvar almas andaba descalzo sobre ese hielo tan temible. Y José María se
preguntó: "Todo esto hacen los demás, y yo
¿qué voy a hacer por Cristo y por las almas?". Desde entonces se
propuso gastarse y desgastarse por hacer amar más a Dios y por conseguir salvar
almas.
El 2 de
octubre de 1928 José María sintió que Dios le iluminaba una idea maravillosa
(durante unos Ejercicios Espirituales), fundar una asociación en la cual cada
persona, siguiendo sus labores ordinarias en el mundo, se dedicara a conseguir
la santidad y a propagar el reino de Cristo. Y fundó entonces la famosa
organización llamada Opus Dei (Obra de Dios) que ahora está extendida por todos
los países del mundo. Su lema era la frase de San Pablo: "Esta es la voluntad de Dios: vuestra
santificación" (1 Tes. 4, 3).
El famoso
fundador repetía: "El creyente, ya sea
barrendero o gerente, ya sea pobre o rico, sabio o ignorante, conseguirá su
santificación y un gran puesto en el cielo si todo lo que tiene que hacer lo
hace por amor de Dios y con todo el esmero que le sea posible. En el servicio
de Dios no hay oficios de poca categoría. Todos son de gran categoría si se
hacen por amor a Nuestro Señor".
Desde
1928 hasta su muerte en 1975, José María Escrivá dedicó todas sus energías y
sus grandes cualidades y todo su tiempo, a extender y a perfeccionar la obra
maravillosa que Dios le había encomendado: El Opus Dei, una asociación para
llevar hacia la santidad a las personas, pero permaneciendo cada cual en su
propia profesión y oficio.
Fue
beatificado por S.S. Juan Pablo II en Roma el 17 de mayo de 1992.
Escribió
Monseñor Escrivá un librito pequeño pero hermosísimo que ha influido en
millones de personas en el mundo entero. Se llama "Camino".
Son mil pensamientos (numerados) acerca de los temas más importantes
para conseguir la santidad. Su estilo es simpático, impactante, incisivo y muy
agradable. Y como antes de escribir rezó mucho por lo que iba a redactar, las
frases del libro "Camino" llegan
hasta el corazón de sus lectores y lo conmueven profundamente.
He aquí
algunos de esos pensamientos cortos de su libro "Camino":
Acostúmbrate a decir No a lo que es malo… ¿Qué no puedes hacer más? ¿No será
que no puedes hacer menos?… ¿Virtud sin orden? ¿Y a eso llamas virtud?… ¡Qué
hermoso desgastar la vida por Dios y por los demás!… Tu mayor enemigo es: tu
egoísmo… Si no te dominas a ti mismo, aunque seas poderoso, eres poca cosa… Al
que puede ser sabio no se le perdona que no lo sea… Tu orgullo: ¿de qué?…
Dios le
concedió la gracia de ser muy simpático para los universitarios, para los
profesionales y para los de las clases dirigentes. Y él empleó este don tan
especial para conseguir que muchísimos líderes de diversos países aprovecharan
sus notables influencias en los demás para llevarles los mensajes de la Iglesia
Católica y extender así nuestra Santa Religión. La simpatía personal del Padre
Escrivá le atraía amigos en todas las naciones a donde llegaba su influencia y
muchos de ellos ocupan ahora puestos influyentes, para gloria de Dios.
El 6 de
octubre de 2002, más de 400.000 personas asisten en la plaza de san Pedro a la
canonización de Josemaría Escrivá. En la homilía, Juan Pablo II señaló que el
nuevo santo "comprendió más claramente que la
misión de los bautizados consiste en elevar la Cruz de Cristo sobre toda
realidad humana, y sintió surgir de su interior la apasionante llamada a
evangelizar todos los ambientes.
El Papa
animó a los peregrinos llegados desde los cinco continentes a seguir sus
huellas. "Difundid en la sociedad, sin
distinción de raza, clase, cultura o edad, la conciencia de que todos estamos
llamados a la santidad. Esforzaos por ser santos vosotros mismos en primer
lugar, cultivando un estilo evangélico de humildad y servicio, de abandono en
la Providencia y de escucha constante de la voz del Espíritu".
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