miércoles, 14 de junio de 2017

LA VESTIDURA DEL OBISPO MEDIEVAL


Lo que la gente suele saber de este tema es lo que ha visto en las películas. Y en las películas, los obispos siempre suelen aparecer con su mitra y su casulla en todas partes: sea una recepción real en un palacio, sea al llegar a caballo a un pueblo. Eso es un gran error. Los obispos iban vestidos litúrgicamente sólo para los actos litúrgicos. El resto del tiempo iban vestidos de un modo secular o con un hábito talar.

Muchos clérigos seculares vestían como los laicos. No había un hábito talar unificado ni siquiera en cada país. El hábito talar del clero secular tendía a imitar la túnica de los monjes benedictinos. Si un clérigo quería vestir de un modo más acorde a su estado, se ponía una túnica más larga, como era costumbre ceñida con un cinturón. Si quería vestir más acorde con su estado clerical, vestía colores más oscuros. Lo ideal era el color negro, ya asociado al estado de consagración gracias a las impresionantes y omnipresentes abadías benedictinas.

Se consideraba que lo mejor era que el clérigo no vistiera de forma colorida o con telas estampadas o caras o con franjas ricamente trabajadas. La sencillez de la túnica concordaba con el estado clerical. Su color oscuro, con la sobriedad que debía acompañarle. Los obispos en esta época ya llevaban cruz pectoral y anillo. La túnica no siempre era de color oscuro. Algunos obispos optaban por colores más mundanos y por telas más finas.

Si tenían frío se colocaban una muceta gruesa de lana que hacía las veces de un jersey. Ése es el origen de las actuales esclavinas de los obispos. Si tenían todavía más frío, se colocaban una capa, del color que fuera. Capa amplia en la que podían arrebujarse. Eso daría lugar a las capas principescas que llevarían obispos y cardenales desde la época del renacimiento. Si tenían frío en la cabeza se colocaban distintos tipos de sombreros. El sombrero clerical nunca estuvo unificado hasta el siglo XIX, y incluso entonces no del todo. Uno de esos sombreros era el camauro, que lo llevaban los obispos también. En el siglo XVIII, el camauro de verano de los Papas iría haciéndose más pequeño, hasta llegar a ser el solideo actual, que nunca tuvo nada que ver con la kippá judía.  Otro sombrero era la birreta, con distintas hechuras según los países. La cual era como una boina de lana y que daría lugar a la birreta actual. Cualquier clérigo podía tener una capucha en la parte de atrás de la muceta. Incluso los campesinos usaban esas mucetas y esas capuchas. 


P. FORTEA

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