Así vivían los
primeros cristianos la Eucaristía.
Por: n/a | Fuente: PrimerosCristianos.com
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SAN JUSTINO (165 D.C.)
Se leen las memorias de los Apóstoles y los
escritos de los Profetas. Cuando el lector ha terminado, el que preside toma la palabra para
incitar y exhortar a la imitación de tan bellas cosas. Luego nos levantamos y
oramos por nosotros… y por todos los demás dondequiera que estén, a fin de que
seamos hallados justos en nuestra vida y nuestras acciones y seamos fieles a
los mandamientos para alcanzar la salvación eterna.
Luego se lleva al que preside el pan y una copa
con vino y agua mezclados. El que preside los toma y eleva alabanzas y gloria al Padre del universo, por el nombre del Hijo y
del Espíritu Santo, y da gracias largamente porque hayamos sido juzgados
dignos de estos dones. Cuando el que preside ha hecho la acción de gracias y el
pueblo ha respondido “amén”, los que entre nosotros se llaman diáconos
distribuyen a todos los que están presentes el pan y el vino “eucaristizados”.
“A nadie le es lícito participar en la
Eucaristía, si no cree que son verdad las cosas que enseñamos y no se ha
purificado en aquel baño que da la remisión de los pecados y la regeneración, y
no vive como Cristo nos enseñó. Porque no tomamos estos alimentos como si
fueran un pan común o una bebida ordinaria, sino que así como Cristo, nuestro
salvador, se hizo carne y sangre a causa de nuestra salvación, de la misma
manera hemos aprendido que el alimento
sobre el que fue recitada la acción de gracias, que contiene las
palabras de Jesús y con que se alimenta y transforma nuestra sangre y nuestra
carne, es precisamente la carne y la
sangre de aquel mismo Jesús que se encarnó.
Los apóstoles, en efecto, en sus tratados
llamados Evangelios, nos cuentan que así les fue mandado, cuando Jesús, tomando
pan y dando gracias dijo: “Haced esto en conmemoración mía. Esto es mi cuerpo”. Y luego, tomando
del mismo modo en sus manos el cáliz, dio gracias y dijo: “Esta es mi sangre”, dándoselo a ellos
solos. Desde entonces seguimos recordándonos unos a otros estas cosas. Y los
que tenemos bienes acudimos en ayuda de otros que no los tienen y permanecemos
unidos. Y siempre que presentamos nuestras ofrendas alabamos al Creador de todo
por medio de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo”. (SAN JUSTINO, Carta a
Antonino Pío, Emperador, año 155)
SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA (444 D.C.)
Padre de la Iglesia, quien entregó su vida para
mostrar que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, ante las herejías
de su época. En el Comentario al Evangelio de San Juan dice:
El
Cuerpo de Cristo vivifica a los que de el participan:
aleja la muerte al hacerse presente en nosotros, sujetos a la muerte, y aparta
la corrupción, ya que contiene en sí mismo
la virtualidad necesaria para anularla totalmente” (SAN CIRILO DE ALEJANDRIA,
Coment. Evang. S. Juan, 5).
San Cirilo emplea el símil de la cera para explicar la
unión de nuestro cuerpo al de Cristo en la Eucaristía
“Así; como cuando uno junta dos trozos de cera y
los derrite por medio del fuego, de los dos se forma una sola cosa, así
también, por la participación del Cuerpo de Cristo y de su preciosa Sangre, Él se une a nosotros y nosotros nos unimos a
Él” (SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA, Coment. Evang. S. Juan, 10).
SAN AMBROSIO DE MILÁN
San Ambrosio,
obispo de Milán(nacido en Tréveris hacia
el año 340 y fallecido en Milán en el 397), quien introdujo en occidente la lectura meditada de las Escrituras, para hacer que penetre en el
corazón, algo que hoy se conoce con el nombre de «lectio divina».
No se nos ofrece (en la Comunión) el Cuerpo de
Cristo como premio, sino como comunicación
de la gracia y de la vida celestial” (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, volt VI,
p. 447).
SAN AGUSTÍN
Nadie alimenta a los convidados con su misma
persona; pero esto es lo que hace Cristo el Señor: Él mismo es a la vez anfitrión, comida y bebida” (San Agustín, Sermón sobre el natalicio de los mártires, 1-2).
OTROS TESTIMONIOS
PLINIO
Plinio no tardó en aplicar la prohibición de las
eterías a un caso particular que se le presentó en el otoño del 112. Bitinia estaba llena de cristianos.“Es una muchedumbre de todas las edades, de todas las
condiciones, esparcida en las ciudades, en la aldeas y en el
campo»,escribe al emperador.
Continúa diciendo haber recibido denuncias por
parte de los fabricantes de amuletos religiosos, estorbados por los Cristianos
que predicaban la inutilidad de semejantes baratijas. Había instituido una
especie de proceso para conocer bien los hechos, y había descubierto que ellos
tenían “la costumbre de reunirse en un día
fijado, antes de la salida del sol, de cantar
un himno a Cristo como a un dios, de comprometerse con juramento a no perpetrar
crímenes, a no cometer ni latrocinios ni pillajes ni adulterios, a no faltar a
la palabra dada. Ellos tienen también la costumbre de reunirse para tomar su comida que, no
obstante las habladurías, es comida ordinaria e inocua“. Los cristianos no
habían dejado estas reuniones ni siquiera después del edicto del gobernador que
recalcaba la interdicción de las eterías.
SANTO CURA DE ARS
Más dichosos que los santos del Antiguo
Testamento, no solamente poseemos a Dios por la grandeza de su inmensidad, en
virtud de la cual se halla en todas partes, sino que le tenemos con nosotros
como estuvo en el seno de María durante
nueve meses, como estuvo en la cruz. Más
afortunados aun que los primeros cristianos, quienes hacían cincuenta o
sesenta leguas de camino para tener la dicha de verle; nosotros le poseemos en cada parroquia, cada parroquia puede gozar
a su gusto de tan dulce compañía. ¡Oh, pueblo feliz!“(SANTO CURA DE ARS, Sermón
sobre el Corpus Christi).
BENEDICTO XVI
Sin el
domingo no podemos vivir: es lo que profesaban los primeros cristianos,
incluso a costa de su vida, y lo mismo estamos llamados a repetir nosotros hoy”
(BENEDICTO XVI, Ángelus 22 de mayo de 2005).
SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ
Perseveraban todos en la doctrina de los
Apóstoles, en la comunicación de la fracción del pan, y en las oraciones. Así
nos describen las Escrituras la conducta de los primeros cristianos: congregados por la fe de los Apóstoles en
perfecta unidad, al participar de la Eucaristía, unánimes en la oración.
Fe, Pan, Palabra.
Jesús, en la Eucaristía, es prenda segura de su
presencia en nuestras almas; de su poder, que sostiene el mundo; de sus
promesas de salvación, que ayudarán a que la familia humana, cuando llegue el
fin de los tiempos, habite perpetuamente en la casa del Cielo, en torno a Dios
Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo: Trinidad Beatísima, Dios Único. Es toda nuestra fe la que se pone en acto cuando
creemos en Jesús, en su presencia real bajo los accidentes del pan y del
vino” (Es Cristo que pasa, n. 153).
CATECISMO DE LA IGLESIA
Fracción del pan porque este rito, propio del
banquete judío, fue utilizado por Jesús cuando bendecía y distribuía el pan
como cabeza de familia (cf Mt 14,19; 15,36; Mc 8,6.19), sobre todo en la última
Cena (cf Mt 26,26; 1 Co 11,24). En este gesto los discípulos lo reconocerán
después de su resurrección (Lc 24,13-35), y con esta expresión los primeros cristianos designaron sus asambleas
eucarísticas (cf Hch 2,42.46; 20,7.11). Con él se quiere significar que todos los que comen de este único pan,
partido, que es Cristo, entran en comunión con él y forman un solo cuerpo en él
(cf 1 Co 10,16-17)“.
Artículo originalmente
publicado en PrimerosCristianos.com
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