Carlos Miguélez
desgranó que hay detrás cada letra de la palabra Medicina.
El doctor Carlos Miguélez era un católico comprometido que vivió la
Medicina como una vocación en la cual servir al prójimo.
El doctor Carlos Migúelez era una
institución en la provincia de Málaga. Durante
su carrera como médico y sus décadas al frente de la unidad de urología
pediátrica del hospital Materno-Infantil atendió a miles de niños y a sus
familias. Dirigió clínicas, seminarios, másteres e investigó sobre la espina
bífida. Era una institución en su ámbito y recientemente ha fallecido debido a
un cáncer dando testimonio de la fe que tenía. Fue médico y enfermo a la vez y
aplicó a la medicina los valores que vivía como católico dejando huella en
miles de personas: compañeros, pacientes, familiares de los niños…
Este médico de 67 años, padre de cuatro hijas y feligrés activo y comprometido de la parroquia de Santa María Estrella de los Mares del barrio malagueño de Guadalmar, fue nombrado el pasado año, ya enfermo, colegiado honorífico del Colegio Oficial de Médicos. Ese día dio un discurso, que recoge ahora la Diócesis de Málaga, en el que habla de lo que era para él la medicina, donde la persona y su dignidad estaban en el centro de todo y con un trasfondo que desbordaba esa fe que alimentaba en la Iglesia.
CÓMO VIVIR LA MEDICINA
En aquel discurso, el doctor Miguélez, aseguraba que “mi objetivo es reforzar los cimientos y valores humanísticos elementales y perdurables, de para qué y cómo ‘vivir la Medicina’”, pues para él “la medicina es mucho más que una profesión. Es una filosofía, una manera de vivir a nivel personal y social”.
Además, recordaba que “he tenido la oportunidad de ser a la vez a la vez médico y enfermo. He aprendido mucho de esta experiencia y Dios, con los médicos que me tratan, se han organizado para que ahora pueda contarlo”.
Este médico de 67 años, padre de cuatro hijas y feligrés activo y comprometido de la parroquia de Santa María Estrella de los Mares del barrio malagueño de Guadalmar, fue nombrado el pasado año, ya enfermo, colegiado honorífico del Colegio Oficial de Médicos. Ese día dio un discurso, que recoge ahora la Diócesis de Málaga, en el que habla de lo que era para él la medicina, donde la persona y su dignidad estaban en el centro de todo y con un trasfondo que desbordaba esa fe que alimentaba en la Iglesia.
CÓMO VIVIR LA MEDICINA
En aquel discurso, el doctor Miguélez, aseguraba que “mi objetivo es reforzar los cimientos y valores humanísticos elementales y perdurables, de para qué y cómo ‘vivir la Medicina’”, pues para él “la medicina es mucho más que una profesión. Es una filosofía, una manera de vivir a nivel personal y social”.
Además, recordaba que “he tenido la oportunidad de ser a la vez a la vez médico y enfermo. He aprendido mucho de esta experiencia y Dios, con los médicos que me tratan, se han organizado para que ahora pueda contarlo”.
“La medicina es una hermosa palabra llena de significados ocultos entre sus letras”, relataba este querido médico, que preguntaba a los presentes si “sabían que MEDICINA es una palabra capicúa y con una letra escondida”.
EMPEZANDO POR LA MISERICORDIA
Así, explicaba que “a primera vista no lo parece, ¿verdad? Pero es que a primera vista, superficialmente casi nada, ni nadie, dejan ver lo que hay en profundidad”. Por ello, contaba que la palabra era capicúa porque “empieza con M y acaba con A. M de Misericordia y A de Amor. Son los pilares de nuestra hermosa vocación. Significan algo parecido. Dentro del Amor está la Misericordia por los que sufren física y psíquicamente, por ellos mismos o por sus seres queridos. La M y la A son el principio y amor de nuestro esfuerzo”.
“Nuestro objetivo principal es Amar a nuestros pacientes, tener misericordia para evitar su sufrimiento o por lo menos aliviarlo”, agregaba.
LA IMPORTANCIA DEL MISTERIO
En su discurso por la concesión de este título honorífico, este médico seguía explicando cómo debería ser la Medicina, utilizada a veces no para sanar sino para matar, y añadía que “la M también significa Misterio. Es mucho más lo que desconocemos que lo que creemos conocer. Hay un universo ignoto dentro de cada célula. Es importante aceptar el reto de este gran Misterio de Vida y esforzarse cada día en descubrir algo nuevo en el mundo del enfermo, su patología y también en nosotros los médicos”.
Recordaba también, estando ya enfermo de un cáncer que acabó costándole la vida, que “la Muerte también empieza por M. Que sepamos, hoy por hoy, todo ser humano muere. Se ha definido la Vida como una enfermedad congénita, genética, de transmisión sexual y un 100% de mortalidad a corto, medio o largo plazo. La muerte iguala las desigualdades de la vida. Vivimos y morimos todos. Nuestro trabajo debe ser evitarla mientras se pueda. También cuando no se pueda, ayudar a aceptarla con dignidad, como un hecho natural para el que no hay tratamiento que la erradique para siempre. Recordar y aceptar la Muerte como parte inseparable de la Vida no significa rendirse, sino ayudar a vivir con perspectiva”.
LA ESPERANZA, SIN ELLA LA MEDICINA NO FUNCIONA IGUAL
El doctor Miguélez continuaba con la letra E, muy importante en la medicina. E de Esperanza. “Esperanza para el enfermo. No hay pastillas de esperanza, pero sin ella, las pastillas tienen menos efecto o no se toman. El Médico tiene que proporcionar algún tipo de esperanza al enfermo que le pide sus servicios. Esperanza sincera sin engaño. Siempre podemos dar algo de esto si lo intentamos y pensamos en el Enfermo, no como usuario ni cliente, si no como hermano, hijo, padre, amigo…o como nosotros mismos”, comentaba.
Con la D habló del dolor, “que tenemos la necesidad de prevenir y aliviar, evitando el sufrimiento inútil” pero también destacó la Dedicación y la Docencia.
UNA LETRA OCULTA QUE DA EQUILIBRIO A TODO
“La letra oculta y misteriosa que no figura escrita es la H. No figura porque no se pronuncia, porque pasa desapercibida por su humildad, pero está en el medio, dando solidez y equilibrando fuerzas. Es la piedra angular del arco”, comentaba este experto en urología pediátrica.
Hablaba entonces de “H de Humildad, de reconocer nuestras limitaciones, sin rendirse y sin vergüenza. La ‘Medhicina’, tiende poco a poco a mejorar la calidad de vida. Los éxitos siempre tienen un coste. Digamos que avanzamos dos pasos adelante y uno atrás. Los éxitos no deben nublar nuestra realidad y endiosarnos orgullosamente. Hay que mirar para abajo a la realidad, pero con la mirada alta en el futuro. No hay que creerse el mejor, sino hacerlo mejor cada día”.
Posteriormente, explicaba la “H de Humanidad. La Medicina está hecha por mujeres y hombres para todos los seres humanos. Por mucha Ciencia y sabiduría que se tenga, de nada sirve si no hay Humanidad. Es más importante el ser humano completo, que la enfermedad sola. La Medicina personalizada, que el protocolo aséptico deshumanizado y genérico. En la toma de decisiones médicas importantes, es vital el factor humano diferencial de cada uno de nuestros pacientes, que lo hace único. El Médico que no es Humilde ni Humano….ni médico es”.
CARIDAD, FORMA DE AMOR Y MISERICORDIA
Pasando a la C, este doctor aseguraba que esta letra va cargada de “mensajes y significados que nos ayudan a mejorar la asistencia médica”. Y por ello, hablaba de Caridad, “como una forma de amor y misericordia universal. Por muchas circunstancias hay una población muy importante que no tendría acceso a la medicina si no fuera por la caridad y altruismo” de muchas personas y organizaciones caritativas.
Por último, en su peculiar definición de Medicina como capicúa, el discurso de Miguélez acababa con la A de Amante. “Antes hablábamos de Amor al enfermo y ahora de Amor a la medicina” pues saben los familiares de los médicos que la “Medicina es un amante irrenunciable que vive dentro de cada uno y forma parte de la familia. Hace feliz a quien la práctica como hemos dicho hasta ahora porque la única manera de ser feliz es buscando la Felicidad de los demás, o al menos intentando aliviar su sufrimiento”.
PARA DAR FRUTO ABUNDANTE EN UNA SOCIEDAD NECESITADA
Para concluir, el doctor aseguraba que citaba valores bñasicos a los que hay volver “para que nuestras raíces lleven savia buena a los brotes nuevos y demos abundante fruto para la salud de toda la sociedad que tanto nos necesita”.
Finalmente, Carlos Miguélez fallecía el pasado 23 de mayo tras haber recibido todos los sacramentos y la bendición del Papa. Su vida fue un ejemplo y su vocación fue una muestra del Evangelio como han dejado constancia numerosas familias de niños a los que trató y que al enterarse de su muerte contaron todo el bien médico y humano que este hombre les había proporcionado.
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