El Padre José Antonio
Fortea, considerado el mayor exorcista de España, se encargó de este largo
exorcismo que duró seis años. El Vaticano validó el caso.
A principios de este milenio, Marta (nombre
ficticio dado por el padre Antonio Fortea, considerado el mayor exorcista de
España y una autoridad mundial en el ámbito de la Demonología, para proteger su
identidad), una joven universitaria española de 20 años, menuda y de rasgos
dulces, que seguía una carrera en el ámbito de las Ciencias, fue hospitalizada
por una serie de extraños síntomas: sufría de fuertes migrañas y convulsiones,
de punzantes dolores en el cuerpo y volteaba los ojos y gritaba
inexplicablemente como una posesa. Tras dos semanas internada, y luego que los
síntomas remitieran, la joven fue enviada a su casa, donde vivía sola con su
madre, pero al cabo de unos cuantos días su situación comenzó a empeorar.
La madre de Marta empezó a notar crujidos y otros
ruidos sin explicación aparente dentro de la casa, sin mencionar que la joven
comenzó a mostrar una inexplicable repulsión a todos los objetos religiosos
como cuadros, crucifijos y rosarios. Además lanzaba miradas aterradoras, se
sentía agotada con frecuencia y sufría de dolores agudos que la atacaban en
cualquier parte de su cuerpo, principalmente en la cabeza. La situación tuvo su
cénit cuando, estando las dos juntas en el salón, Marta empezó a mover la cabeza
frenéticamente, hasta quedarse completamente quieta. En ese momento, el pesado
sillón en el que ella estaba sentada se levantó del suelo y se quedó flotando
en el aire, a unos 20 centímetros del suelo.
Convencida que una entidad infernal se estaba
apoderando del cuerpo de su hija, la madre comenzó a buscar ayuda en el ámbito
eclesiástico. Después de un largo e intenso peregrinaje por casi todas las
diócesis de España, la mujer logró contactar al Padre José Antonio Fortea, un
religioso de 33 años que ya había realizado exitosamente cuatro exorcismos y
había asistido como aprendiz en otros 13. Fortea, tras asegurarse de que el
caso presentaba todas las condiciones necesarias para ser catalogado como una auténtica
posesión demoníaca, aceptó tomar las riendas del asunto e iniciar el proceso el
23 de marzo del 2002 en la diócesis de la ciudad de Alcalá de Henares.
“UN HECHIZO DE MUERTE”
En la primera sesión el Padre Fortea debió ser
ayudado por cuatro personas para que lo ayudaran a orar y a sujetar a la
poseída. En pleno proceso de exorcismo, Fortea le ordenó (en nombre de
Jesucristo) al demonio que le dijera cuántos demonios había dentro de la chica
y él le respondió que eran “cinco”. Luego,
de la boca del mismo demonio, se enteró que habían ingresado al cuerpo de la
muchacha gracias a un “hechizo de muerte”.
“La enfermedad que Marta había
padecido y que casi la había matado era el fruto de un hechizo que había
llevado a cabo un chico conocida de la muchacha, que se había obsesionado con
ella y que canalizó en parte su obsesión a través de siniestros rituales de
invocación. Por las muchas oraciones de su madre, Marta se había salvado, pero
había quedado posesa. Normalmente este tipo de cosas no suceden aunque alguien
hace un hechizo, pero cuando se invoca a estas fuerzas demoníacas cualquier
cosa puede pasar”, explicó el padre Fortea años después en su obra “Summa
Daemoniaca”.
Con respecto a los cinco demonios descubiertos en
la primera sesión, los nombres de cuatro de ellos (Fortea omitió el nombre de
uno de ellos) eran los siguientes: fausto,
perfidia, azabel y zabulón. Todos, a excepción de zabulón, salieron a lo
largo de ocho sesiones. Para expulsarlos, además del procedimiento clásico del
exorcismo, Fortea necesitó encontrar lo que más atormentaba a cada uno. En el
caso de azabel, por ejemplo, descubrió que a este demonio le resultaba
insoportable oír el sonido que hacía la madre de Marta al besar su crucifijo.
Zabulón, que según investigaciones de Fortea había
sido mencionado en escritos medievales y había aparecido cuatro veces en la
historia, siendo la penúltima en los exorcismos del Padre Candido Amantini
(maestro del gran exorcista italiano Gabriel Amorth), era un demonio que se
resistía a salir y al que atormentaba particularmente el ser obligado a recitar
fragmentos de la Biblia, sobre todo de aquellas partes como el Evangelio de San
Juan en que se menciona a Dios como Luz. Respecto de esta aversión de zabulón,
algo que sorprendió al padre Fortea fue que en varias sesiones, sin que fuera
obligado a ello, el demonio dijo con rabia y pesar lo siguiente: “Yo vi la luz y me alejé de ella”.
Posteriormente llegarían más demonios a habitar en
el cuerpo de Marta, como un espíritu infernal llamado isomnio. El padre Fortea
recuerda que “opté sólo por orar y ordenarle que
saliera. Después de tres rosarios, estaba yo orando en lenguas cuando de pronto
comprobé con turbación que sólo me salía de la boca un sonido hecho sólo con
los labios y no articulado con la garganta, un sonido que sonaba a un breve y
repetitivo “psi”. Hubiera querido orar otra cosa, pero de mi boca sólo salía
ese bisbiseo en voz muy baja que decía: psi, psi, psi…[…]…Aunque, ese psi, psi,
psi a mí no me sonaba a nada que pudiera tener un significado, sin embargo, le
producía una verdadera tortura al demonio. Al final salió. Y al siguiente
demonio le pregunté cuál había sido la causa de que saliera. Y repitió ese
sonido que yo pronunciaba ¿Pero qué significa?, le dije. Espíritu de Dios, fue
su respuesta. Aquel sonido me parecía que difícilmente podía pertenecer a una
lengua, así que le ordené que me dijera a qué lengua pertenecía. No dijo nada.
Entonces dije a todos que rezáramos un avemaría para que nos dijera a qué
idioma pertenecía aquel sonido extraño. El demonio no dijo nada, pero mientras
rezábamos muy concentrados el avemaría comprendí que era griego”.
LA
LUCHA CON EL DEMONIO ZABULÓN
El periodista español José Manuel Vidal, que fue
testigo directo de varias sesiones de este exorcismo, relató así la lucha del
Padre Fortea contra zabulón:
“No habla demasiado, pero es muy
inteligente”. Así describe el padre Fortea a
zabulón, el enemigo contra el que viene luchando desde hace siete meses. Al
principio, el padre Fortea pensó simplemente que así se llamaba el décimo hijo
de Jacob y Lía, su mujer. Después, investigando un poco más, cayó en la cuenta
de que se las estaba viendo con uno de los demonios más poderosos del infierno.
“Ha aparecido sólo tres veces en la
Historia. La primera, en Ludón (Francia), en el siglo XVI. Casi todas las
monjas de un convento quedaron poseídas por multitud de diablos, que las
atormentaban sin pausa. El jefe era zabulón. La segunda fue en los años 50’, en
un caso de exorcismo realizado por el padre Cándido, el exorcista italiano
maestro del padre Amorth. Y ahora, ha vuelto a aparecer”.
José Manuel Vidal, respecto del exorcismo en sí,
relató que “presiento que el rito va a comenzar. Me
siento, expectante, en el banco. El exorcista extiende su mano derecha y la
impone sobre el rostro de la joven, sin tocarla. Luego, cierra los ojos, agacha
la cabeza y susurra varias veces una plegaria ininteligible. Un alarido
desgarrador, el primero, rompe el silencio de la capilla, penetra en mi alma y
me pone la carne de gallina. No es humano. Es un chillido sobrecogedor y
profundo el que sale de la garganta de Marta. Pero no puede ser ella. No es su
tono de voz. Es ronco y masculino. El padre Fortea sigue rezando y los rugidos
se suceden. Poco a poco, el cuerpo de la joven se estremece vivamente. Su
cabeza se mueve de un lado a otro con lentitud al principio, con inusitada
rapidez después. Entonces el padre le dice:
-“Sal, zabulón”
Ante la salmodia del exorcista, la joven gime y se
retuerce sin parar. Al instante, el gemido se convierte en rugido desgarrador,
altísimo, furioso. El exorcista acaba de colocar el crucifijo sobre su vientre
y entre sus pechos, mientras la rocía con agua bendita. Patalea con tanta furia
que el crucifijo se cae y la madre lo recoge una y otra vez y se lo vuelve a
colocar de nuevo, mientras le acerca el rosario que Marta arroja a lo lejos,
con furia. Parece tranquilizarse un poco pero, inmediatamente, vuelve a rugir.
No hay un momento de respiro. El padre Fortea acaba de invocar a San Jorge y,
al oírlo, la joven grita, bufa, pone los ojos totalmente en blanco, arquea el
cuerpo y se levanta toda entera un palmo de la colchoneta. No doy crédito.
-Besa el crucifijo -dice el
exorcista.
-No.
-Jesús es Rey.
-Assididididaj.
-Secuaz de satanás, estás en tinieblas.
-Assididididaj
-Estás haciendo mucho bien. Por tu culpa, mucha gente va a creer en Dios.
-No.
-Sal, zabulón, te lo ordeno en nombre de Cristo. Te espera la condenación eterna. No hay salvación para ti.
-No.
-Jesús es Rey.
-Assididididaj.
-Secuaz de satanás, estás en tinieblas.
-Assididididaj
-Estás haciendo mucho bien. Por tu culpa, mucha gente va a creer en Dios.
-No.
-Sal, zabulón, te lo ordeno en nombre de Cristo. Te espera la condenación eterna. No hay salvación para ti.
Mientras el padre Fortea sigue conminando a
zabulón, las manos de la joven se han ido transformando. Son como garras. El
exorcista arrecia sus plegarias y sus exhortaciones:
-“Hic est dies” (éste es el día) -dice el exorcista con el crucifijo en la mano.
-No -responde una voz ronca de hombre que sale de la garganta de la posesa, una preciosa chica de 20 años.
-“Exi nunc, zabulon” (sal ahora, zabulón) -repite el sacerdote.
-No.
-¿Por qué no quieres salir?
-Para servir de testimonio.
-¿De testimonio de qué?
-De que satanás existe.
-No -responde una voz ronca de hombre que sale de la garganta de la posesa, una preciosa chica de 20 años.
-“Exi nunc, zabulon” (sal ahora, zabulón) -repite el sacerdote.
-No.
-¿Por qué no quieres salir?
-Para servir de testimonio.
-¿De testimonio de qué?
-De que satanás existe.
Agotado, tras hora y media de lucha,
el exorcista se levanta y sale de la capilla. Esto no puede ser una impostura
ni un montaje. Hay que tener muchas agallas para dedicarse a esto. Y menos mal
que los casos de posesión, según cuenta después el padre Fortea, son muy pocos.
Él lleva cinco años ejerciendo y sólo ha tenido cuatro en España. Pero,
mientras preparaba su tesis, asistió a otros 13 exorcismos. Se nota que tiene
práctica: manda, templa, insiste y, con voz suave pero enérgica, tortura al
diablo sin piedad. Con lo que más le duele. Siempre en nombre de Dios. No
parece tener miedo alguno. Y eso que ya sabe lo que es ser atacado por satanás.
Una vez, en un exorcismo, dice que el diablo le hizo sentir la misma sensación
y el mismo dolor que el que lleva un puñal clavado en el brazo”.
El periodista José Manuel Vidal, en parte de su
sorprendente testimonio, recordó que un momento del exorcismo, Marta comenzó a
escribir en un papel. “Marta esta ahora tumbada
boca arriba, con la cabeza hacia atrás y estira el brazo para llegar al folio.
En esta postura es imposible que puede ver su propia mano escribiendo. A toda
velocidad y, por supuesto, sin mirar al papel, la mano de Marta comienza a
deslizarse por el folio. Si los gritos y la voz ronca te hacen sentir la
presencia de zabulón, ahora, mientras escribe, se le siente todavía más cerca.
Javier (Paredes, otro periodista) y yo no entendíamos bien lo que pasaba. Sólo
oíamos las preguntas del exorcista, pero no veíamos las respuestas escritas. Cuando
acabó el exorcismo, Fortea le entregó los dos folios a Javier, que obran en su
poder. De vuelta a casa, ambos tratamos de reconstruir la escena. Fue entonces cuando
Javier me hizo notar que las letras no se metían unas por otras: la escritura
era clarísima y las tildes de las íes estaban colocadas perfectamente encima de
la letra correspondiente. Los caracteres eran los propios de la letra impresa,
no de la escritura manual. El diálogo oral-escrito, en el que el padre Fortea
pregunta y zabulón responde escribiendo a través de la mano de Marta, dice lo
siguiente:
-Quería desesperaros porque tenía
refuerzos.
Con esa frase escrita, zabulón explicó el
estancamiento del exorcismo que se había producido durante la primera hora.
-¿Qué refuerzos, quién ha venido?
-pregunta el exorcista.
-satán -responde zabulón-, pero ya se ha ido. Y, a continuación, y sin preguntarle nada, vuelve a escribir: “Falta 1 persona”. Y subraya el “1″ varias veces”.
-satán -responde zabulón-, pero ya se ha ido. Y, a continuación, y sin preguntarle nada, vuelve a escribir: “Falta 1 persona”. Y subraya el “1″ varias veces”.
Con respecto a zabulón, algunos de los diálogos de
este demonio desconcertaron al padre Fortea, sumiéndolo durante días en
profundas cavilaciones. En una ocasión, de hecho, este demonio se refirió al
famoso sacerdote español Josémaría Escribá de Balaguer (1902-1975), fundador
del Opus Dei y cuya canonización fue muy polémica y cuestionada. Tomando en
cuenta que la declaración de zabulón había sido dada bajo obligación en nombre
de Cristo —la teoría eclesiástica del exorcismo dice que, si un demonio es
obligado a hablar por el nombre de Cristo, siempre dice la verdad- el padre
Fortea cuenta que “en un momento dado invoqué a
varios santos. En mi oración en voz alta le pedí a la madre Teresa de Calcuta y
a Josémaría Escrivá de Balaguer que nos ayudaran. Entonces aquella voz
desagradable habló, cosa extraña pues casi nunca decía nada salvo que se le
obligara a hablar. Pero en esa ocasión dijo “ella sí que es una santa (la madre
Teresa de Calcuta), “él no” (Josémaría Escrivá de Balaguer). Yo le repliqué al
momento diciéndole que estaba mintiendo. El demonio me dijo: “piensa lo que
quieras, pero no es Santo”. Le dije que creía a la Iglesia, y si la Iglesia me
decía que Josémaría Escrivá era Santo pues lo era, y punto. Y es más, quise
comprobar el poder del nombre de Cristo y le ordené que dijera la verdad. Pero
ante mi sorpresa, por más que se lo ordené se mantuvo en su afirmación sin
ceder››.
LUCHA
ENTRE ÁNGELES Y DEMONIOS EN EL CUERPO DE MARTA
Además de zabulón, una verdadera legión de demonios
comenzó a apodararse del cuerpo de Marta, una cuarentena de espíritus
infernales que incluían a noise (“ruido”); jaizel, jaisander (“El que negó a
Dios”), jaim (“oscuro”), jasar (“muerte”), jael (“pesar”), jaister
(“perdición”), jaislashenka, jánser (“la luz que se apagó”); ledeseil
(“desobediencia”), belseinhagen (“el que se hundió en la miseria y las
tinieblas de Dios”), fireflea (“pulga de fuego”), kadetdsar (“impuro”),
daheinsea (“maldad”), sadrechachán (“separación y Miedo”), haissa (“hundido”) y
zafa, todos dirigidos por satanás, el príncipe de aquellos demonios.
El Padre Fortea recordó así la voz del jefe de los
ángeles caídos. “Aquella mañana, en la posesa se
encontraba solo satán. Al principio de la sesión le pregunté: ¿cuántos estáis?
la respuesta fue: YO. Lo dijo con una voz terrible. Escuchar a satán es
impresionante, su voz es la peor, la que más odio denota. Las oraciones en
aquella mañana siguieron. En un momento dado hizo gesto en el aire con la mano
de querer escribir. Pero fue San Miguel el que se comunicó con nosotros a
través de la escritura, pues nos escribió lo siguiente: tenéis que tener fe,
queda poco. Los ángeles no hablan a través de los posesos, pero aquel caso iba
a ser especial.››
El sacerdote relató que el mismo San Miguel, a
través de la mano de Marta, le hizo una recomendación. El sacerdote recuerda
que “estábamos solos la madre, la hija y yo. Y tres
demonios. Pronto contestó el inferior que además de satán y lucifer estaba otro
llamado odio. Hacerle la señal de la Cruz era lo que más le atormentaba. Yo le
hablaba del amor de Jesús, del amor de Dios. En un momento dado, y sin hacerle
ninguna pregunta, Marta hizo gesto de querer escribir. Al ponerle las hojas
sobre el vientre escribió con una letra distinta a todas las letras anteriores:
“las cruces en la cabeza/casi ninguno las soporta/ muy importante hazlo a todos
cuando vengan a ti/ a ninguno [de los demonios] le gusta signo tú hacer
siempre”. Estas líneas se las obligó a escribir San Miguel, para que
supiera cómo hacer para descubrir a los demonios que se ocultan cuando un
sacerdote trata de discernir si alguien está poseso. Y es verdad que el padre
Amorth siempre hacía sus oraciones con un gran crucifijo en la mano con el que
hacía cruces en la cabeza cuando alguien llegaba a ver si estaba poseso”.
El Padre Fortea, que en sus rezos había pedido la intercesión
de San Jorge y San Miguel, añadió que por ese entonces se produjo la primera
manifestación y única manifestación verbal de San Miguel en la lucha por
liberar a Marta de los demonios. “Él (jánser)
insistió que satán no le dejaba, cuando le pregunté al demonio qué tipo de
poder era ese me respondió con un lacónico “tú no lo entenderías”. Al final,
tras mucho invocar a San Miguel, vino en nuestra ayuda. Tras salir el demonio
del cuerpo de Marta habló a través de ella San Miguel. Hasta entonces San
Miguel se había comunicado con nosotros escribiendo, pero no hablando. Era la
primera vez que lo hizo, también la última. Su voz, a diferencia de la del
demonio, era bella. Más bella, incluso, que la de Marta cuando estaba en estado
normal. Era una voz que transmitía paz, serenidad, amor y bondad, una gran bondad
y ternura. Todos nos emocionamos. Aquella voz nos dijo que tuviéramos fe, que
vendría un gran bien para toda España de todo esto. Como es lógico aquella
escena fue tan impresionante, que ningún escrito puede reflejar la emoción de
ese momento, todos estábamos llorando”.
EL
MENSAJE DE SATÁN
Posteriormente, el padre Fortea recordó que la
madre de Marta lo llamó por teléfono para decirle que otro espíritu infernal,
tal como la había hecho zabulón, había escrito un texto con la mano de su hija.
Parte del texto decía lo siguiente: “no salvación a los hijos de satán no
salvación…libertad…el nunca feliz…no (se da) cuenta…aviso…los pactos hacen
eso…no salvación…la voluntad lo niega…él lo odia….Yo no quiero que nadie rece,
quiero que la gente no crea en Dios. Quiero perder el máximo de almas posibles
y llevarlos a la más completa desesperación y pena, a la destrucción. Los
seduzco con falsas promesas que nunca cumplo para atraerlos a la oscuridad. Hay
gente que sin saberlo se va hundiendo poco a poco porque no me ven. No saben
que detrás de “pequeños” vicios estoy yo. San Miguel me obliga a escribir
porque ellos deben saber para poder defenderse y no caer en mis redes. Yo busco
su perdición…Yo influencias fuertes para que la gente no crea. Les inculco no
creencia, no moral, nada es pecado, todo está bien, les incito a la
destrucción. Los odio. Ellos no se dan cuenta. las cosas deben cambiar. Tienen
que saberlo: cuanto más se alejan de Dios más actúo…yo soy satán…›
El exorcismo realizado por el padre Antonio Fortea,
después de muchas dificultades y contratiempos, finalizaría exitosamente el año
2008, y se constituyó en un material importantísimo para entender no solo el
pensamiento y la naturaleza de varios demonios, sino también ciertas cuestiones
teológicas. Este increíble caso, que fue cuidadosamente documentado, sería
validado posteriormente por el Vaticano.
En sus escritos posteriores, el Padre José Antonio Fortea resumió así su
pensamiento con respecto a la forma en que actúa el mal. “A lo largo de todas las sesiones y años que llevo
ayudando a la gente en este ministerio puedo decir que he hablado muchas veces
con el demonio. Por supuesto que estos diálogos han tenido lugar siempre a
través de los posesos. Hablar con los demonios me ha revelado lo terrible que
es su psicología. Cuando en medio de las oraciones, retorciéndose el poseso de
dolor, le he dicho: “¡necio!, ¿por qué sigues ahí dentro si estás sufriendo?” Él
me respondía sin dudarlo ni un segundo: “para hacer
daño” .
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