La Adoración no es
preferentemente un rato de sentimiento más o menos fervoroso, sino una toma de
conciencia de nuestro compromiso de caminar en pos de Cristo.
Por: n/a | Fuente: steresita.com
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Señor Dios: queremos hacer
estos compromisos ante Ti:
VOLUNTARIAMENTE
NOS OBLIGAMOS A:
- Asistir personalmente a la hora de
adoración asignada.
- Cooperar con nuestras oraciones a las
intenciones que se nos diga.
- La comunión frecuente.
- Hacer una visita diaria al Santísimo
Sacramento, puesto que la visita es prueba de gratitud, signo de amor y
deber de adoración a Cristo Nuestro Señor, allí presente.
- Que nuestra hora de Adoración no se quede
sólo en la iglesia, sino que invada todo el día y toda nuestra vida.
- Que nuestra oración no sea solamente
"rezar", sino "convertirse"; para que nuestra
expresión salga del interior.
- Que el desagravio no se entienda como un
sentirnos justos frente a los demás pecadores, sino solidarios y
responsables con las miserias de toda la humanidad.
- Que aspiremos a ser como María, la primera
adoradora: eficaces para la salvación, devotos sin espectacularidad,
ejemplos silenciosos para los demás, intercesores poderosos ante Nuestro
Señor.
El Adorador, como San Pablo, no piensa nunca
haberlo conseguido todo ni ser ya perfecto (Fil 3, 12s); se cree siempre
obligado a una continua renovación.
La Adoración no es preferentemente un rato de
sentimiento más o menos fervoroso, sino una toma de conciencia de nuestro
compromiso de caminar en pos de Cristo. Su existencia sacrificial en el amor
nos apremia a hacer de nuestras vidas una réplica de la suya. Él exige el amor
hasta el sacrificio, aun por aquellos que nos odian y persiguen, como un signo
inequívoco y fehaciente ante el mundo de que somos sus discípulos.
COMPROMISO
DE FIDELIDAD. (Proclamamos
públicamente):
Soberano Dios y Señor:
Confiados en tu misericordia, prometemos defender el dogma de la Sagrada
Eucaristía y las prerrogativas de la Virgen María, Madre de Dios, tal como nos
enseña el magisterio de la Iglesia Católica. Prometemos, además, leal
acatamiento y obediencia a cuanto enseñen y manden en el ejercicio de su Santa
Misión Apostólica nuestro padre el Papa y nuestros Obispos en comunión con la
Santa Sede. Creemos, Señor; robustece nuestra fe. Sálvanos, Señor, para que no
perezcamos. Amén.
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