REDACCIÓN CENTRAL, 10 May. 17 / 02:02 pm (ACI).- El carácter “reservado” de la organización conocida como “El Yunque” ha alimentado todo tipo de leyendas a
su alrededor, pero ¿cuánto hay de verdad y de mentira en los ríos de tinta que
se han derramado sobre un grupo al que algunos han considerado una “masonería católica”?
“Una organización mexicana de extrema derecha con
carácter regional pero de alcance nacional e internacional”, describe Wikipedia a la “Organización
Nacional del Yunque”, en el primero del más de millón y medio de
entradas que se pueden encontrar al buscar “El
Yunque” en Google.
No ha faltado quien catalogue a este grupo como una secta y advierta que
su existencia está prohibida en el seno de la Iglesia Católica por ser
un grupo secreto.
“El ‘Yunque’ existe y
está presente en varios países, pero su nombre es ‘Organización
del Bien Común’. Originalmente y por tradición entre sus miembros, se le
denominaba sencillamente como ‘La Organización’,
explica en un texto remitido a ACI Prensa, José de Jesús Castellanos López,
vicerrector de la Universidad Vasco de Quiroga, uno de los dirigentes de la
Organización del Bien Común (OBC) y Presidente del sitio web www.paraelbiencomun.com.
Castellanos López precisa además que “la
Organización del Bien Común no es, ni nunca ha sido, una asociación secreta. Ha
sido presentada y es conocida por varios cardenales y obispos”.
“Lo que sí reconoce esta asociación es que tiene
desde su fundación una norma de discreción, a la cual todos sus miembros se
obligan libremente”.
Entre las varias razones que esgrime la Organización del Bien Común para
defender la “discreción” de sus miembros,
explica Castellanos López, está “la aspiración a
que todos sus miembros vivan la virtud de la humildad, evitando la vanagloria
considerando que los resultados obtenidos no se darían sin la ayuda de Dios”.
Una segunda razón es “el bien y la seguridad
de sus integrantes”.
“El respeto de la vida privada, de las trayectorias y
responsabilidades de sus miembros, son razones que para ellos justifican la
discreción. Esto también se aplica respecto a la estructura de la organización
y sus miembros”, señala.
El sobrenombre de “El Yunque”, con el
que muchos medios católicos y seculares se refieren a la OBC, proviene “de una frase de San Ignacio de Antioquía que esta
Organización asumió como inspiración y como lema”, indica el dirigente.
“La frase está tomada de la carta que el Santo,
camino al martirio, escribió al Obispo Policarpo, exhortándolo a ‘mantenerse
firme como el yunque al ser golpeado (…) por amor a Dios hemos de soportar
todas las cosas’, pues Él ‘sufrió en todas formas por amor a nosotros’”, indica.
La finalidad de la OBC, explica Castellanos López, es “actuar como laicos católicos, en el campo
cívico-político, para participar en forma organizada en la construcción del
Bien Común, en fidelidad a la Iglesia y a su doctrina, y con la conciencia de
la autonomía propia del orden temporal, procurar el Reino de Cristo en el alma
y su proyección a lo social, movidos por la caridad y así buscar la
santificación”.
EL ORIGEN
Su origen se remonta a 1953, en plena Guerra Fría, señala. Ese año, en
Puebla (México), la Organización por el Bien Común fue fundada “por Ramón Plata Moreno y un grupo de compañeros
universitarios convocados por él”.
“El impulso original fue hacer frente a la acción
de varios profesores y compañeros que inculcaban la visión marxista y atea contra la religión católica en la Universidad
pública de Puebla”, indica.
En busca de una “solidez doctrinal y
organizativa”, la OBC pronto se acercó al sacerdote jesuita Manuel
Figueroa, “quien tenía conocimiento de grupos
reservados formados por católicos”, dice Castellanos López.
El dirigente de la OBC recuerda que el siglo XX vio nacer a diversas
asociaciones reservadas de católicos, entre ellas la Unión de Católicos
Mexicanos –conocida como “La U” –, que “actuó durante la guerra cristera y a la que perteneció
el Beato Anacleto González Flores”.
“La U” fue
fundada por el entonces sacerdote Luis María Martínez, luego Arzobispo Primado de
México, alrededor de 1920. “En Chile, San Alberto Hurtado
organizó un grupo de características semejantes, y en Polonia, San Juan Pablo II también
formó parte de un grupo reservado durante la resistencia al nazismo, entre
otros ejemplos”, recuerda Castellanos López.
La OBC recibió desde su nacimiento la venia del entonces Arzobispo de
Puebla, Mons. Octaviano Márquez y Toriz, explica el dirigente de la OBC,
subrayando que “desde sus inicios, surge como una
organización del conocimiento de la Iglesia, autónoma y abierta al consejo de
obispos, sacerdotes y especialistas”.
Sin embargo, precisa, “la Organización, en
cuanto a su funcionamiento, ha conservado su independencia de la autoridad
eclesiástica”.
“En sus orígenes, la Organización se enfocó a la
lucha contra el comunismo ateo en el ámbito universitario. Con el paso del
tiempo su trabajo se fue ampliando hasta comprender más temas, como la defensa
de la libertad de educación, la libertad religiosa, la familia, la vida humana
desde la concepción, la democracia plena y participativa, la economía
socialmente responsable, la seguridad, la justicia y la paz, entre otros”, señala.
FIELES A LA IGLESIA Y
AL PAPA
Tras el Concilio
Vaticano II, mientras surgían grupos “tradicionalistas”
y “progresistas” que atacaban a
especialmente al Papa Pablo VI, la OBC se definió como un grupo “a favor del Concilio y del Papa”.
Esta defensa del Concilio y el Papa fue causa de ataques y asesinatos de
miembros de la OBC y de su fundador.
En 1975, durante la segunda Marcha Nacional Juvenil a la Montaña de Cristo Rey,
ubicada en el centro de México, fueron acribillados dos miembros de la OBC:
César Fernando Calvillo y Juan Bosco Rosillo.
“Al dispararles, los homicidas increparon a los
jóvenes, llamándolos ‘papólatras’, según relató un sobreviviente a la
agresión”, señala Castellanos López.
“La peregrinación al monumento de Cristo Rey
continúa realizándose anualmente hasta nuestros días. Promueven así la fe de
miles de jóvenes que peregrinan para reconocer a Cristo como Rey. La
peregrinación más reciente fue el pasado sábado 28 de enero de 2017, en la cual
participaron casi 40 mil jóvenes”.
Ramón Plata sufrió un primer intento de asesinato el 19 de marzo de
1976, cuando recibió 9 disparos mientras guardaba su camioneta en la cochera de
su casa. Providencialmente, ninguna de las balas perforó órganos vitales.
En la Nochebuena del 24 de diciembre de 1979, Plata fue finalmente
asesinado.
LAS “INCOMPRENSIONES”
Castellanos López explica a ACI Prensa que, al extenderse la OBC por
México y llegar a la capital del país, a inicios de la década de 1960, “surgió una dificultad”, pues el entonces
Arzobispo Primado de México, Mons. Miguel Darío Miranda, “tras escuchar críticas de quienes no comprendían esta
asociación, envió una carta a los colegios católicos, advirtiéndoles que no
permitieran que se formaran grupos del MURO”, un movimiento
universitario creado por la OBC.
“Este documento fue difundido en la prensa, sobre
todo de izquierda, para poner un ‘sambenito’ de radical y secreta a la
Organización”, lamenta.
Sin embargo, cuando tocó celebrar los 20 años de existencia del MURO, el
Cardenal Darío Miranda “reconoció que había estado
mal informado y aceptó celebrar la Santa Misa en la iglesia de San
Juan Bautista, en Coyoacán, donde permitió que se tomaran fotografías con una manta
del MURO como fondo, y que fue publicada en algunos diarios de México”.
Castellanos López precisa que “sus enemigos
recuerdan aquella ‘condena’, pero silencian la reconciliación”.
Por otra parte, “la presencia de esta
Organización en otros ámbitos del país y la denuncia que hacían sus miembros de
la infiltración marxista en ambientes católicos, llamó la atención de un
Obispo, quien propuso a la Conferencia del Episcopado Mexicano una condena
general. En esos momentos era presidente de la misma Mons. Octaviano Márquez y
Toriz, profundo conocedor de esta organización, quien salió en su defensa y
logró que la propuesta se desechara”.
“Varios años más tarde, al inicio de la década de
los noventa, durante la presidencia en el Episcopado Mexicano del Cardenal
Adolfo Antonio Suárez Rivera, Arzobispo de Monterrey, los dirigentes de la
Organización hicieron una presentación formal de la misma ante el Consejo
Permanente de los obispos. Y en el 2012 se hizo una nueva presentación ante el
Consejo de Presidencia”, recuerda.
“ASOCIACIONES FACHADA”
El dirigente de la Organización del Bien Común rechaza también la
acusación de que este grupo use “asociaciones como
fachada”.
“Esta acusación tiene poco fundamento, ya que en
las sociedades democráticas para actuar en los ámbitos cívico y político es
indispensable hacerlo a través de asociaciones. Para ello, o se crea una
agrupación o se participa en ella. La labor política es difícil ejercerla de
otro modo”, explica.
“Se trata de grupos reales, de cuerpos intermedios,
que deben actuar permanentemente para lograr los fines que persiguen. A su vez,
para mayor eficacia y mejor organización, estas asociaciones hacen alianzas con
otras agrupaciones afines, algo muy natural en la vida política”, señala.
Castellanos López destaca además que “las
asociaciones creadas o promovidas por personas de la Organización del Bien
Común, tienen su propia personalidad jurídica y sus fines específicos. En otros
casos algunos miembros de la organización participan en obras o movimientos
existentes en diversos campos”.
El dirigente explica que “cuando unos u
otros son el blanco de ataque por sus posiciones a favor de la vida, la
familia, la libertad religiosa o el derecho de los padres a la educación de sus
hijos, se les aplica la estrategia descalificadora, que consiste en convertir
la palabra yunque en etiqueta de secta radical y demás calificativos, y luego
aplicar esta etiqueta como estigma a personas de esas asociaciones, lo cual
parece absurdo y es injusto pero funciona”.
“Es imposible que haya tantos miembros en todas
partes en todas las partes y en todas las causas sociales donde se afirma que
participa el Yunque”, indica el dirigente de la OBC.
UNA “VOCACIÓN Y CAMINO
DE SANTIFICACIÓN”
Castellanos López explica también que los miembros de la Organización
del Bien Común conciben su labor cívico-política “como
una verdadera vocación y camino de santificación”.
Esto lleva a que les resulte “indispensable
la vida en la Iglesia, la asistencia espiritual, los sacramentos y la formación
en la doctrina”.
“Para ello buscan que algunos religiosos y
sacerdotes les conozcan y auxilien. Buscan la fidelidad en consonancia con la
autonomía, al no depender de la autoridad eclesiástica”.
Esta autonomía, precisa, “les permite el
ejercicio libre y maduro de las responsabilidades ciudadanas de sus miembros,
así como la necesaria disposición de un espacio prudencial para la gestión de
cuestiones políticas opinables, y evita comprometer en ellas a la Iglesia
Católica”.
Por David Ramos
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