El transhumano es un ser humano en proceso de
transformación hasta llegar a convertirse en el poshumano,
que es el objetivo. Este sería un ser con expectativas de vida superiores a los
500 años, capacidad cognitiva cuatro veces superior al máximo posible para el
hombre actual, control de los inputs
sensoriales evitando cualquier tipo de sufrimiento psicológico… Superman a su
lado es un chiquilicuatre.
Algunos dicen que se trata tan
solo de ciencia ficción: olvidan que muchas realidades hoy cotidianas –que han
cambiado nuestra manera de pensar y de ser– fueron en su inicio ciencia
ficción. Otros, con cierto desdén, consideran que son cuestiones bien resueltas
ya por la filosofía más seria: yo me pregunto cuál es la influencia práctica
hoy en día de esa filosofía seria. Por último, hay quien piensa que bastante
trabajo tenemos ya en la Iglesia, con tanto cambio de misal y de leccionarios,
con tantas misas y funerales, bodas y comuniones, y tan pocos curas para
hacerlo, como para preocuparse y ocuparse por un asunto tan intelectual, tan
científico, tan alejado de lo cotidiano: olvidan que los valores que hoy
impregnan nuestra sociedad, y que tanto criticamos, tuvieron su origen en los
trabajos de un David Hume, un Adam Smith, un Augusto Compte, una Simone de
Beauvoir, una Judith Butler… por poner algunos nombres.
Pero, ¿de qué estamos hablando?
De una manera de pensar sobre el futuro, asentada en la premisa de que el ser
humano en su forma actual no solo no representa el final de nuestra evolución
sino que, comparativamente hablando, es una fase muy temprana y basta de la
misma. Nick Bostrom, uno de sus máximos exponentes, lo define como «el
movimiento cultural e intelectual que afirma la posibilidad y la conveniencia
de mejorar esencialmente la condición humana a través de la razón aplicada,
especialmente por medio del desarrollo y la aplicación extensa de las
tecnologías capaces de eliminar los aspectos negativos inherentes al
envejecimiento y potenciar las capacidades cognitivas, físicas y psicológicas».
Desde esta perspectiva, la mejora humana deviene una especie de dogma religioso
de carácter cientificista y prometeico, un imperativo moral.
LA
AUTONOMÍA COMO PRINCIPIO ABSOLUTO
Estos autores defienden la
capacidad de tomar decisiones sobre la propia vida y el propio cuerpo conforme
al concepto de self-ownership.
Afirman que cada uno de nosotros es el dueño de su propia vida, lo cual enlaza
con la idea de autonomía como principio absoluto que ha venido defendiéndose en
ciertos ámbitos de la bioética. El liberalismo en su máxima expresión. Que se
viene a sumar al materialismo y al hedonismo como ingredientes básicos de la
felicidad humana.
La puesta en práctica del poshumanismo se apoya en el desarrollo de las
llamadas tecnologías convergentes o tecnologías emergentes: nanotecnología,
biotecnología, nuevas tecnologías de la información y ciencia cognitiva. A
ellas se suman la farmacología, la inteligencia artificial, las neurociencias y
el uploading.
Conforman, junto a la beneficencia procreativa, lo que algunos han denominado
ya como el nuevo Big Bang, un nuevo Génesis.
De todas esas tecnologías, la
última es la que seguramente requiera una breve explicación. El uploading sería el proceso de escanear y
transferir un intelecto con todos sus detalles desde un cerebro biológico a un
ordenador. Para la continuación de la personalidad, dicen, importa poco si la
persona está implementada en un chip de silicio dentro de un ordenador o en esa
materia gris, en esa masa gelatinosa dentro de su cráneo. ¡Esto es no entender
nada de antropología! Lo de la beneficencia procreativa es la eugenesia de toda
la vida, elevada a la máxima expresión gracias a las actuales posibilidades
diagnósticas y tecnológicas.
EL
SER HUMANO EN PROCESO DE TRANSFORMACIÓN
El transhumano
o humano plus es un ser humano en proceso de transformación, un estado
evolutivo intermedio, hasta llegar a convertirse en el poshumano,
que es el objetivo. Este sería un ser con unas facultades y capacidades
radicalmente superiores a las que hoy caracterizan al ser humano: expectativas
de vida muy superiores a los 500 años, capacidad cognitiva cuatro veces
superior al máximo posible para el hombre actual, control de los inputs sensoriales evitando cualquier tipo de
sufrimiento psicológico, amén de un control emocional total, etcétera. Vamos, que Superman a su
lado es un chiquilicuatre.
Además de una ideología, el poshumanismo es un movimiento. Esto hay que
subrayarlo. Se trata de influir decisivamente en los gobiernos y en la opinión
pública para que las cosas salgan a favor de sus tesis y en contra de los que
denominan como bioconservadores (un
servidor, por ejemplo). La publicación de artículos y libros, las actividades
de la Asociación Mundial Transhumanista (hoy
Humanity Plus), los proyectos de numerosos centros de investigación y
pensamiento en universidades de mucho prestigio van dirigidos a crear una
conciencia colectiva de apoyo al movimiento, con una gran presencia en las
redes sociales y en los medios de comunicación. Cuentan con muchísima financiación.
No seamos ingenuos. Como traté de
exponer en mi libro Bioética y Neurociencias,
el envite es fenomenal. No pequemos de omisión. Porque las consecuencias pueden
ser desastrosas.
José Ramón Amor Pan
Doctor en Teología Moral
Doctor en Teología Moral
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