La
fiesta de la Visitación de la Virgen María celebra la visita de la Madre de
Dios, con el niño Jesús en su seno, a su prima Isabel.
Ésta tenía
seis meses de embarazo del precursor de Cristo, San Juan Bautista.
En
la anunciación, el ángel Gabriel, en respuesta a la pregunta de María
.
“¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?” (Lucas 1:34),
.
le había dicho
.
“Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es
ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada
imposible para Dios.” (Lucas 1: 36-37).
Leer
también:
La evidencia de la propia
concepción milagrosa de Isabel provocó de María el Fiat : “He aquí la esclava del Señor;
hágase en mí según tu palabra”.
La siguiente acción que San Lucas
Evangelista registra es que la
Virgen se apresuró a visitar a su prima.
La Visitación sólo se menciona en
el Evangelio de Lucas y Lucas nos dice que María se quedó con su prima tres meses, antes de volver a casa
justo antes de que Isabel diera a luz.
¿POR
QUÉ VISITA MARÍA A SU PRIMA ISABEL?
No tiene sentido que una mujer
embarazada tome un viaje tan largo.
Cualquier mujer que haya viajado
durante el embarazo puedo decir que no es divertido.
Para
María, el viaje habría sido especialmente agotador: viajó a una ciudad a 130 kilómetros de distancia, probablemente en un
burro, sin la comodidad de carreteras pavimentadas, aire acondicionado, o
amortiguadores.
¿Por
qué lo hizo?
.
Piensa en lo que acaba de ocurrir: se le ha dicho que está embarazada por el
poder del Espíritu Santo.
.
Ella también supo que su prima Isabel, que se creía que era demasiada vieja
para concebir, está a la espera también.
.
María debe haber tenido unas ganas explosivas de hablar con una mujer que podía
entender personalmente su emoción, su maravilla, y probablemente su
nerviosismo.
El viaje de María también demuestra la llamada a la comunidad.
A veces, nuestra presencia física
es el mejor regalo que podemos darle a otra persona.
Recuerda también que María lleva a Cristo en su interior, lo que
le da otra capa de sentido a su decisión de ofrecer apoyo a su
prima.
El Papa Juan Pablo II lo reconoció
en una homilía 1997, cuando dijo: “En este acto de solidaridad humana, María demostró
la caridad auténtica, que crece en nosotros cuando Cristo está presente”.
En última instancia, la
Visitación nos recuerda que nadie está en una isla. Todos vivimos y prosperamos en relación con
los demás.
A veces nos hacemos visitas, y a
veces las recibimos, y a menudo como en la Visitación, es una hermosa
combinación de las dos.
QUE
VERDADES NOS RECUERDA LA VISITACIÓN
La fiesta de la Visitación nos
recuerda las siguientes grandes
verdades y eventos:
*
la visita de la Virgen María a su prima Isabel, poco después de la
Anunciación;
*
la purificación de San Juan Bautista del pecado original en el vientre de su
madre por las palabras de saludo de la Virgen;
*
la proclamación de Isabel a María – bajo la inspiración del Espíritu Santo -,
como Madre de Dios y “bendita entre las mujeres”;
*
el canto de María del sublime himno Magnificat (“Proclama mi alma la grandeza
del Señor…”), que se ha convertido en una parte de la oración oficial de la
Iglesia todos los días.
La Visitación es frecuentemente
representada en el arte, y fue el misterio central de las devociones de San
Francisco de Sales.
¿QUÉ
NARRA LA MISA?
La misa
de la fiesta rinde homenaje a María, que en
su vientre llevaba al rey del cielo y de la tierra, el creador del mundo, al
Hijo del Padre Eterno, al Sol de Justicia.
Narra la
limpieza de Juan del pecado original en
el vientre de su madre.
Al
escuchar el título más elevado de “Madre del Señor” y darse cuenta de lo que la
gracia de su visita había conferido a Juan, María estalló en ese cántico
sublime de alabanza que proclama proféticamente que en adelante iba a ser
venerada a lo largo de los siglos: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi
Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha
hecho obras grandes por mí. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus
fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón.
Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos
los colma de bienes y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su santa alianza según lo
había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en principio
ahora y siempre por los siglos de los siglos.
Amen.
EL
ORIGEN DE LA FIESTA
Mientras
que muchas fiestas marianas se encuentran entre las primeras fiestas que se han
celebrado universalmente por la Iglesia, la celebración de la Visitación, a
pesar que se encuentra en el Evangelio de Lucas, tiene un desarrollo
relativamente tardío.
Fue
defendida por San Buenaventura, y aparentemente adoptada por los franciscanos
en 1263.
Cuando se extendió a toda la
Iglesia por el Papa Urbano VI en 1389, la fecha de la fiesta se estableció como el 2 de julio, el día
después de la octava de la fiesta de la Natividad de San Juan Bautista.
La idea
era vincular a la celebración de la Visitación, en la que San Juan había sido
limpiado de pecado original, a la celebración de su nacimiento, a pesar de que la colocación de la fiesta en el calendario litúrgico
estaba fuera de sincronía con el relato de Lucas.
En otras palabras, el simbolismo,
en lugar de la cronología, fue el factor decisivo.
Pero con la revisión del
calendario romano en el año 1969, el Papa Pablo VI trasladó la celebración al último día del mes mariano de
mayo para que cayera entre las fiestas de la Anunciación y el
Nacimiento de San Juan Bautista.
Hay que
llegar al poderoso arzobispo de Praga Juan Jenstein (1348-1400), en tiempos del gran cisma de occidente, dividido entre el papa
Urbano VI (Roma) y el antipapa Clemente Vll (Aviñón), para encontrar noticias seguras sobre la aparición notoria
de la fiesta mariana de la Visitación.
El, en efecto, convertido a la vez en arzobispo de Praga y
canciller del emperador en 1378, después de haber preparado
personalmente los textos de la misa y del oficio para la nueva fiesta y de
haber ordenado a sus peritos buscar los fundamentos bíblicos y canónicos de su
plausible institución, en el sínodo diocesano del 16 de junio de 1386 promulgó para su diócesis la introducción de
la fiesta de la Visitación de la Virgen, que debía celebrarse cada año el 28 de
abril.
Este intrépido obispo no sólo
defendió doctrinalmente en los años siguientes el valor teológico de la
celebración sobre todo por el hecho de tener sus raíces en el evangelio de
Lucas, sino que también trabajó
grandemente por su difusión fuera de la diócesis de Praga.
Para ello escribió a obispos y a
superiores generales, enviándoles también copia de los oficios divinos por él
compuestos, y dirigió varias
peticiones al mismo papa Urbano VI pidiéndole que instituyese esa festividad en
toda la iglesia con el fin expreso de poner término al cisma que la
desgarraba.
El arzobispo de Praga al verse
impotente ante tantas intrigas de la corte imperial en la cuestión de los dos
papas, comprendió —como hombre piadoso y culto que era— que el cisma no se
extinguiría con esfuerzos únicamente humanos.
Por eso, después de haber
invitado ya al papa en 1385 a demostrar su gratitud a la Virgen por la
liberación del asedio de Nocera, en el verano de 1386 (o sea, después de haber
instituido la nueva fiesta de la Visitación de María en su diócesis), hace
explícita su petición al papa y le invita a seguir su ejemplo en toda la
iglesia.
El papa
acogió favorablemente la idea, pero se limitó sólo a prometer la institución de
esa fiesta, dado que entonces se encontraba con su curia casi en el exilio en
Génova.
Urbano Vl volvió a Roma sólo en los primeros días de
septiembre de 1388.
Entonces,
finalmente, pudo dedicarse con seriedad al trabajo de la comisión de teólogos a
la cual había confiado el examen de la posibilidad de instituir la nueva fiesta
mariana.
El papa promulgó solemnemente tal fiesta, subrayando también
él que el móvil era la esperanza de que cesara el cisma de occidente.
Además, a
fin de honrar convenientemente la nueva festividad, instituyó un jubileo para
el año siguiente de 1390 y, por la misma razón, añadió a las tres basílicas
jubilares también la de Santa María la Mayor.
En marzo de 1390, entre los numerosos peregrinos llegados a Roma para el
jubileo se encontraba también el obispo Juan Jenstein, el cual pasó en la ciudad
eterna algunas semanas para solicitar del nuevo papa Bonifacio IX la
publicación de la bula de introducción de la fiesta de la Visitación de María.
Después
de haber encargado a cuatro cardenales que examinaran la cuestión, finalmente el año 1390 Bonifacio IX promulgó
la bula Superni benignitas Conditoris, con la cual extendía a toda la iglesia
occidental la nueva festividad mariana.
El
documento lleva la fecha oficial del día de la coronación del mismo Bonifacio
IX, es decir, el 9 de noviembre de 1389.
Adquiría
así vigor de ley todo lo que ya Urbano VI había establecido, a saber: que la fiesta de la Visitación se
celebrara el 2 de julio con rito doble y que tuviese vigilia y octava.
Así que anteriormente se celebraba el 2 de julio pero ahora
se celebra entre la solemnidad de la Anunciación del Señor y el nacimiento de
San Juan Bautista, de conformidad con los relatos del Evangelio.
Algunos
lugares observan apropiadamente la celebración
de la santidad de la vida humana en el vientre.
De acuerdo con el Misal de 1962 de Juan XXIII de la forma
extraordinaria del rito romano, se la llama la fiesta de la Realeza de la Virgen María.
Y ahora
vayamos a una incógnita del viaje de María.
SAN JOSÉ ¿FUE CON LA VIRGEN MARÍA A LA VISITACIÓN A SU PRIMA
ISABEL?
¿San José estuvo presente en la Visitación? La respuesta no
la tenemos, pero podemos ver lo que nos dice la escritura, las revelaciones
místicas, y el arte cristiano.
Según las escrituras la joven María de Nazaret salió de casa
de su familia para unirse a una caravana de personas que se dirigían a Jerusalén, de la que se
apartó para llegar a Ein Karem, el pueblo donde vivían Isabel y Zacarías.
Las escrituras apoyan la idea que María viajó sola, dado su
silencio sobre el asunto.
En Lucas
1:39 dice: “En aquellos días, se puso en
camino María y se fue con
prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá“.
No
dice, “En aquellos días, se pusieron en
camino María y José y fueron con prontitud a la región montañosa, a una ciudad
de Judá”
Uno cosa
que dice San Bernardo es que a
Lucas le gusta transmitir datos.
Al
comentar sobre el evento de la Anunciación, Bernardo señala hechos específicos:
el sexto mes, una ciudad de Galilea llamada Nazaret, una virgen desposada con
José, llamada María; Isabel, pariente de María, embarazada de seis meses.
Incluso
con la Visitación, Lucas presta
atención al detalle, señalando que María se queda con Isabel tres meses,
lo que indica María vio el nacimiento de Juan el Bautista.
Con un
énfasis en los hechos, ¿por qué
Lucas deja de lado que José se uniera a María en este viaje a Nazaret?
En
segundo lugar, el Evangelio de Mateo, al relatar el nacimiento de Jesús, afirma
que José decidió divorciarse de María en silencio (Mt. 1:19).
Teniendo
en cuenta el tiempo que transcurre desde la Anunciación, la Visitación (aunque
no en el relato de Mateo), y el regreso de María a Nazaret, al parecer la decisión de separarse de María
debido a la supuesta infidelidad sucedió después de la Visitación.
Si José hubiera ido con María, ¿no iba a saber o haber visto
la progresión del embarazo de María?
En consecuencia, desde el punto de vista de las escrituras, parecería que María fue a visitar a Isabel,
por su propia cuenta, a pesar de su corta edad, y luego regresó a Nazaret del
mismo modo.
Tanto
María de Agreda como Ana Catalina Emmerich están de acuerdo sobre el papel de José en la visita.
María de
Agreda dice que “luego de un viaje de cuatro días, la Santísima María y su esposo
llegaron a la ciudad de Judá, donde Zacarías e Isabel vivían entonces”.
Ana
Catalina Emmerich, ofrece más detalles que María de Agreda, diciendo que “La hora actual
se acercaba cuando José quería ir a Jerusalén para la Pascua, la Virgen
decidió acompañarlo con el fin de ayudar a Isabel en su embarazo. Por lo tanto,
José comenzó con la Virgen el viaje a Jutta”.
Otro
énfasis común de ambas místicas se refiere al conocimiento de José del embarazo de María. Ambas coinciden en que
él no era consciente del privilegio concedido a María.
Por
último, ambas están de acuerdo que José
volvió acompañando a María en su viaje de regreso a Nazaret.
Las películas recientes relacionadas con la vida de Jesús y
María no representan a José como un participante en la Visitación.
Después
de la Anunciación, la joven María le dice a su familia su deseo de ir a ver a Isabel y Zacarías, citando su
embarazo.
Mientras
que los padres de María no creen, igual consienten a su partida. María les dice a Joaquín y Ana, que Jacob y
su familia iban al sur y que le prometió la ayuda a Sara con los
niños.
La
respuesta de su padre fue “asegúrate con Zacarías
que encuentras una buena familia para que puedas volver”.
Después del regreso a Nazaret su embarazo se nota, y José analiza las opciones preocupantes a las
que se enfrenta.
La Película de Ignatius Press de 2014, María de Nazaret, representa un episodio similar, sin embargo, al
mismo tiempo, se diferencia de la Natividad.
Después
de la Anunciación, María comparte con su familia acerca de Isabel y su
intención de visitarla.
María le dice a su familia que se unirá a una caravana en el
camino hacia el templo.
Sus
padres cuestionan la salida porque la boda está cerca.
A diferencia de La
Historia de la Natividad, que no mostró a María consultando a José,
en María de Nazaret lo hace.
José se ofrece de voluntario para ir con María, pero María le
dice que no, porque
no le quiere robar su tiempo de trabajo.
María se
une a una caravana y después de pasar un tiempo con Isabel vuelve a Nazaret,
donde se encuentra con el disgusto de la gente del pueblo que la vio
embarazada.
José le
dice a María que va a dejarla en secreto para que no someterla a la muerte, y
luego destruye la casa en la que estaba trabajando.
Fue
después de la destrucción, que José tiene su sueño y decide tomar a María en su
casa.
A pesar de las películas que no muestran el viaje de José, en
la pintura se dan situaciones mixtas.
Muchas
pinturas representan únicamente María e Isabel en el saludo entre sí,
pero no hay escasez de pinturas y
mosaicos que representan a José como un espectador en la Visitación, como esta:
En definitiva la escritura no dice nada, los místicos ponen a
Jesús en la escena, las películas no lo ponen y la imaginación de los artistas
plásticos es diversa.
Cuando rezamos el segundo misterio gozoso puede que nunca hayamos considerado a José
como participante de la Visitación, pero este ingrediente puede mejorar nuestra
meditación orante sobre la Visitación.
Fuentes:
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